El cauchero indígena

El cauchero Venancio y su familia
El cauchero Venancio y su familia

En la intrincada y siempre violenta biografía del caucho, los indígenas no cuentan como seres de carne y hueso, seres de estatura y peso definidos. Son apenas cifras de víctimas, números de desaparecidos. El nombre de Juan Aymena, por ejemplo, se refiere a un huitoto que vivió en el laberinto rojo de Londres. Novelado por Miguel Donayre, sigue siendo un desconocido porque sus huellas se extraviaron. Las cosas pueden cambiar a partir de la fecha. En el libro editado por Tierra Nueva “Época del caucho: imágenes del horror”, hemos escrito sobre un cauchero oriundo, un extractor indígena, de nombre Venancio, que desde hace tiempo nos inquietaba, desosegaba. Hoy tenemos su fotografía como una provechosa primicia.

En la memoria de los otros caucheros, de los anónimos extractores, una historia que puede ya elaborarse, tendrá que quedar la biografía y hasta la imagen del remoto asháninca que tuvo un fundo por el río Unine con 500 habitantes, que en algunos meses del año se dedicaba al comercio de la sal y en otras épocas andaba desangrando árboles. No en nombre de un patrón que le explotaba sin piedad, ni en labor de servilismo a la ambición criminal de nadie, sino para vender su producción, así como se lee, a Fermín Fizcarrald.

 El patrón Fermín Fizcarrald
El patrón Fermín Fizcarrald

En las contradictorias noticias sobre ese cacique de armas tomar, que hacia justicia a la versatilidad de su linaje, hay de todo. Es una cuestión que vamos resolviendo, considerando que las opiniones de los otros eran influenciadas por leyendas oscuras, prejuicios y hasta desprecios. Lo que interesa por el momento es que se puede visualizar ahora a un hombre de las entrañas amazónicas, a un ser tradicionalmente excluido, que se dedicó al negocio del caucho. Este cauchero cambia la visión de esa época porque se dedicó con su gente a la explotación de la savia desde su propio interés y también, desde luego, de su comunidad, desde su propia concepción del comercio.

El cacique Venancio, con sus datos y su imagen, abre un capítulo no frecuentado hasta ahora: el papel de los indígenas durante esa época. Papel que no puede reducirse al de víctimas, al de algunas pálidas  rebeliones, a penosos desarraigos que hasta ahora duelen, sino a otra cosa: a papeles centrales, a papeles importantes, vistos desde los hechos guardados en las memorias de los indígenas. Los mayorunas o matsés   pueden ayudarnos mucho en ese sentido. Otros hechos que permanecen en el anonimato, también. Pero lo crucial es que tenemos un rostro, una persona, que también fue cauchero. Y no era barón que alguna vez vendió sombreros a pie, ni funcionario de los otros que abusaba, de los forasteros.

Reunión Ashaninka en un día de fiesta
Reunión Ashaninka en un día de fiesta

La fotografía del cauchero indígena fue tomada hacia 1900 por el coronel Pedro Portillo y fue publicada en 1901 en el libro que el aludido escribió sobre sus exploraciones de entonces. Desde entonces ha permanecido en el anonimato. Pero ahora está aquí, en esta página, como un desafío a los que pretenden escribir otra historia de la savia infortunada.