Caso Chehade: “Si cuñao”
Es más que evidente que si el gobierno se quiere curar en salud con el tema de Omar Chehade, el segundo vicepresidente debe irse del ejecutivo y ser un anónimo más durante un buen tiempo en el legislativo. Estos cargos de pertenecer tanto al gobierno como al legislativo debe ser una figura legal que debe cortarse por lo sano, porque es más evidente el caso de conflicto de intereses que se han suscitado en estos cargos y ya parece que adrede estos tipos se hacen elegir a la vez congresistas, precisamente para que la inmunidad los proteja de casos como este tema de Andahuasi.
Es evidente también que el tema impuesto de manera sublime por la prensa de derecha apunta a tener un trofeo de guerra nada más y nada menos que con la cabeza en bandeja de plata de un vicepresidente. Y es evidente por supuesto que los generales retirados (y bien retirados más por casos de corrupción y renovación que por formar una “pirámide de mando” dentro de la institución), no quisieron irse solos al pasarlos al retiro y más que buscar al verdadero culpable, intentaron darle una lección al gobierno por su salida, pero el tema; por más que lo minimicen los nacionalistas o intenten buscar chivos expiatorios como en una reducida facción del Apra que apenas sobrevive, es culpa de la convocatoria y formación de los cuadros (in) existentes en el partido de la olla.
No cabe duda ahora que la mejor decisión en este grupo fue acercarse al de los izquierdistas – caviares – pejerreyes – rojos que ahora escudan a los nacionalistas, pues por más que haya habido torpedos – misiles de la derecha hacia ellos, la experiencia en estos planes de sabotearlos y rescatarse del ojo crítico de la opinión pública ha sido la plusvalía política, que incluso, han sabido aprovechar tras las críticas hacia ellos, marcando distancia y devolviendo el boomerang de las campañas con gran éxito, llámese presidencia de comisiones, ministra de la mujer o reaperturas de campaña de esterilizaciones como manera de sacar los dientes.
El problema han sido y serán siempre, ya sean en los grupos políticos formados sólo para campaña o los partidos tradicionales: los invitados. Estos “invitados” no tienen más que el dinero como capital político y cierto caudillaje, cuando se trata de provincias, y una que otra habilidad discursiva que se basa más en la información (siniestra) del propio grupo que lo invita que en acciones concretas con el plan de campaña electoral que la población elige.
¿Acaso Chehade es izquierdista o nacionalista? ¿Acaso ha sido conocido defensor de derechos humanos o enarbolado temas medioambientales de moda o políticas igualitarias para que sea invitado de lujo? No, el capital que ha tenido es el conocimiento de la corrupción en el Apra pues era procurador en esa gestión y su afinidad a la cámaras en este aspecto sumando un verbo de contrapunteo que lo hizo abogado de Humala, de quien obviamente tuvo que enterarse de entretelones en el caso Madre Mía que lo llevó a la diestra del candidato nacionalista.
Chehade, como ahora todo parece demostrarse, estaba trabajando para él y sus compinches de los grupos que siempre han dominado al país, además de sus estrategias de hacerse – como sea – de los recursos sobrevalorados por el mercado a quienes representan. Ahora que señala como defensa que se trata de una campaña en su contra o que es una venganza de la derecha o de los que investigó, es puro cuento que a él no le resulta por no tener ese pasado de perseguimiento real. Estos actúan siempre en familia para hacerse de las suyas (si no recordemos a los Fujimori) por eso llevó a su hermano y sus “patas” para empezar a formar una banda bajo el mando de los Wong, bien hecho entonces que se jodan. Esperemos.