Desde hace varios lustros colaboro con un diario en Isla Grande con crónicas semanales que se publican en una columna. Es de alguna manera una contribución (sin fines de lucro) a la floresta desde este lado del charco. Es una suerte de anotación. Una suerte de bitácora y cartografía de este peregrinaje- acabo de terminar de leer el libro de Antonio Pigafetta “La primera vuelta al mundo” cuyas apostillas de este primer viaje por el planeta azul me recuerdan a este plan testimonial de las crónicas adobadas por el exilio voluntario y de las circunstancias del cronista. Para y por ello, en lo posible trato de ser puntual con las entregas que me he comprometido hace un tiempo atrás. Las crónicas se preparan dedicando unas horas en elegir el tema y me doy un espacio para escribirlas, en mis caminatas matutinas propongo algunos temas para escribir. Es interesante como disciplina o ejercicio porque se lucha a diario contra la página en blanco o el bloqueo de los escribas. Sin embargo, a pesar de todo este empeño en pergeñarlas y enviarlas dentro de los plazos la redacción del diario es ajena a estos sudores, vive otros tiempos y apuros. Por otro lado, es una situación que se entiende. Cuesta mucho hacer las cosas en los trópicos, lo sabemos por experiencia y en mis propias carnes. Están embebidos en la redacción en su propio ritmo. Seguro que cualquier hecho que le saquen de su rutina genera un pasmoso cortocircuito que toma su tiempo despertar y ponerse las pilas ¿acaso se cumple con aquello de la singularidad amazónica o insular? Así en este contexto de los ralentizados tiempos tropicales envié varias crónicas semanales y, muchas de ellas, no se han publicado. Se da la paradoja que es un diario online pero cuyos tiempos son de diario impreso, por cierto, es una situación de gran calado literario, no es ningún reproche al puñetero webmaster o al editor. He solicitado las razones porque no se han publicado y me señalan es que en el patio de aguas hay días no laborables que cortan el ritmo semanal de las publicaciones y ya está. Me han prometido enmendar y publicar las crónicas que faltan, pero me recomiendan que me siente sobre malva con un buen te de rooibos. Cosas del trópico.

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