Puerto de Essaouira, Marruecos.
Mientras viajaba, en pleno desierto del Sahara en medio de dunas, junto a caravanas de camellos, me preguntaba la conexión entre este lugar desértico y la floresta, aparentemente opuestos. Claro que existe. Desde el Sahara viaja el polvo del desierto que ayuda a la fertilización de la vegetación del bosque amazónico; es un viaje de miles de kilómetros por el aire. El Océano Atlántico, que baña las costas de Marruecos, tiene una gota del Amazonas, la naturaleza es recíproca. Nos ayuda con el polvo y mojamos sus playas. En un viaje que hicimos a Marrakech, recuerdo que Abderrehman nos recomendó ir al Puerto de Essaouira. En ese puerto había una población judía, siendo mi interés seguir esas huellas, así que esta recomendación fue de la más oportuna. Es un puerto muy simpático y con buena comida. Abderrehman es el padre de mi cuñada Hind, él vive en Casablanca con su mujer Tlaitmasse, la mamá de Hind. Ellos habían venido a Madrid días antes de la declaración del confinamiento duro en España, debido a la pandemia. Con las fronteras cerradas, lo que era un viaje de unos días, les supuso meses hasta poder volver. Así que Hind tuvo que ingeniarse para que sus padres pudieran volver, extrañaban su casa, con toda razón. Una odisea. El caso es que estando ellos en Madrid, en el confinamiento, a mí me tuvieron que ingresar en el hospital porque estaba gravemente enfermo, con una neumonía producida por la COVID-19. Durante los días en el hospital además de las plegarias de mi madre y de Mila, mi suegra, mi cuñado Carlos me comentó por el watsap que también se había sumado a las oraciones Tlaitmasse. Así que tenía rezos ecuménicos, de dos de las religiones más importantes de la tierra. En los ratos de soledad que te invade en el hospital, en medio de esta enfermedad, recordaba el esfuerzo de estas tres mujeres en sus plegarias. Eso no se olvida fácil. Cuando salí del hospital ellos todavía no habían conseguido volver a Marruecos. Felizmente, en la primera apertura de la frontera pudieron volver a Casablanca. Hace unos días Hind nos avisó de que Abderrehman nos había enviado una carta desde Marruecos. Una carta muy bella y emotiva, hecha con el corazón. Estas son cosas que nunca se olvidan. Shukram, Abderrehman y Tlaitmasse, estarán siempre en mi memoria. Agradecimiento eterno.