EL CANDIDATO ALBAÑIL

El señor Euler Hernández,  candidato gallero del presente, en vez de agitar sus brazos como si fueran alas y de arrojar al viento sus roncos y desagradables quiquiriquis, podría muy bien hacer carrera en el terreno de la construcción civil, en el mundo de la albañilería. Condiciones innatas tiene de sobra para descollar en ese menester, pues es hábil para manejar la paleta, para nivelar la mezcla y para dejar bien acabada una obra.  Eso se vio nítidamente en el reciente publicherri que sacó por la televisión con él haciendo una tapa para cubrir un peligroso agujero de una de las calles de Punchana.

El candidato como albañil nos parece más interesante y más atractivo para los electores que el postulante de corral, propio o ajeno. Porque hasta el día de las elecciones, con su talento constructor, sus paletas, sus sacos de cemento, sus carretillas de arena, sus buenas mezclas, su pulso firme, podría cubrir todos los forados, baches, huecos, subterráneos, hendiduras, rendijas, desniveles, que tienen las calles de esta ciudad sitiada. Le recomendamos entonces, sin ningún cobro de por medio ni la petición posterior de un puesto de trabajo en su eventual gestión, que deje de hacer otros spots bastante anodinos y aburridos y proceda en el acto a cumplir con su cometido de tapador  de agujeros siempre peligrosos.

El candidato de la albañilería no puede pasar desapercibido ni caer en el largo olvido. Porque desde ahora los otros postulantes tienen que imitarle. Así si alguien promete una parrillada tiene que hacer ya la parrillada. Si alguien promete una carretera de aquí a la otra banda tiene que hacer en el acto la carretera. Si alguien promete sacar a los militares de la ciudad tiene que empezar a sacarlos. Las promesas fueron arrasadas por los tantos vientos del olvido. Nada de promesas, según Euler Hernández. Hechos y no palabras es su credo, y desde aquí le apoyamos decididamente.