ESCRIBE: Tato Barcia

Loreto vivió dos gestas de puro regionalismo como consecuencia del permanente abandono de la región amazónica por parte del Estado y por ello las constantes amenazas de los países vecinos (Ecuador, Colombia y Brasil) siempre ansiando de adueñarse de nuestro territorio. Los caucheros, es cierto, con sus excesos convirtieron a la selva en tierra de nadie. Es por esto y con diferencia de 35 años que se pueden identificar en nuestra historia, por lo menos dos movimientos revolucionarios federalistas. El primero en 1896, y el segundo en 1921. Ambas fueron expresiones de protesta y rechazo contra la indiferencia, el desdén y el menosprecio del centralismo que mantenía en total abandono a la población de Loreto y a sus instituciones militares y policiales, pese a la riqueza que generaba la explotación de sus recursos naturales más valiosos como el caucho, posteriormente la madera y el petróleo.

La Primera Revolución Federal de Loreto, se dió el 2 de Mayo de 1896. Estuvo encabezada por Mariano José Madueño, militar cusqueño en retiro junto al prefecto Coronel Ricardo Seminario y Aramburú, limeño de ascendencia piurana. Este movimiento estuvo destinado a hacer del Departamento Fluvial de Loreto un Estado Federal, tomándole la palabra al presidente Nicolás de Piérola, quien había dejado entrever sus intenciones federalistas en su discurso de campaña en 1895, cuando era candidato a la Presidencia. De este modo, los federalistas formaron su propio gobierno, no tanto para desconocer la autoridad del presidente Piérola, sino para combatir el sistema centralista de la República y, sobre todo, para buscar una forma político-administrativa que permitiese a la región desarrollarse por sí misma, en base a sus propios recursos e ingresos, sin separarse políticamente del Perú.

Debido a que Seminario había sido colaborador cercano de Piérola en la campaña electoral, estaba seguro que iba a cumplir su promesa federalista, por lo que habría decidido adelantarse proclamando a Loreto un Estado Federal, el primero de un proyecto de Piérola que de todas maneras habría de poner en marcha. Se cree que su objetivo mayor era presionar al presidente para que el Perú se vuelva un Estado Federal, al estilo EE.UU; país que había logrado desarrollar bajo este sistema de gobierno. Pero Piérola no vió con buenos ojos lo que estaba ocurriendo en Loreto, entendiéndolo más bien como un intento separatista, por lo que ordenó que sea reprimido. Jorge Basadre da cuenta que el 18 de mayo de 1896, apenas unos meses de haber asumido Piérola la presidencia, por una noticia de Río de Janeiro que a su vez transmitía otra de Pará, vino a tener conocimiento el gobierno de Lima del cambio político efectuado en Iquitos el 2 de este mes.

A pesar que se había extendido hasta Yurimaguas y Moyobamba; y que muchas personas importantes aceptaron entonces cargos públicos, este intento federalista no encontró eco entre los loretanos, quedando sin apoyo popular, por lo que sucumbió antes de tiempo, de tal forma que cuando llegó al lugar de los hechos la cañonera “Constitución” al mando del Ministro de Guerra Juan Ibarra, todo había terminado. ¿Qué había pasado?. Las tropas enviadas por Piérola partieron en dos grupos. Por tierra, partieron desde Chiclayo hasta Cajamarca y luego por río desde San Martín. Por mar, la cañonera “Constitución” partió con 292 soldados del Callao el 29 de junio por el Pacífico para ingresar al Atlántico por el estrecho de Magallanes. Luego de surcar las costas de Argentina, Uruguay y Brasil, ingresa al Amazonas por el estado brasileño de Bahía para, luego de 72 días, arribar a Iquitos cuando la revolución ya había terminado.

La otra expedición encabezada por los coroneles Eduardo Jessup y Emilio Vizcarra que se dirigía por vía terrestre llegó a comienzos de julio de 1896, mucho más tarde que la expedición marítima…Tres años después, el propio coronel Vizcarra, nombrado Prefecto de Loreto por su mérito antisubversivo, se levantó en armas y se proclamó Jefe Supremo de la Nación Selvática, nombrando autoridades, pero en Moyabamba, el 27 de febrero de 1900 una turba integrada por civiles e indígenas, cansados de los abusos cometidos por sus tropas, lo arrastró por las calles hasta que, en la Plaza de Armas, una mujer de apellido Tapullima lo mató golpeándole el cráneo con una piedra. La primera revolución federal de Loreto había terminado.

