Escribe:Percy vilchez

En el remoto pueblo de Umoja, ubicado al norte de Kenia, se fundó un condado bastante peculiar. Era 1990 cuando las autoridades de ese entonces decidieron fundar un lugar que fuera habitada solamente por mujeres. En los límites de ese lugar no cabían hombres ni nada que se le parezca, y las féminas tenían que vivir a solas. Ellas podían optar por vivir en ese sitio, escapando de la violencia, del abuso y del matrimonio infantil. Es decir, allí podían sentirse liberadas de esas lacras que destruían sus vidas anteriores a ese poblamiento forzado.

La situación violenta contra las mujeres en ese país de África acabó con ese intento de fundar una colonia inédita en la historia. La normal convivencia entre hombres y mujeres hizo entonces colapso, la pareja naufragó como posibilidad de vida y se impuso la separación. Esa medida fue la única opción que quedó para salvar a las mujeres de la opresión. Desde hace más de 30 años el condado femenino funciona sin mayores tropiezos y se puede decir que es posible que las mujeres vivan solas. Como, en estos verdores, vivieron las célebres amazonas.

Nadie puede dudar de que la relación de pareja está en crisis en cualquier parte del mundo actual. El matrimonio, la convivencia, hace agua por todas partes y es como si ese modelo social hubiera mostrado sus grietas y desencuentros. La eterna lucha entre los sexos parece que ha encontrado su máximo punto de desencuentro y entonces es posible buscar otra modalidad de relación entre el varón y la hembra.

El condado femenino de Kenya es apenas un ensayo de escape de la vieja modalidad de convivencia. Es, además, una ocasión de replantearse muchas cosas en lo referente a la vida en pareja. Es, también, una forma de salvar a las mujeres de un destino oscuro. Es, por último, una seria advertencia a la humanidad sobre el destino que le espera si no logra a tiempo reformular la convivencia.