Por: Mgr. Rafael Flores Saavedra

Docente de Matemática – CNI

Ex. Secretario General del SUTEP LORETO

 

En octubre del año 2018, realicé un escrito denominado “Un Maestro un Investigador”, donde se propone, entre otras cosas, tomar a la reflexión de la práctica pedagógica y a la investigación como necesidad y reto, por la cual se planteó al maestro, tres momentos fundamentales, a saber:

Primero, el desarrollo de una epistemología en el modo como mira el maestro su saber y hacer. Este primer desarrollo va esencialmente en busca del reconocimiento y caracterización de una epistemología que permita, además de otras cosas, establecer con propiedad sus prioridades frente al qué, para qué, cómo, con qué de las acciones y vivencias en el aula y cómo las visibiliza y se convierten en un punto de partida para investigar, desde su misma práctica. Es fundamental entonces, reconocer que lo que se hace y lo que dice debe estar fundamentado; el maestro debe saber para qué lo hace, lo que hace y por qué lo hace; con esto aparece la necesidad de fortalecer la curiosidad por lo epistemológico, por aquello que desde lo teórico puede orientar para una mejor práctica pedagógica.

Segundo, la contextualización de su práctica desde una mirada investigativa en la práctica pedagógica: escenario por excelencia para la investigación del maestro. Lo que permite diagnosticar ese contexto educativo del aula, identificando los diversos problemas que limitan el desarrollo educativo, momento en que se crean las condiciones para transformar esa realidad educativa, a partir de la reflexión de la práctica pedagógica y de la investigación que conduce esta reflexión.

Tercero, la apuesta a procesos de transformación pedagógica e innovación como producción del saber investigativo – pedagógico del maestro reflexivo al maestro transformador de la realidad educativa, con la aplicación del nuevo saber científico.

 

Planteamos también, que es necesario emprender un movimiento en función de desarrollar la investigación en los maestros y en cada una de las instituciones educativas, a partir de identificar los problemas científicos que limitan el desarrollo educativo en una institución, comunidad, distrito, provincia, región o país. Lo que implica que la reflexión de la práctica pedagógica, que conlleven a la investigación se convierta en una “Política Educativa, cuyas estrategias y acciones estén inmersas en todas las instancias educativas y de gobierno. Esto implica que el reto y la necesidad de un maestro investigador, no sólo depende de la voluntad de los mismos, sino involucra el papel decisor de las autoridades que dirigen la educación en las diferentes estructuras del Estado

Se propuso organizar el movimiento un Maestro un Investigador a partir de tres etapas: Diagnóstico, Planificación y ejecución de las investigaciones y, Socialización de los resultados de las investigaciones, cada una con sus objetivos y acciones correspondientes.

Dos años después, en este octubre del 2020 y de pandemia, ratifico la validez de esta propuesta, puesto que existe la necesidad real de salir de la crisis educativa, crisis que se evidenció con mayor claridad este año, mostrando que el sistema educativo y sus grandes brechas de desigualdad, no pueden ser resueltas únicamente desde el maestro y el estudiante, más aún, conociendo las características que ambos tienen.

En la escuela o la clase presencial, el maestro y la educación en general afrentaba tremendas dificultades y con herramientas escasas, con poco respeto, sin inversión suficiente, cantidad de estudiantes en aula, violencia generalizada, la implacable tiranía del plan de estudios, con muy poca capacitación profesional y casi ninguna introducción a la ciencia del aprendizaje y a la nula formación en investigación, entre otras muchas más dificultades. Todas estas adversidades crecieron mucho más en este año. Es urgente y necesario cambiar este estado de cosas.

Las ciencias del aprendizaje e investigación, que son los temas de este escrito, se resuelven en los futuros maestros que se están formando en pedagógicos o universidades, siempre y cuando estas instituciones adecuen sus currículos a una fuerte formación en estos campos, con base en los avances de la psicología cognitiva, las neurociencias, la inteligencia artificial y las ciencias de la educación. Estos mismos avances científicos, deben pasar a ser bases de la formación continua en servicio de los maestros, generando así todo un movimiento por replantear la practica pedagógica, pero este movimiento, no puede quedar, como ya dijimos, a la voluntad de los propios maestros, tiene que ser una política educativa con su respectivo presupuesto, de tal manera que la formación docente deje de ser inconclusa, aislada y desarticulada, y al contrario; el Estado en todos sus niveles, docentes, familias, las universidades, los pedagógicos, las escuelas de post grado con sus respectivos investigadores, psicólogos, sociólogos, y todos los que intervienen en educación nos podamos unir e impulsar la salida de la crisis sobre la base de la investigación científica que busque resolver los problemas educativos, logrando así mejores resultados en torno a la formación integral de los nuevos ciudadanos de la región Loreto y el País.

Para lograr esta formación de nuevos ciudadanos, se necesita una nueva alianza. Así como la medicina descansa actualmente en una pirámide de investigación biológica y farmacológica, la educación tiene que valerse de la investigación basada sobre evidencia, incluidos experimentos de laboratorio, pero también pruebas a escala real y estudios de implementación en el aula. Solo si unimos nuestras fuerzas podremos lograrlo. Para ello se tiene que convocar a docentes, Estado, familia y científicos alrededor de una causa común: revivir en las niñas, niños y adolescentes la curiosidad y alegría de aprender, para así ayudarlos a optimizar su potencial cognitivo y lograr la formación integral del nuevo ciudadano, miembro de una sociedad más digna, más justa y más vivible.