El resentimiento de la población de Loreto hacia el gobierno central por lo que se percibía como una recurrente insensibilidad frente a los problemas de la región se agravó con la crisis del caucho. En la segunda década del siglo XX, la política de Loreto estaba marcada por la confrontación entre dos facciones políticas: “La Cueva y La Liga Loretana”, es obvio que el nombre de la primera no constituía una auto-designación, si no un término despectivo indagado por sus enemigos políticos. Ya que sus integrantes eran mayormente foráneos: funcionarios públicos, profesionales venidos de la costa que controlaban el gobierno regional, las fuerzas armadas y la representación loretana ante el congreso nacional. Por contraparte “La Liga” era una agrupación política fundada en 1913, los líderes de la Liga eran fuertemente influenciados por Jenaro Herrera, un escritor y abogado nativo dé Moyobamba que había organizado un grupo de estudios dedicados a analizar los problemas de la región conocido como “Unión Loretana”. “La Liga” constituía una agrupación política formal, celebraba reuniones regularmente y contaba con una junta directiva y un secretario elegido internamente; las opiniones de los miembros de la Liga eran difundidas a través de los diarios locales.

Pero miembros notables de la sociedad loretana que fueron fundadores de “La Liga”, consideraban a Julio C. Arana como un patriota, defensor de la soberanía nacional en una región que estaba siendo progresivamente invadida por los colombianos. En contraste los miembros de “La Cueva” un criminal por el tratamiento recibido por los peones indígenas en sus propiedades del Putumayo. Para replicar las acusaciones contra Arana, Pablo Zumaeta (su cuñado y miembro de La Liga), publicó un panfleto acusando a los jueces Paredes y Valcárcel, así como a Eduardo Lanatta, líder de La Cueva y también juez, de conspirar para arruinar la compañía de Arana en beneficio propio. Cuando el juez Valcárcel ordenó el encarcelamiento de Arana por los crímenes del Putumayo, Zumaeta y otros partidarios de La Liga organizaron disturbios populares, atacando edificios públicos, del jefe de la policía, así como la casa del Dr. Lanatta; y es así como Julio C. Arana evita ir a prisión; y en 1920 fue elegido senador por el departamento de Loreto.

La sociedad loretana estaba contrariada por la entrega de Leticia. A esto se sumó la sensación generalizada que el gobierno central había dejado a Loreto en el “más cruel de los olvidos”. Es así como en 1921 estos sentimientos llevaron al capitán Guillermo Cervantes a levantarse en armas contra el presidente Leguía con el respaldo político de La Liga y económico de Julio C. Arana. Para ello el capitán Cervantes persuadió a su unidad “Cazadores del Oriente”, a levantarse en armas y aplastar la oposición de la policía. Desde sus inicios “La Liga” forma parte de la rebelión, de hecho Juan Olortegui Villacorta, presidente de La Liga desde su fundación, fue miembro del comité ejecutivo del movimiento revolucionario encabezado por Cervantes. Las razones de la rebelión fueron la escasez de efectivo circulante en el mercado de Iquitos, la continua demora de la transferencia de fondos del gobierno central. En 1921 se había suspendido del todo, lo cual dejó a los empleados públicos impagos por más de un año. Esta escasez se agravó artificialmente porque las grandes casas comerciales de propiedad de europeos y judíos, que aún tenían crédito en el extranjero, vendían a sus clientes locales al contado.

Cervantes dirigía su discurso regionalista no solo contra el gobierno central. También contra la elite comercial, a la que consideraba egoísta, oportunista e irresponsable frente a las dificultades de Loreto. La actitud de los rebeldes frente a la comunidad comercial no era solamente despreciativa, sino que tenía visos de racismo y antisemitismo. Por ello Juan Olortegui (presidente de La Liga) declaraba que “desgraciadamente aquí impera el comercio judío y los peruanos y extranjeros se contagian admirablemente”. En el mismo tono mordaz se refería a los comerciantes minoristas chinos como “esa odiosa plaga”, está situación se daba porque Cervantes contaba con el apoyo de los grandes empresarios como Julio C. Arana, Luis Felipe Morey, José Barcia Boente, Otoniel Vela, Juan Abelardo Morey y los hermanos Pinto. Cervantes gozaba de un alto respaldo popular, estaba bien armado y controlaba la navegación fluvial en la región. Nada hacía predecir que podría ser fácilmente derrotado.

