Escribe: Percy Vílchez

La colonia Dogtores es un interesante proyecto urbano. Los promotores viven en la ciudad mexicana de Puebla y pretenden edificar o dar forma a un barrio o calle habitada solamente por animales rescatados. Dicho lugar se convertiría con el tiempo en algo exclusivo y vital para la defensa del derecho de los animales sin fortuna y sin dueño. Es posible entonces que desde tantas partes arribarían los animales para formar una vasta colonia que, además, se volvería un atractivo turístico. El Perú, país de papagayos que tienden a la servil imitación, se podría diseñar un plan para edificar una colonia parecida a la mexicana pero en vez de albergar animales errantes hospedaría a todos los corruptos.


En efecto, en este país falta ordenar las cosas delictivas. No es posible que tantos corruptos vivan dispersos, aislados, sin tener una diaria y cercana relación para acelerar sus zampadas. No es posible que esa sociedad tan próspera y emprendedora no tenga un centro referencial, un lugar sólido, para la ejecución de trámites, cobranzas de coimas y otros beneficios dignos del mundo del hampa. El barrio de los corruptos podría ser diseñado por los más creativos arquitectos, considerando que esos ciudadanos requieren ambientes de lujo para poder realizar sus hazañas.


El barrio de los corruptos, con el correr del tiempo, se convertiría en el condado más célebre del país, en el corazón de la sociedad nacional. Allí estaría el centro vital de la oscura vida política y económica. Allí se decidiría el destino de tantas cosas y hasta se podría abrir sendas academias dedicadas a la enseñanza del oficio corruptor. Es posible que el único inconveniente sería el exceso de población. Ello ocurriría debido a que en el Perú casi todos son corruptos o aspiran a integrar ese colectivo numeroso. Pero todo se solucionaría con la construcción de otros barrios de corruptos.


Es posible que lo más brillante y célebre del próximo barrio de los corruptos sea que seguirá albergando a gente prestigiosa y notable. En ese condado, por ejemplo, anclarán ex presidentes, altos funcionarios, gobernadores regionales, alcaldes y otros ciudadanos de renombre. El asentamiento que proponemos, en nombre de la unidad nacional y de la protección del talento, sería el centro de la nueva aristocracia, de la inédita oligarquía, de la nobleza última.