La decencia tiene nombre y apellido
Si la decencia fuera un requisito para ser elegido alcalde o presidente regional, de seguro nos quedaríamos sin autoridades. Y no se habla de decencia por las buenas artes a la hora de exponer ciertas ideas como candidato, ni siquiera que esa persona pueda demostrar algo de conocimiento de la realidad a la que postula, sino de los actos que son investigados por la actuación de estos personajes en la vida pública e incluso en su vida privada. Siempre es bueno hacer caso a ese dicho popular que está entre nosotros. Si una persona no puede gobernar su vida o su familia, menos podrá hacerlo con una ciudad o una región.
Por eso debemos celebrar entusiastamente que el Jurado Nacional de Elecciones JNE haya desastimado las candidaturas de tres impresentables como Alex Kouri en Lima, Luis Cáceres en Arequipa y Luis Valdez en Pucallpa. Ese argumento que señala que el procesado no es un sentenciado y que el domicilio es múltiple y por tanto puedo ser candidato donde a mi me plazca, será de entretenimiento y explicaciones filosóficas, semánticas y leguleyas, pero lo cierto es que está reñido contra la ley y amerita –en este y muchos casos más– ser vomitado de la contienda.
Para los ciudadanos debe importar los argumentos de fondo, más que los legales o los populacheros (como decir que los sacaron porque hay una red contra los simpatizantes del fujimorismo) de gente que ve fantasmas donde no los hay. En el caso de Kouri sus videitos con Montesinos deberían condenarlo de por vida para la representación popular (aunque no para la política) y en el caso de Cáceres Velásquez en Arequipa ya era una afrenta a la inteligencia de un pueblo que últimamente lo puso en su lugar, pues no asomaba en las encuestas, por más descarado, impresentable o barbaján que fuera. En el caso de Valdez hay otros componentes pues se mezcla el paternalismo de los narcotraficantes con un pueblo que ve en él alguien dadivoso, aunque fascineroso.
De esos casos hay miles en estas elecciones, desde aspirantes a presidentes regionales hasta concejales a municipios distritales. Y aplicar la ley es una tarea limpia de este Jurado que lo enaltece una figura como la jueza Greta Minaya y es una tarea pendiente desde hace casi treinta años, pues desde la conformación de este órgano luego de la vuelta a la democracia en el segundo gobierno de Belaunde Terry, este instrumento legal ha servido para validar elecciones ilegales (como la de Fujimori) o hacerse de la vista gorda en casos como los que ahora sí se están pronunciando.
Esperemos que la labor continúe y sea genuinamente infatigable y sea un ejercicio de educación electoral y a partir de ahora los aspirantes a representarnos sepan que no se nos puede huevear fácilmente a la hora de consignar datos o atribuir falsas direcciones o estar procesado y salvarse por el sólo hecho de no tener una sentencia o tener deudas y ser caradura para cancelarlas, pese a que se hace jactancia de poseer dinero. Cuando se trata de peculado así la Fiscalía esté sólo investigando (porque amerita de por sí un primer estudio de parte) el candidato debería ser expectorado, esa es una reforma constitucional pendiente que nada tiene que ver con ese cuento de la libertad a ser elegido o la presunción de inocencia. Ojalá ése sea un segundo paso de ahora en adelante, pues con esa figura legal se habrá avanzado siglos de modernidad y decencia.