“Disfruta sin renunciar a nada”
Caminando estos días me topé con la frase de un anuncio publicitario que dice el título entrecomillado de esta crónica: Disfruta sin renunciar a nada. Es el signo de los tiempos, del exacerbado hedonismo, del supremo individualismo que se refuerza con el uso de las redes sociales que alimentan subiendo fotos al narciso que llevamos dentro. Allí pastan cual fieras salvajes del egocentrismo y se alimentan con un like. Mientras garbeaba por la estación de Príncipe Pío la frase o lema comercial me rondaba la cabeza ¿a qué me están invitando?, ¿al goce supremo?, ¿a nada puedo renunciar? Así con estos fragmentos vamos construyendo virtualmente a la persona que queremos, que muy en el fondo son personas solas ¿el lema mercantil nos quiere decir que todo puedo disfrutar?, ¿no hay límites?, o ¿soy yo el que traza y pone los límites de acuerdo con mi dinero? Sigo en mi paseo que es una selva de avisos comerciales de todo tipo: los de deportes ensalzan los cuerpos apolíneos y la vida saludable, los de perfumes que resaltan partes del cuerpo (bocas, senos, glúteos), por lo general, de las mujeres y de los hombres, y para hacerlo bacán, es interracial; anuncios de internet y líneas de teléfono, de los créditos sin comisiones de los bancos y resaltan que no tienen la letra pequeña. La publicidad de los seguros de salud y vida, nos ofertan un mañana de tranquilidad y de cierta sobriedad, sale un abuelo, hijo y nietos con una música de fondo casi celestial. Un muchacho con pinta de muy avispado se acerca y me ofrece una octavilla de descuentos en un centro comercial. Al lado de él, hay tres personas trajeadas que conversan entre sí y te ofrecen la palabra de Dios y te regalan algunas revistas. En la puerta del metro te dan octavillas de un chamán africano que te hace devolver el amor perdido. Es un mercado inmenso, todo se oferta para el disfrute sin renunciar a nada, claro, siempre y cuando tengas dinero sino del disfrute pasas al enfado, a la frustración. Luego de este peregrinaje de esta selva comercial dan ganas a renunciar a todo.