Desde hace tiempo, el tremendo Mario Vargas Llosa se da tiempo para auspiciar a otros escritores. En esta oportunidad ha tomado partido por la novela de un autista, de nombre Alex Chang Llerena. Ese apoyo público revela que el escribidor, pese a la celebridad, no ha perdido su capacidad de compartir con otros su adhesión a las obras ajenas. Vale en un país donde prima la mezquindad.