Las alianzas

Pierden los que ganan

Las movidas en todos los ámbitos de la política nacional y regional están en busca de los mejores aliados para afrontar con éxito las elecciones presidenciales y congresales de abril del próximo año. Los grandes “partidos” se acaban de dar cuenta que obligatoriamente tienen que pactar con los grupos regionales que poseen arrastre electoral si quieren alcanzar algo de vigencia en los próximos cinco años. Algunos como el Apra han visto conveniente apelar a una figura extraña para la militancia de base como Mercedes Araoz y obtener al menos algunas curules que haga sobrevivir en el espectro político a la jerarquía del partido y con esto se vislumbran que no habrá renovación cuantiosa en la Casa del Pueblo.

Pero los grupos o líderes locales que han ganado en las últimas elecciones son los más tentados por los grandes partidos a raíz de “coincidencias” que no son otra cosa que pactos de poder a compartir en uno u otro estamento del Estado. Incluso se podría decir que el blindaje político es la causa principal de estas seudo alianzas. Ya que los partidos nacionales podrían obtener más réditos en cuanto a la cantidad de curules con caras de conocidos “lobos” de la defensa mediática a cambio de proteger las acciones de los gobiernos regionales y municipales con los cuales se juntarían.

Pero esta decisión que de por sí es natural ante la fragmentación del electorado cada vez mayor, nuevamente haría perder la confianza en esos tercios de votación que han logrado obtener en diferentes votaciones los presidentes regionales que ganaron en la última elección sin pasar a una segunda vuelta. Los grupos regionales son reconocidos en buena medida en sus lugares de origen, del mismo modo que los partido nacionales, es decir, aglomerados en función a la figura del líder que a veces suele ser un caudillo más o menos democrático y en otras sólo poseer un carisma que sintoniza con la voluntad popular y singular de sus localidades.

 Esta circunstancia la perderían (eventualmente) apoyando a un partido nacional, caso contrario, la fragmentación se acentuaría aún más en el parlamento lo que también llevaría a realizar la misma inevitable unión, pero ya en otras circunstancias y de repente con un poco más de oportunismo y acción que haría, incluso, llevar a una mayor cuota de poder, esto, claro está, dependiendo de qué figuras se lancen al partidor como los candidatos al Congreso por parte de estos grupos regionales, figuras que puedan poseer algo más de personalidad propia que incluso ayude a fortalecer antes que a debilitar a su movimiento, fuerza, alianza o grupo regional o municipal.

Claro está que quienes tienen más oportunidad son los que aún están en la retina del electorado y que perdieron en los últimos comicios, pues su trabajo de identificación y campaña sería menor a diferencia de otros que ya se encuentran en el parlamento y que sufrieron el desgaste natural de este cargo o de los que recién se animarían a presentarse al Congreso. Por eso los grupos regionales perderían aliándose a priori a los grandes grupos así estos lideren en las encuestas nacionales, los harían blanco fácil de los mismos epítetos achacados a los candidatos nacionales y a veces indefendibles en ciertos aspectos. Por ejemplo, si van en alianza con los Fujimori habría de defender si o sí las acciones anti derechos humanos durante la década de los 90, y si es con el Humalismo aceptar que se es radical de algún modo, si se va en Solidaridad habría que soportar las críticas centralistas de un partido casi limeño, de ir con el PPC tragarse los sapos de ser pituco o rico y de ir con el oficialismo compartir la misma retahíla de críticas actuales al mandatario pero con el agregado de soportar el desgaste de esta gestión. Tal vez el Toledismo en este sentido está mejor parado pero no deja de identificarse con el centralismo.

En política todo puede pasar es cierto, pero saber esconder o sobrellevar estos defectos nacionales de los partidos actuales depende de las figuras que estén al frente de estas críticas, de los candidatos idóneos en manejo de la opinión pública y no de muchos mequetrefes que no hacen sino ensombrecer y agrandar aún más estos defectos cuando se trata de defenderlos ante el electorado. 

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