Convenidos e hidroeléctricas
Moisés Panduro Coral
Todos deberíamos ser ambientalistas en el amplio sentido del término. Tener conciencia plena de nuestro deber de conservar los recursos naturales para asegurar el derecho de las nuevas generaciones de acceder a ellos en niveles iguales o mejores a los de nuestro tiempo. Lograr el equilibrio entre nuestra demanda de supervivencia como especie y la provisión de recursos y servicios que es capaz de producir la naturaleza en un periodo definido. Es irrefutable la afirmación de que la situación ambiental actual del planeta no es buena, que un gran porcentaje del medio físico se encuentra en condición de deterioro, pero también es un axioma realista decir que el bienestar de la humanidad es difícil de concebir sin la ejecución de proyectos que obligan a intervenir espacios geográficos y sistemas ecológicos.
Si intervengo, causo un trauma en la naturaleza, pero incremento el bienestar. Si no intervengo, la naturaleza queda virginal, pero no incremento el bienestar. Bajo este dilema que es primordial, -pues pueden haber otras de elaboración más compleja-, una aproximación al equilibrio deseado sería el de intervenir la naturaleza para incrementar el bienestar, siempre y cuando esa intervención sea ecológicamente remediable, éticamente correcta, técnicamente viable y financieramente rentable. Soy de los que creen en esta aproximación. Estoy convencido de que finalmente el hombre dominará el grave problema ambiental del planeta con la ayuda de una tecnología cada vez menos necesitada de recursos naturales. Dentro de unas décadas, Estados Unidos, el mayor país demandante de petróleo, necesitará menos de este hidrocarburo para satisfacer sus necesidades energéticas pues contará con sus propias fuentes energéticas. En Brasil, un reciente documental muestra que utilizando sólo el 1% de la superficie total del Estado de Alagoas se ha producido el combustible etanol de uso masivo en el parque automotor de sus grandes ciudades.
Resulta evidente que desde este enfoque optimista, la categorización de proyectos realizables están en directa consonancia con tres resultados ambientales básicos esperados: a) que el proyecto origine un impacto mínimo sobre los ecosistemas de manera que la capacidad de resiliencia de los mismos repongan el volumen y la diversidad de los elementos físicos y bióticos perdidos, b) que origine un impacto pasible de ser revertido con la aplicación de procesos tecnológicos desarrollados por el hombre, y c) que el proyecto contribuya a reducir o a anular otras formas de daño ambiental o de consumo voraz de recursos que como un círculo vicioso cada vez más creciente afecta a la vida en el planeta.
A mi modo de ver, lo anterior implica que antes de categorizar un proyecto debe resolverse previamente su grado de prioridad, su no paralelismo con otro proyecto de objetivos envolventes y de valor superior, o en todo caso, su obvia inviabilidad técnica o ambiental. El caso de proyectos cuyos estudios se vienen realizando a costos millonarios no han pasado previamente por este tamiz porque han sido pensados más como bandazos electoreros que como alternativas de solución real a los problemas de conectividad y seguridad energética de nuestra región. Logrado su objetivo electoral, los politiqueros han visto en estos estudios una veta para hacer dispendio del dinero de todos. Para citar solo un ejemplo, la central hidroeléctrica de Mazán cuyo enésimo estudio se ejecuta por el gobierno regional de Loreto, es un proyecto que paraleliza con el megaproyecto de interconexión eléctrica Moyobamba- Iquitos que viene trabajándose desde el gobierno central, que ya tiene estudio definitivo y cuya ejecución debe licitarse en los próximos días. La tozudez de quienes defienden el proyecto no se sustenta en prioridades o en una transparente viabilidad técnica, ambiental o financiera, sino en una gaseosa y supuesta “autonomía energética” del que gozaría Iquitos. Su inviabilidad es obvia pues su diseño comporta un enorme riesgo ambiental, económico y geográfico para la cuenca del río Napo y para las poblaciones asentadas en su área de influencia.
Sorprende aquí que los personajes y las oenegés a quienes he denominado “ambientalistas virginales”, -esos que dicen que hay que dejar la amazonía como está, que no hay que tocar nada de la naturaleza, esos que fueron tan prestos para actuar contra el proyecto Corina, gemelo del proyecto Marañón que incluye la construcción de una central hidroeléctrica en Manseriche y que a fin de cuentas son los verdaderos megaproyectos que el Perú necesita para producir energía eléctrica por los próximos 60 años ya que son mucho menos riesgosos que el pequeñito y oneroso de Mazán-, no digan nada. Esos mismos que celebraron la derogatoria de la ley Corina en Belén como un acto de “justicia”, se han quedado calladitos en todos los tonos. Esos son los ambientalistas convenidos cuya doble moral debo denunciar.
Y nuestro Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), ya debería haber puesto el grito en el cielo por la vulnerabilidad del sector Napo-Mazán, ya debería haber elaborado siquiera un informe preliminar acerca de los enormes impactos sociales y ambientales negativos de este proyecto hidroeléctrico pues no deben olvidar que está ubicado en selva baja. ¿Qué está pasando con nuestros investigadores? ¿O la ictiología del río Napo será una maravilla con este proyecto? ¿O el canal de derivación que es el componente fundamental del dichoso proyecto no es una amenaza para esa pequeña franja de 4 kilómetros que separa el Napo del Amazonas? ¿O no se alterará nada de los hábitats de flora, de fauna y de poblaciones en los 88 kilómetros del río Napo que van desde el lugar donde se colocarán los barrajes hasta su desembocadura en el río Amazonas?.
Ya pues, “ambientalistas virginales”, quiero oírlos.
Estoy completamente de acuerdo con este artículo. Los virginales no se pronuncian cuando les conviene y ni que decir del IIAP. A propósito del IIAP, aquí les envío un Link : http://www.iiap.org.pe/Publicaciones/girh/INFORMES%20CONTAMINACION%20AGUA%20PETROLEO/TrasvaseMara%C3%B1on-Proyecto%20Corina-oct2010.pdf en donde el IIAP hace una opinión técnica tan absurda, pero tan absurda!!!.. que solo se basa en tan escueta literatura y de la opinión en periódicos para emitir un documento como ese.
Imagínense una institución que lleva más de 30 años gastando la plata del canon petrolero y publicar un informe técnico de estos, que es una cosa tan seria, que inclusive la población y ellos podrían ser beneficiados con un canon energético por la aprobación de este proyecto. Pero NO!!… a ellos solo les importa seguir consumiendo el canon petrolero y colocando a parientes en esta institución de “INVESTIGACIO”. En lugar de investigación, deberían ser INVESTIGADOS!!!..
Lean las absurdas conclusiones y recomendaciones a las que llegaron los autores de este documento. Da risa y cólera al mismo tiempo porque en varias partes se contradice.
En referencia a la información de cada uno de estos temas, creo que usted debería compartirla con todos, así podríamos crear opinión. La forma más rápida es publicarlo en internet o disponibilizar la pagina de donde podemos obtenerla.
Esta muy bien compañero el articulo,pero necesitas explicar con datos y cifras veridicas cuales seran esos factores de inviablidad del proyecto del Mazan.Claro que dices de aspectos sociales,económicos,ambientales y financieros pero solo lo mencionas,disculpas de antemano si incomodo con esta inquietud.
Melita, no podría resumir en este breve espacio mis cuestionamientos sobre la inviabilidad de este proyecto. Me gustaría que me escribas a mi correo mpanduro23@hotmail.com para enviarte de vuelta información sobre cada uno de esos temas. Eres muy gentil, gracias.
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