En la época de Fujimori la administración de justicia estuvo bajo las manos de ese dueto perverso del expresidente de gobierno y su asesor presidencial. Fue uno de los peores momentos de la crisis institucional. Sí bien es cierto que en nuestros países (hablo del ámbito latinoamericano) la separación de poderes es todavía una asignatura pendiente pero se intenta crear, a regañadientes de parte del poder político, cierta institucionalidad que elija a los jueces y estos órganos fuesen en sus actuaciones, en lo posible, imparcial, aunque Perú no puede mostrarse como digno ejemplo con los escándalos en este sector de la institucionalidad. Mi opinión es que tanto en el espacio político como el judicial se deben favores que luego se cobran con intereses y moras, se evidencia una situación patrimonialista en la construcción del Estado. Por lo general, tenemos un Poder Judicial todavía muy proclive a ser servil con el poder político. Claro, esta situación causa indignación en quien delega el poder a la clase política, es decir, al pueblo llano y soberano. Hay insatisfacción generalizada por la calidad de estos servicios públicos. Aquí en España es una tarea pendiente desde la transición de los setenta el de despolitizar el Poder Judicial. Fue un espacio en que la transición política apenas ingresó, no se tocó para nada- no sé si por miedo o falta de coraje político. El Poder judicial en este país es altamente político, en el sentido partidario. Aquí la clase política dice respetar los fallos judiciales con una media sonrisa porque al mismo tiempo hace maniobras para impedir la tarea de la judicatura con la anuencia, dolosa, de los responsables del Poder judicial. Con presupuestos bajos, con poco personal, por ejemplo, un juicio laboral para la primera citación suele demorar aproximadamente un año o más entre otros casos que ilustrarían esta tardanza. En los juicios de corrupción se muestra más la mano oscura del poder político: remoción de jueces (a pedido de quien gobierna), magras infraestructuras, altas y bajas del personal sin criterios y un largo etcétera. Lo cruel de toda esta situación de la justicia es que la gente lo perciba como normal en ambos lados del charco.