Diego Bertie falleció el pasado 5 de agosto. Sin embargo, la causa de su muerte aún es inexacta. Esto produjo una serie de hipótesis por parte de todos los que nos enteramos de la noticia. Algunos decían accidente, otros suicidio. Su cuerpo, después de caer del piso 14 del edificio donde vivía, fue llevado por los bomberos en un intento por impedir su muerte.
Una vida de farándula, y de últimos escándalos. ¿Sería acaso el destape de su orientación sexual, la presión mediática, la depresión, o un accidente absurdo el motivo de su muerte?
Su manager declaró a los medios capitalinos que Diego Bertie no tenía depresión, que lo veía tranquilo y con ganas de compartir con sus amigos y familiares los próximos conciertos planeados.
La familia del actor prefirió no declarar sobre el suceso. Se limitó a emitir un comunicado agradeciendo las muestras de preocupación y cariño de la gente. Esta postura se respeta y comprende. Ya que la vida de Diego Bertie fue mucho más de lo que se ve en pantalla o de lo que digan los titulares.
Podemos sacar muchas conclusiones. Algunas fundamentadas, otras desatinadas. Pero no podemos discrepar en la conmoción que causa este tipo de muerte.
Aprovechemos, en ese sentido, en recalcar la importancia del “vivir a diario”. Nunca sabremos por cuánto tiempo andaremos en la tierra. Pero sí sabemos que todos recorremos el mismo sendero, que vamos al mismo destino. Y que al final, recordarán de nosotros lo que fuimos con los demás, no nuestros grados ni lo que tuvimos, sino cómo tratamos a nuestros semejantes, en las mejores y peores situaciones que nos haya presentado la vida.
Tenemos, así, la oportunidad de convivir con los demás, y transformar lo negativa que puede ser la realidad. Pequeñas acciones, gestos y muestras de afecto en beneficio de los demás, ayudan a que nuestra existencia sea más inspiradora y llevadera.
Recordaremos a Diego Bertie como actor y cantante, artista y amante de los animales, hombre al que expusieron de forma canallesca y burlona en los años noventa. A pesar de eso tuvo el coraje de afrontar la verdad y tomar las riendas de su vida en estas últimas semanas, sin saber que su fin estaría tan cerca.