Es así como estalla la Segunda Revolución Federal de Loreto. Iquitos se convirtió, nuevamente, en la capital del nuevo estado federal. Este fue un movimiento cívico-militar integrado por oficiales subalternos (veteranos del Caquetá), liderado por el oficial Guillermo Cervantes Vásquez. Se levantó en armas en Iquitos contra el Gobierno “Constitucional y Democrático” de Leguía que tramaba entregar territorios a Colombia. “Contra la Traición” fue el slogan revolucionario. Luego de tomar el control de la ciudad apresaron a las autoridades del Gobierno Central, y la población civil tomó las armas. Acto seguido se estableció el «Gobierno Federal de Loreto», que recibió el apoyo unánime de toda la Amazonía. El gobierno había suspendido el presupuesto y los sometió al aislamiento. Estas poderosas razones los obligó a adoptar actitudes extremas, como la creación de la moneda loretana (llamada “billetes cervantinos”). La emisión de 20 mil libras peruanas de oro en billetes impresos en cartulina de 50, 20 y 10 centavos reactivaron la economía regional. En realidad, se trató de “cheques provisionales” rápidamente aceptados por la población, pues sirvieron para pagar sueldos atrasados a los funcionarios públicos.

Lo que empezó como un movimiento de protesta patriótica contra la política antipopular y traidora del Gobierno derivó en la fundación y establecimiento de un estado federal Amazónico con gobierno, ejército y moneda propios pero, lo más importante, sin desconocer la peruanidad. Los revolucionarios, sin embargo, no pudieron de inmediato satisfacer las desesperadas pero justas exigencias del pueblo, puesto que las arcas de la Caja de Depósitos y Consignaciones, la Aduana y los bancos estaban vacías. A causa de la crisis fiscal el gobierno había dejado de pagar los salarios de los servidores públicos y de los militares de Loreto por varios meses, como era de esperar, la promesa de Cervantes de pagar los salarios pendientes generó una gran simpatía hacia su movimiento. Aunque Cervantes tuvo bastante éxito en atraer al ejército y población civil, no pudo obtener la lealtad de la marina; por eso a fin de neutralizar sus operaciones, capturó la mayoría de sus embarcaciones. Cervantes tampoco pudo obtener el apoyo de la elite comercial, ya que se había apropiado de 23,300 libras esterlinas del “Bank of London»; para financiar parte de la insurrección. Pero como este dinero no fue suficiente, ordenó la emisión de cheques provisionales de circulación obligatoria (que no contaban con un respaldo real), por lo que encontró un fuerte rechazo de parte de los comerciantes, quienes inmediatamente cerraron sus comercios.

Bajo el nombre “Movimiento Pro-Patria Amazónica” la coalición de Cervantes no se proponía a separar Loreto del Perú, si no derrocar a Leguía y conseguir mayor autonomía política y económica para la región. Por eso no debe sorprender que el gobierno central calificara el movimiento de separatista y lo tratara de acuerdo a esa calificación, el presidente Leguía el inmediato cierre de la frontera con Brasil. A fines de 1921, El Gobierno Central lanza una dura represión contra los revolucionarios. La orden era “sofocar la rebelión a sangre y fuego”. Ante eso, los rebeldes organizaron un ejército regional, con destacamentos importantes en Yurimaguas, Pucallpa y Rioja. Los primeros enfrentamientos se producen en San Martín y son favorables a los revolucionarios, que logran rechazar a una división del ejército peruano. Pero resultan insuficientes. Un rígido bloqueo se levantó contra la Amazonia. Cada victoria significa menos balas, menos granadas, menos abastecimiento. El bloqueo empieza a surtir efecto, los meses siguientes son muy duros para los revolucionarios. Sin una línea de abastecimiento que asegurara la logística, el éxito se frustraba. Las fuerzas revolucionarias se diluyen ante la ofensiva gubernamental que avanza por Juanjuí, Pto. Inka y Bagua, así por la boca atlántica del Amazonas con 3 cañoneras de la Armada Peruana con autorización del Gobierno brasileño. Leguía envió dos contingentes de tropas para aplastar la insurrección. Esto se llevó a cabo en enero de 1922 tras varios enfrentamientos en los ríos Ucayali y Huallaga.

