Tener un hijo y saberlo educar no es una tarea sencilla, sobre todo cuando se habla de niños caprichosos. Si no se accede a sus constantes peticiones montará un numerito que acabará en rabieta. Aunque ser caprichoso es algo muy frecuente en los pequeños de corta edad, el tratamiento que le den los padres a esta actitud desde el primer momento será determinante para que ésta no se prolongue.
Muchos padres acceden a los deseos de sus hijos, con tal de no oír llorar y gritar a los pequeños. Sin embargo, actuando de ese modo habrán evitado la rabieta, pero el niño se ha salido con la suya y ha aprendido que la próxima vez que quiera algo le bastará con gritar y tirarse al suelo de nuevo para conseguir sus objetivos.
También es común que los padres acudan a una amenaza o al castigo. Con esa resolución tampoco tratan el problema. Incluso pueden agravar ese comportamiento del niño.
A continuación te presentamos cinco consejos para saber lidiar con los caprichos de un niño:
-Mantener la calma.- Si uno quiere educar a un niño calmado tiene que aprender a relajarse. No hay que permitir que ellos puedan reflejarse en los comportamientos que se tienen ante el tráfico, en el supermercado o en alguna discusión de política con otro adulto. Los niños no tienen las herramientas suficientes como para poder resolver situaciones sin llegar a la ira.
-Justificar los límites.- Cuando los adultos pierden la paciencia, es normal olvidarse de comunicarles a los niños las razones de los límites. Es necesario darles explicaciones ante el no.
-Dejar que saquen a la luz sus sentimientos.- Es importante que los niños puedan sacar a la luz los sentimientos. No gritarles, no ofrecer elementos distractivos, permitirles que lloren, buscar momentos divertidos entre ambos y charlar con ellos sobre los sentimientos.
-Los peligros de ser estricto.- Los padres que son estrictos creen que les están brindando un alto nivel de autodisciplina a sus hijos, pero es todo lo contrario. Los están agitando y poniéndolos en su propia disciplina externa. El rol del adulto es saber establecer los límites ante un peligro o un comportamiento inadecuado para las convenciones culturales en las que se vive.
-Ofrecer otras alternativas.- Los límites deben quedar claros, pero puede haber otras opciones loables para los requerimientos del niño. Los padres deben de demostrar que se tiene consideración por los sentimientos que tiene el niño en ese momento.