A manera de ampliar la propuesta inicial de “un maestro un investigador”, y para concretar la nueva alianza que se necesita, se propone la creación de un “Centro Regional de Investigación Educativa” (CRIE), la misma que tendría que ser también una política educativa. El CRIE sería el centro donde converjan todos los involucrados en educación, con fines de investigación científica educativa y de plantear alternativas a la crisis, a partir de determinar el banco de problemas científicos educativos. Alguna de las investigaciones que se pueden realizar, por ejemplo, son:

·       Estudios confirmatorios que muestren cómo una nutrición beneficiosa con alimentos de la región puede impactar en el desarrollo del cerebro, y más estudios directamente relacionados con el campo de la educación. Lo mismo aplica para el ejercicio físico, el sueño, la música y la expresión creativa.

·       Se necesita saber acerca de tipos de aprendizaje que requieren la interacción de otros y acerca del rol de las diferencias culturales. Esto debería ser desglosado en términos de diferencias demográficas, socioculturales, socioambientales y socioeconómicos de los estudiantes. Aunque es también un terreno propicio para malas interpretaciones. Ninguna investigación debería ser puesta al servicio de algún tipo de discriminación o de estereotipos sexistas.

·       La investigación puede llevar a una mayor comprensión de los caminos multidimensionales de las competencias, por ejemplo, en la lectura, y la necesidad de expandir el foco a las situaciones y aplicaciones educacionales del mundo real.

·       Sería muy útil avanzar en la construcción de un mapa diferenciado de las matemáticas en el cerebro, el cual se construye, por un lado, sobre las ideas ya obtenidas de la aparentemente paradójica combinación de destrezas y funciones disociables del cerebro, y por otro de la interconectividad. La identificación de enfoques para superar la “ansiedad matemática” sería muy útil.

·       Entender las diferentes actividades cerebrales – redes neuronales, rol de la función cognitiva y de la memoria – de los “expertos” o “destacados” en comparación con los estudiantes promedio y comparados con aquellos con problemas genuinos. Esto iluminará tanto la identificación del aprendizaje exitoso como de los métodos de enseñanza efectivos y focalizados.  

·       Se necesita saber acerca de las emociones en el cerebro. Se precisan más investigaciones, que usen los estudios psicológicos y de neuroimagenología, de los mecanismos neurobiológicos que subyacen en el impacto del estrés sobre el aprendizaje y la memoria, y de los factores que pueden reducir o regularlos. Una pregunta específica para mayor investigación es ¿cómo el cerebro emocional del estudiante interactúa en diferentes tipos de ambientes?

·       Una mayor comprensión de cómo las condiciones de laboratorio influyen en los resultados, y respecto a la aplicabilidad y transferibilidad de los resultados en ambientes diferentes de aquellos en los cuales fueron generados. Se necesita analizar el rol clave de los materiales de aprendizaje apropiados y los ambientes específicos, para avanzar desde las formulaciones básicas que cuestionan si el ambiente produce o no una diferencia.

Estas y muchas investigaciones más se pueden realizar en el “CRIE”, de tal manera que tendríamos un amplio potencial de investigaciones con alternativas de solución a los variados problemas que hoy tenemos. La educación se relaciona con todo lo que existe a nuestro alrededor, por lo que hay mucho que investigar y muchos problemas que resolver.

Los padres de familia y los adultos en general, cumplen un rol vital en todo este proceso, los estudiantes están mayor parte de las horas del día en casa, con o sin sus padres, por ende, la idea de sociedad educadora cobra más importancia.   

Espero que los colegas docentes estén de acuerdo en que de ningún modo esta propuesta pueda coartar su libertad pedagógica, por el contrario, el objetivo es ejercer mejor esa libertad. “Pienso en un héroe”, señaló el premio Nobel Bob Dylan cuando en 1985 presentó su álbum de rarities e inéditos Biograph, “como alguien que entiende el grado de responsabilidad que su libertad conlleva”. Por eso, la creatividad pedagógica genuina solo puede provenir de una plena conciencia de la gama de estrategias disponibles, de la posibilidad de elegir cuidadosamente entre ellas, con conocimiento de su impacto en los estudiantes.

Cuando decimos que el “CRIE” e incluso el movimiento científico pedagógico, “un maestro un investigador” tienen que ser política educativa, considerada en el PER y en todas las herramientas de gestión educativa regional y del GOREL, por tanto, disponer de su respectivo presupuesto, es porque estamos convencidos de que la unión de todos y centralizados en el “CRIE”, nos va ayudar a concebir y a evaluar herramientas educativas innovadoras, y a salir de la crisis. Del mismo modo en que la medicina se apoya sobre la biología, el campo de la educación debe dar vida a un nuevo ambiente de investigación, más sistemático, más riguroso, que propicie la colaboración entre todos los que intervenimos en educación, en la búsqueda incesante de una educación más eficaz, basada en datos fácticos y correctamente probados por la investigación científica; de esa manera todos aportamos en la construcción de una sociedad más digna, más justa y más vivible.

Docentes investigadores, familias y todos juntos para hacer progresar las ciencias de la educación y su aplicación práctica en la escuela y la sociedad. La fórmula me parece clara, eficaz, y la urgencia, real.

 

Referencias bibliográficas

 

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10.  Stanislas Dehaene. (2019), ¿Cómo aprendemos? Siglo XXI editores. Argentina.

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