El desborde del deporte callejero

En el nada unitario paro de estas 48 horas, en defensa de la integridad territorial, según reza el encendido lema del Frente Patriótico de Loreto, hay de todo como en surtida farmacia. Al margen de las marchas y de los discursos, en toda la ciudad hay algunos negocios cerrados o a medio cerrar, hay incremento del costo de pasajes en los motocarros, hay otro incremento entre los que parchan llantas debido a la perniciosa vidriería rota de ciertas calles. Hay tantas cosas que se nos escapan. Pero lo que no se nos escapa, porque es tan evidente, es el colectivo e innumerable desborde pelotero.


En efecto, cualquier transeúnte puede constatar que muchas, incontables, calles se han convertido provisionalmente en bomboneras o campines, en canchas o rectángulos verdes, para dar rienda suelta a la pasión del fútbol. El juego de vóley es otra cosa. Esas calles son cerradas con troncos o vallas para que nadie interrumpa los disputados partidos. Es entonces como si existieran zonas liberadas durante horas para que los aficionados a la de cuero vivan una intensa jornada de pases, de goles. Nunca, ni en días feriados, ni en domingos, ni cuando gana, alguna vez, la selección peruana, se observa ese fervor callejero.

Esa descarada ocupación de los espacios urbanos para el peloteo ocurre cuando se ejecutan los famosos paros. De un tiempo a esta parte, la protesta no es masiva, máxima, incluyente. Una protesta no es un descanso, un relajo, un lúdico momento de diversiones o goles. Es una jornada seria que debe convocar a la mayor parte de la ciudadanía. Esa distancia, con respecto a vastos segmentos de la población, nos parece un declive, un punto, en contra de la actual dirigencia de ese Frente que ha convocado no a un partido comunal de pelota, si no a un paro cívico.