Oculistas reputados, expertos en daños ópticos y diestros en curar males de los ojos, provistos de sus instrumentos de medición y de análisis, se dieron cita en esta ciudad para ver que cuernos sucede  con la famosa y fibra óptica. El nombre determina que se trata de un elemento que tiene que ver con la visión y por lo tanto la curación tiene que venir de parte de los profesionales del campo respectivo y no de mecánicos expertos en tendidos de redes. De un tiempo a esta parte,  dicha fibra se cae, se echa, se recuesta y simplemente deja de funcionar, causando serios daños a los pobres usuarios que no tienen a quién quejarse. Gracias a marchas de protesta, los pobres usuarios  han conseguido que los telefónicos manden revisar la citada fibra.

Los expertos han llegado desde varios hospitales y universidades y se pasan las horas de los días revisando cada milímetro de esa frágil fibra óptica. La frágil fibra debe estar tan deteriorada, sin capacidad de visión, sin posibilidad de parpadeo, para que se caiga así por así como si el viento fuera su peor enemigo. Se espera que al final de la labor de los visitantes los telefónicos, seres afortunados que tienen la costumbre de triplicar sus ganancias, sabrán qué   hacer  para que la fibra óptica no caiga en la ceguera de no funcionar. Se espera que los facultativos contratados inventen una cura de burro para que la bendita fibra deje de ser un problema sin solución ni salvación.

Pero si los expertos contratados no encuentran el problema de la fibra óptica, será entonces la ocasión de contratar los servicios de conocidos brujos de la zona para que hagan sus ritos a lo largo y ancho de la citada fibra. Es posible que esos conjuros lograran espantar el mal que deteriora a ese servicio público.