ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
¿Quién diría que muchos años después, quizás frente al mismo pelotón de fusilamiento, se encontrarían los dos hijos políticos más mediáticos que engendró para Loreto el abogado Jorge Luis, disputándose en sus respectivas trincheras lo que el padre soñó para él mismo? ¿Alguna mente gemela de los primeros años de la década del 90 del siglo pasado pudo presagiar que la inclusión de un joven empleado público en la lista del Movimiento Regionalista Loreto para integrar la lista de candidatos a Diputados por Loreto marcaría el nacimiento de un personaje que luego se convertiría no solo en la sombra sino en el motivo principal de odio de su creador a tal punto de erigirse como el excluyente punto de mira de sus logros y fracasos electorales? ¿La más destacada lectora quiromántica de esta tierra hubiera imaginado que en esos años de 1990 la decisión del dueño del MRL y autotitulado creador del regionalismo en el país se convertiría en una hechura a imagen y semejanza de todo lo que él hubiera deseado para su movimiento y su prole? Muchas preguntas y más respuestas. Todas diversas, todas divertidas me empañan los lentes en este inicio de año cuando sintonizo los canales locales de Iquitos y aprecio que el tiempo no pasa y tampoco se nos va la vida.
Ahí está, por enésima vez en su corta vida política, la señora de las cinco décadas y de las miles de candidaturas con la pretensión de convertirse en congresista que ya fue y que desea volver a ser. Ahí está, por enésima vez en su larga vida política, el señor del movimiento propio y ajeno con la intención de juramentar como parlamentario quizás con el propósito de reivindicar aquello que, según todos los sondeos y cifras de la época, ganó en las urnas pero que el sistema electoral le negó por ser precisamente un nuevo en esas lides. Ahí está, nuevamente, la niña que dicen ya escribía poemas sin siquiera saber leer, lista para defender lo que antes despotricaba como si la resaca de todo lo vivido se empozara en el alma. Ahí está, nuevamente, el niño que salió de su tierra natal para enfrentarse a la vida y desde la humildad de su cuna abandonada se convirtió por mérito propio y algunos ajenos en la principal autoridad de la región mandando al tacho a quienes le tenían en su clase pero no lo sentían de su clase. Ahí está, derramando lisuras, esa jovencita que aún antes de la pubertad ya debía familiarizarse con las poses de Napoleón y las frases de Demóstenes para complacer al padre que le inculcaba que, salvo el poder, todo es ilusión.
Volverán las oscuras golondrinas a la Plaza de Armas. Destrozarán los árboles de poma rosa y el mamey seguirá yéndose por mejor cauce. Pero la vida seguirá igual. En estos días primeros del año que se nos viene no queda más que soplar al viento y recordar que ese señor que tantos discursos pronunció en el Congreso, uno de ellos para evitar que se investigue a Alan García y que en plazas públicas exigía que se metiera a la cárcel a Alberto Fujimori hoy tiene como postulantes a sus dos hijos políticos. Una en las filas del fujimorismo y otro en las del aprismo. Es decir, Con Alberto o con Alan arriba el regionalismo.
¿Se confirma con ello, entonces, que todo, salvo el poder, es pura ilusión?
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