“Mi mamá fue guía y maestra en este camino”, asegura

Cora Leticia  Díaz Flores (59) la única representante de Loreto cuya obra se expone en Bruselas junto a 53 artistas seleccionados a nivel mundial. Su preparación y trabajo fue guiado por su madre asegura. Las pinturas realizadas han recorrido el mundo. Se siente orgullosa de haber alcanzado su sueño de ser artista. En Loreto buscar presentar un proyecto junto a un pequeño grupo.

¿Cómo empezó a pintar?

Empecé como empieza un artesano y cuando le hice saber a mi madre que quería ser artista visual se preocupó.  La recomendación por el contexto en la que vivíamos, era que «no es bueno para la mujer». 

¿Qué concepto de tenia de la mujer? 

Acostumbrada a la casa, atender al marido, una vida  a ser un profesional en la casa. Entonces ella, mi madre tenía miedo, y lo que intentaba hacer era protegerme a futuro por los peligros  pero curiosamente me empujaba al arte. Me enseñaba amar a la naturaleza de puras flores y aromas. Crecí rodeada de diversos frutos amazónicos como caimito, mango, palillos. Apreciar sus colores y flores. Todo un mundo de ciencias en cinco minutos. Irónicamente cuando llego a Iquitos no encuentro la manera de desarrollar mi arte. Entonces la única forma es aprender hacer decoraciones, llámese flores, muñecos y otros pero mi inclinación fue las flores.

¿Cuándo empieza su preparación profesional en el arte?

Cuando mi esposo gana una beca para ir a México  y con todo el esfuerzo para mantenernos en un país extranjero alcanzo  ingresar a la formación académica. Entendí que la vida hay que verlos con ojos de amor. Tenía que salir adelante con mis cinco hijos. En México tuve buenos maestros, muy exigentes y eso era bueno. Por un lado sientes la frustración por las calificaciones, a veces pero así aprendemos. Conseguí la licenciatura de Artes Visuales con especialidad en pintura. Con los años, mi familia y yo no sudamos a Bélgica por la labor que realiza mi esposo. Allá se habla francés y en familia acordamos matricular a uno para que aprenda el idioma y los demás a golpes, en la calle (risas).

¿Tuvo que estudiar nuevamente?

Y de cero. El arte es otra cosa allá. Cuando llego a la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas con mi título obtenido en México recibí comentario como «en Latinoamérica se regalan títulos». Eso me sorprendió y también picó por así decirlo. Volví a dar el examen durante 15 días que toma el proceso y obtuve mi oportunidad. Les gustó mucho la forma, el contexto que tenía el color en mi pintura cuando era evaluada. Muchos pensaban que no lo iba a conseguir y llegué al máster en un lugar elitista después de tres años de estudio. Se realizó un concurso y gané. Te diré que mi mamá fue guía y maestra en este camino. 

¿De qué manera?

Con sus enseñanzas. Con las hojitas por ejemplo, la gama de colores que encontramos. Era maravilla. Mi mamá era muy artista en el momento de hacer sus flores, crear su mundo con la naturaleza. Creaba los paisajismos. Mamá me enseñaba con los frutos, las hojas. “Hay más de 50 variedad”, me decía.

¿Cuándo fue la primera vez que pintó?

En la secundaria. Hice un dibujo a carboncillo de un sueño que tuve. Soñé unas manos que caían pero también había el renacimiento. Esa pintura se quedó

Sus trabajos ingresaron a concursos

Un maestro me informa que había un concurso. Yo me río y le digo que no fui la número uno de la pintura. El primer lugar fue para un belga, el segundo para una rumana y el tercero fue para mí. Él mismo viene y me dice que envíe mi trabajo a una convocatoria en Taipei, China. Hablé con mi esposo y me animó. Nosotros mismos hicimos nuestro portafolio y los preparativos. Fueron tres mil trabajos enviados de todo el mundo. Me llega una carta donde se me informaba que fui elegida para el Bienal de Taipei. No lo podía creer. Al siguiente año mando otro dibujo y nuevamente me seleccionan. Una obra mía se quedó allá para el museo. Les pedí que un documento oficial. Todo está en chino y lo único que entiendo es “Cora Díaz”.