Una vez que Cervantes fue derrotado sin mucha dificultad, los líderes del movimiento, incluido Olortegui, huyeron al Ecuador; aparentemente este fue el fin de “La Liga”, ya que no hay evidencia de sus actividades en años posteriores. La etapa del gobierno federalista duró poco más de cinco meses, desde agosto de 1921 hasta enero de 1922 pues, las tropas enviadas de Lima lo sofocaron después de no pocos combates sangrientos en diversos escenarios con las consiguientes pérdidas de vidas. Loreto fue el único departamento, en toda la historia peruana, que contó transitoriamente con moneda propia obligado por las terribles consecuencias derivadas del perverso abandono al que fue sometido por el gobierno central. Aprovechando la derrota loretana, Leguía suscribe en secreto el tratado con Colombia que para vergüenza de la diplomacia peruana se entrega “a sola firma” el importante puerto de Leticia (que le otorgaba a Colombia el acceso al Amazonas), además de 120 mil km2. Y lo que es peor: se “obsequian” 25 mil compatriotas boras, huitotos que por dicho acuerdo pasaron a ser colombianos de un día para otro.

Pero el secreto no dura mucho, pues es divulgado por la prensa brasileña, una vez llegada la “buena nueva” al Perú generó la descomposición del régimen de Leguía. El Congreso aprobó la cesión territorial pese a la airada protesta de los representantes loretanos. Pero la gota que rebalsó el vaso fue la orden del prefecto de Iquitos de entregar oficialmente Leticia a Colombia. El oficial peruano al mando de la guarnición de dicho puerto se negó rotundamente a “cumplir ordenes traidoras”. Fue dado de baja, enmarrocado y encarcelado. Inmediatamente el descontento popular tendría su respaldo en los cuarteles, vía el Golpe de Estado del Cmdte. Sánchez Cerro, en Arequipa en agosto del mismo año, mientras tanto Leguía era depuesto y a las pocas semanas fallecía en un hospital de Lima. Tal como lo describí en mi artículo de este último lunes 04/11 pasado (La Guerra Colombo-Peruana y los Crímenes del Putumayo).

Pero a pesar del tiempo transcurrido, más de 123 años de la revolución de Seminario y a 98 años de Cervantes, la situación de la región Loreto sigue igual y peor aún, debido a que la incapacidad de gestión del GOREL; que es alarmante con respecto al mediocre manejo de los fondos del “fideicomiso” que a estas alturas del año la ejecución presupuestal está por debajo de la media nacional, ubicándose en el puesto 23 de 25. El origen del problema de la región Loreto, está muy ligada a los errores de nuestros políticos y aún tiene un panorama muy complejo para este año 2019 y el 2020, ya que venimos de cuatro años seguidos de recesión económica; entre ellas la segunda caída más grande del PBI que región alguna haya tenido que soportar en la historia republicana del país. Hecho que ocurrió en el año 2016, cuando nuestra economía se contrajo -12.3% en Producto Bruto Interno (PBI). La cual representa la caída más grande de los últimos 100 años. Nuestra región tiene un poco más de un millón de habitantes, la gran mayoría de ellos en situación de extrema pobreza, con casi el 90% de la PEA de la región desempleada o Subempleada. Como consecuencia de ello, la crisis que estamos soportando este año tiene un impacto en todos los sectores de nuestra economía. Si el GOREL no empieza a preocuparse por la economía de la región no habrá futuro al cual podamos aspirar los loretanos.

Una última reflexión. Cuando la injusticia es la ley, la desobediencia civil es un derecho, Loreto vivió dos movimientos revolucionarios federalistas. Que nadie dude que podamos volverlo a hacer, si nuestra región continúa siendo el patito feo de las 25 regiones del país y desde Lima no se adoptan medidas para que nuestra situación económica mejore, en vez de quitarnos incentivos tributarios. Que nadie lo dude, lo volveremos a hacer!. Ya que actualmente nuestra región está sumergida en la más grande recesión económica de su historia. Loreto está mal en muchísimos sentidos. No hay duda de que la situación actual es insostenible y aunque no nos guste admitirlo, lo más probable es que empeore. ¡No habrán salidas mágicas! Loreto debe comenzar a planificar mejor. Dicho de otro modo, estamos obligados a gestionar mejor nuestros pocos recursos! debemos saber lo que queremos, saber cómo queremos hacerlo, estar seguro de que podemos hacerlo y, realmente, hacerlo!. Y para ello debe haber una verdadera revolución con un cambio auténtico para nuestra región. Hasta que no aparezca esa posibilidad de que los loretanos nos unamos, hasta que no haya un grado superior de capacidad de trabajar juntos, de buscar soluciones en conjunto, hasta que eso no ocurra, va a ser muy difícil rescatar a nuestra querida región. Porque para que Loreto entre en una senda de crecimiento sostenido, se necesita hacer muchas cosas bien por mucho, mucho tiempo.

¡Viva Ricardo Seminario! ¡viva Guillermo Cervantes! Viva todo aquel que desee poner a Loreto en el mapa del resurgimiento!