«Por: Moisés Panduro Coral|.

Fue en mis días de estudiante universitario cuando por primera vez escuché el nombre de Jorge Sánchez-Moreno Izaguirre. En representación del COFIDE formaba parte de la relación de expositores de un seminario sobre inversiones en el sector forestal.

Años más tarde, supe que ocupaba el cargo de Secretario Técnico del Consejo Transitorio de Administración Regional de Loreto, un organismo creado después del autogolpe del 5 de abril de 1992 de Alberto Fujimori que sustituyó manu militari a las autoridades regionales de la época sumidas entonces en un descrédito generalizado frente a una ciudadanía que cuestionaba la torpeza, ineficacia y burocratismo de los recién nacidos gobiernos regionales.

Si no recuerdo mal, fue cuando el arquitecto Raúl Morey Menacho dejó el cargo de Presidente del CTAR Loreto que el gobierno decidió encargarle la Presidencia. Yo era opuesto radicalmente al fujimorismo y combatía al régimen y a los que consideraba sus colaboradores, entre ellos a quien años más tarde se convirtió en un buen amigo.

Precisamente, en 1992, cuando me encontraba laborando en la Municipalidad de Ucayali, el alcalde provincial Rafael Fernández me encargó a mi, a su teniente alcalde -mi entrañabe amigo y compañero Jorge Vargas- y a otros regidores y funcionarios como el periodista Rodolfo Lovo, a asistir a una reunión de trabajo con la presencia del Presidente del CTAR y de su equipo de funcionarios –ahí estaba mi recordado y grato amigo Guillermo Flores Arrué- que ese día había arribado a Contamana en un avión del Grupo Aéreo 42. Uno de los puntos que debíamos exigir era la continuación de la construcción de la carretera Contamana- Aguas Calientes paralizada desde 1990.

Parece que mi discurso fue muy caústico con ellos, seguro porque iba cargado de mi antifujimorismo, y don Jorge Sánchez-Moreno con micro en mano me cortó la intervención, lo que suscitó un altercado y un conato de bronca en el auditorio municipal. Frente a eso, en protesta, los representantes de la Municipalidad Provincial de Ucayali y de la asociación de productores nos retiramos de la reunión. En la noche, la televisión municipal pasó imágenes del incidente que exacerbó los ánimos contra el CTAR de don Jorge.

A principios de 2001, recibí una llamada de un amigo que me decía que don Jorge quería hablar conmigo. Lo que conversamos es materia de otra memoración, pero me permitió conocer mejor a un correcto profesional, de gran calidad humana e intensamente preocupado por el desarrollo de Loreto. Probablemente, por eso entendió mi actitud en 1992 y yo conocí de su profesionalismo, su respeto y tolerancia, y su caballerosidad.

Los comentarios, escritos, memoraciones que los muchísimos amigos que tuvo hacen de él son ilustradoras de su sencillez en el desempeñó de los cargos, su espontaneidad como funcionario público y su sinceridad amical, de los que puedo dar fe. Hace poco por el facebook le hice saber que estábamos pendientes de la evolución de su salud; hoy, puedo decirle que a un buen amigo no se le olvida nunca. Su memoria pervivirá en nosotros, siempre.