¿Qué trabajos realizó en Perú?

Mira, tengo diferentes trabajos y publicaciones a nivel internacional. (Muestra las realizadas). Pero en Perú no tengo ninguno. Solo en el 2014 que vengo aquí y frente al gobierno regional veo un árbol flaco. Me acerco donde el señor (Fernando) Meléndez y le digo que me deje arreglarlo. El único requisito era que se comunique con gente de bajos recursos para enseñarle y que se ganen su dinero con lo aprendido. Se quedaron sorprendidos porque aquí están acostumbrados a que alguien venga y te saquen. Como en todo lugar, hubo gente a favor y otros en contra. Empezamos con los faroles en San Juan Bautista. Seguimos con el decorativo del árbol con material reciclable. Usamos el verde limón de renacimiento y verde oscuro en memoria de nuestros ancestros. Salieron algunas ONGs en contra y cuestionaron. Las botellas que usamos fueron las que recolecté de los ríos y con el apoyo de varias mujeres.

¿Qué retos a futuro tiene?

Tuve que recoger lo usado en ese árbol. Mandé una carta el gobernador para explicarle que necesito recuperar las flores. No puedo quejarme, el vicegobernador me trató muy bien y me entregaron casi cinco mil. Esto se va a repintar y entregar un proyecto en Cerro Palmera. Es mucho trabajo sobretodo el de limpieza. Estamos reusando. Soy artista visual. Tratar de hacer lo que hay en su camino una obra de arte. Respeto la ecología a su manera. 

¿Cora Díaz ahora tiene una exposición reciente?

Hubo una convocatoria para Bruselas. He sido seleccionada y fue una gran sorpresa. Somos 53 artistas de todo el mundo. Bruselas es un lugar pequeño pero hay muchos extranjeros. Hay poco belga. Participan chilenos, cubanos y yo de Perú, Loreto.

¿Cuál fue su obra?

Trabajo mucho con la Amazonía. Es un paisaje que encontré cuando visitaba a mi mamá al cementerio. Ella siempre está presente para darme las ideas. Cada serie que yo he sacado fue por un contacto con mi madre. Entonces me fascinó el juego de colores que encontré en la planta. El discurso es que siempre la planta – que está en el cementerio – une sin distinción de color y eso deberíamos hacer los seres humanos, unirnos y apoyarnos. También se ve peligro y tranquilidad. Como artista se lucha todo el tiempo. Yo expongo entonces que de una intranquilidad a una calma. De un oscurecer a un amanecer. De un renacer en algo mejor.

¿Cuál es su percepción de los artistas locales?

Aquí lo que me da mucha pena es que hay algunos artistas que – están fuertes – pero que van a las escuelas de artes para ver las obras y copiar. Te vas al centro Sanjuanero y toditos son los mismos. Quedas como copión. No es así.

¿Qué le ayuda a concentrarse? Paz interior. Me concentro y no paro. He trabajado mucho en mis pañuelos de seda. Me creerás que me ayudó a vivir. Tengo 25 en lista de espera pagados. 

Usted como artista, desde su formación y trayectoria, cómo ha percibido el machismo, ¿Fue más en Perú?

Fue en los dos lados. Cuando gané el concurso para hacer el mural de la Universidad de Autónoma de Nueva León (México), un amigo me dijo delante de los artistas si yo podía “treparme” a un andamio. Le cuestionó si el andamio va hacer mi obra o yo. Se quedó callado. Pero sabes, así como hay jodidos hay buenas personas. Como un maestro que defendió mi trabajo cuando no estaba presente. Nadie es profeta en su tierra. El artista no es político. Yo soy amazónica.