DINERO NO HABIDO
El señor Jair Márquez Freitas, director de Educación de la Región Loreto, debería ser más pilas, más mosca, más audaz. No puede andar en su gestión como quien filosofa sobre el origen de las nubes, se demora en doblar la esquina o contempla el cielo para ver qué sucede después. Más si se trata del poderoso caballero que es don dinero. En cualquier parte de este mundo traidor, el dinero es cosa seria. Ocurre que en las arcas educativas no hay el molido para pagar a docentes que han ejecutado el trabajo de las encargaturas. Ellos y ellas no pueden pasar por cajatambo porque no hay plata. Así de simple. No hay plata, les ha dicho el alto funcionario. Y se cruzó de brazos, se quedó tan tranquilo y tan campante como si no supiera que eso, la falta de pago, afecta al presupuesto de algunos trabajadores del sector.
Esa frase, no hay plata, tiene siglos en nuestra maraña. La pronunció un encopetado virrey cuando un religioso le fue a pedir ayuda para esta región. Y no hubo plata ni para el cigarro durante tanto tiempo. Hemos escrito antes que ese terrible veredicto, la falta de plata, atraviesa a lo largo y ancho de la historia de esta patria pequeña pero vasta. La repiten a cada rato tantas autoridades y tantos funcionarios que creen que así se acaban los problemas. Pero ocurre que no es cierta la ausencia de marmaja. Y no es la broma aquella de la plata abundante como muela de gallo. De lo que se trata es de la falta de gestión de los funcionarios que no saben hacer las cosas.
El señor Jair Márquez Freitas debería dejar de decir que no hay plata. Porque plata hay. Hasta en el banco, hasta en las minas andinas. ¿Cómo es eso de que todas las ugeles de la región pagan puntualmente las encargaturas? ¿Qué sucedió en Maynas para que ese dinero presupuestado desde hace siglos, por así decir, no exista ni para comprar un caramelo? ¿Ese dinero se evaporó por el calor o por el frío? ¿Ese billete no vino del ministerio ante el peligro de los gallinazos? ¿O se fue para otros rumbos?