Épocas de venganza
Hace poco hemos visto como un grupo de jóvenes “justicieros” se citaron para arremeter contra un energúmeno que pateó y humilló a un anciano por el simple hecho que este le pidiera bajar el volumen de su equipo de música. Todo esto en Miraflores de Lima fue filmado por ellos mismos para luego subirlo a las redes sociales afirmando un supuesto machismo.
Los convocados tenían como consigna cobrar venganza por este hecho. Previamente bajo un sistema informático ubicaron con nombre y apellido al sujeto, su dirección a sus acompañantes y arremetieron antes por las redes. Cómo el muchacho, que además evidenciaba una serie de limitaciones sociales, contraatacaba los jóvenes fueron a su casa a verle y pedirle que sea tan “machito” como se decía abiertamente.
Intervino la policía, su padre pidió perdón y fue internado en una clínica mental. Un recurso que utilizan los que tienen dinero para evadir la justicia. No fue el único caso, por las redes e internet a diario se ven historias de estas. Los problemas mentales y limitaciones de toda índole de una sociedad enferma, se muestran en tiempo real y, claro, los guardianes de la justicia o simplemente ciudadanos atentos intentan ajusticiar al ofendido o débil.
En esa dirección; alguna decisión desafortunada del gobierno también, aunque en otros niveles y seguramente en otros grupos, suele requerir cierta venganza o pedido de enmienda. Y resulta. Porque ya hemos visto como el gobierno ha retrocedido varias veces en sus decisiones cuando las papas queman o al menos se entibian primero en las redes para luego pasar a la calle. Ese termómetro sirve para conocer la dirección de los medios que normalmente se cuelgan de estas olas digitales que alborotan la internet y que además deja certezas del nivel de tendencia que son.
¿Sucederá lo mismo en tiempos de elecciones? Todo apunta a que sí. Los recordatorios que significan cada error de los políticos se magnifican en campaña y los niveles de acceso a redes son cada vez más apabullantes. Esa también será una manera de cobrarse una revancha en la decisión por quién elegir y por quién no. Las traiciones de las aspiraciones originales de un político suele ser un ejemplo claro y conciso que retumba a diario en las mentes de los electores y que son, por obra y gracia de las redes, atemporales.
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