Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

Con las disculpas por la ausencia prolongada, por motivos personales, volvemos a este pequeño espacio democrático, para expresar lo que sentimos, sin sometimientos, ni interés alguno, más que expresar opiniones, con las que muchos puedan coincidir u oponerse, de eso se trata.

Han transcurrido 205 días de las gestiones municipales y regionales, y lo que vemos en este corto, pero a la vez desperdiciados días, es justamente eso: días perdidos. Sobre todo para esta región Loreto en la que vivimos y a la que vemos ir pasos para atrás, lamentablemente.

Si bien las nuevas gestiones tienen el derecho a acomodarse, esta suerte de pausa para ordenar la casa, no puede ser muy largo, sino voltearán la mirada y verán que perdieron un año de gestión o quizá más.

En materia regional, más allá del “salvador” fideicomiso que suplanta a los beneficios y reintegro tributario -que no tenemos claro si cumplirá su función- no se sabe a ciencia cierta cuál finalmente es el norte de la gestión del profesor Elisbán Ochoa, quien pareciera andar más preocupado en una posibilidad de ser vacado que gobernar esta complicada geografía amazónica. Como él mismo lo ha dejado entrever, en una suerte de traición en la que estaría confabulando su actual vice gobernador y la exautoridad regional. Pareciera que la inseguridad en la autoridad regional, terminará por desconcentrarlo de su verdadera función para lo que fue elegido: gobernar la región Loreto, que no sabemos cuándo empezará.

Si en el Gobierno Regional las aguas están turbias y el camino nublado, el panorama en las municipalidades están iguales.

En la provincia de Maynas, no sabemos si el alcalde sigue siendo el señor Francisco Sanjurjo Dávila. Sólo cuando lo escuchamos en su emisora favorita sabemos que él es la autoridad. No debería resultar extraña su ausencia en ceremonias públicas. Pero más allá que vaya o no a una actividad social, sí queremos una autoridad que demuestre que y no entre cuatro paredes.

Sabrá el alcalde que algunas calles siguen siendo un asco ante una pequeña lluvia. La Putumayo, por ejemplo, a pocas cuadras de su oficina, se convierte en un río, terminando una cochinada durante días. Los semáforos más que para orientar el tránsito, sirven para lo contrario. Ya no sabemos si están en verde, rojo o ámbar, y usando un término regional que el alcalde conoce: los colores del semáforo están *poshecos, no se distinguen los colores. Dos detalles que muestran que el alcalde está para usar delantal y preparar uno que otro platillo y no para recorrer y ver cómo está la ciudad, en la que viven los ciudadanos que lo eligieron.

En San Juan, Belén y Punchana, sabemos que tienen sus autoridades. Martín Arévalo, en pugna con su concejo de regidores, quienes parecen no estar de acuerdo con las acciones del alcalde. En Belén, el ñaño Gerson Lecca, buscando soluciones a la andanada de demandas de sus pobladores, que ya le ha generado más de una protesta. Y para no olvidarnos de la única mujer autoridad en Loreto, la alcaldesa Jane Donayre, deberá ajustarse las faldas o pantalones, caso contrario su gestión será una de las tantas que quedará registrada en la historia del distrito punchanino, solo para el recuerdo negativo de autoridades elegidas.

*Pálido

¡Felices Fiestas Patrias!

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