De neumonía morimos también en la Selva
El invierno es crudo en todo el país. Lo es en Lima, donde se han registrado lloviznas persistentes durante los últimos días y también lo es en Puno, donde el descenso de la temperatura ha sido brutal y ha generado –como lamentablemente viene siendo ya una costumbre– muertes de varias personas. El tema ha sido presentado en los medios de comunicación con cierta recurrencia, pero aparentemente no ha merecido todos los niveles de alarma.
En esa lógica, lo que está pasando en Loreto es alarmante, no sólo por los inusuales niveles a los que ha bajado la temperatura (18º a 20º C y niveles mínimos de hasta 13º C), sino también por la mortandad de que viene acompañada. Una mortandad que se nos ha salido de las manos. Y, además, una mortandad que muestra la deficiente y calamitosa gestión que en materia de salud pública tienen nuestras autoridades regionales y nacionales.
Según las estadísticas de inicios de semana dadas a conocer por la Dirección Regional de Salud, un total de 33 niños fallecieron a causa de la neumonía en la región Loreto. En el primer semestre del 2011, 26 niños menores de 5 años y 7 mayores de 5 años fueron las víctimas. Esta estadística es mucho mayor que el del 2010, en que se reportaron oficialmente 18 muertes.
Otro dato, bastante sublevante, es que la mayoría de las muertes provienen de la provincia de Datem del Marañón, una de las más pobres de Loreto, un total de 17 niños, cifra que representa el 51% de toda la región. Además, según cifras oficiales, 7 de los niños eran de la provincia del Alto Amazonas, otros 7 de la provincia de Maynas y 2 de Ramón Castilla.
Además, en el centro de salud de Contamana, en la provincia de Ucayali, se han incrementado a 20 casos los de neumonías, provocadas por las bajas temperaturas registradas en la zona, superando el promedio comparativo del año pasado, que no pasaba de los cinco casos.
El sub director de la Diresa, el doctor Carey Ángeles, ha indicado que en el último año se generaron 71 mil 857 casos de infecciones respiratorias agudas en toda la región. Estas son una de las causas por las que más acuden pacientes a hospitales y centros de salud. Los casos respiratorios en niños de zonas rurales son imponentes, han ido creciendo geométricamente y merecen una mayúscula llamada de atención, debido a que precisamente son los pobres quienes se constituyen como víctimas, vulnerables e impotentes, del mal.
Estamos, en verdad, ante una emergencia de salud pública. No podemos quedarnos cruzados de brazo. Para ser claros, la neumonía este año ha matado más gente que la epidemia del dengue a principios de este año.
Estamos claros que enfermedades como estas tienen un sector en riesgo, que son los niños más pequeños y los ancianos. La humedad que se registra en nuestra zona tropical es un índice de agravamiento, por ejemplo. Está claro también que las condiciones climáticas juegan un papel que debe ser combatido con la prevención, la vacunación y la educación. ¿Se ha atacado ese nivel? Parece que no, o lo peor, parece que se ha dejado que el problema crezca.
¿Eran las muertes inevitables? Se ha dicho que no, debido a equis motivos (los mismos que se esgrimieron en el caso del dengue). Lo cierto es que la impericia, asociada el relajo y la inoperancia del Sector Salud ha vuelto a crearnos un problema mayor. La experiencia en otras regiones, donde las condiciones climáticas y sociales son aún más delicadas, así lo demuestra.
Por ejemplo, un reciente editorial del diario El Comercio revelaba que en la región Apurímac, a pesar del frío y las heladas en alturas superiores a 3.800 m.s.n.m., además de los altos niveles de pobreza imperante, se ha registrado hasta la fecha solo una muerte por neumonía de un menor de 5 años. Todo un record que nos debería hacer voltear la mirada hacia dicha experiencia.
El Comercio también trae a colación el caso de la localidad de Huacullo, uno de los puntos más alejados de Apurímac, a 5.100 m.s.n.m. Aquí, una campaña educativa focalizada en los padres y madres de familia, a cargo de las autoridades de Salud ha empezado a rendir sus frutos:
“A los equipos médicos itinerantes e intensificación de las campañas de vacunación, se ha sumado la visión de incluir a la población mediante la educación preventiva que les permite reconocer los síntomas iniciales de las infecciones respiratorias agudas (IRA) y comprender que deben acudir inmediatamente al centro asistencial. Trabajan, además, junto con los médicos en el seguimiento de sus casos para evitar fatales recaídas”
¿Qué podemos decir? Pues, en Apurimac se ha hecho presente toda una estrategia de vacunación, prevención y educación sobre los síntomas de la enfermedad que, al parecer, no se ha trabajado adecuadamente en Loreto. Y se ha empezado a priorizar aspectos que al parecer en la Amazonía recién se empiezan a tener en cuenta, cuando estamos con la emergencia en todo su esplendor.
Uno de los graves dilemas de la estrategia regional de salud es la prevención. Ni que hablar de la organización. No se ha captado directamente las deficiencias en la llegada a los sectores alejados o de difícil acceso. La logística escasea o es insuficiente y los antibióticos no están focalizados debido a que, como es obvio.
¿Qué hacer? Pues empezar a trabajar desde ahora a bajar la mortandad, disminuir las condiciones de riesgo, educar y, sobre todo, trabajar para que otro problema de salud, tan o más grave como esta neumonía, no nos vuelva a pillar desprevenidos y sin recursos ni ideas para combatirlo.