En la campaña electoral del pasado 2021 el señor Jorge Monasi abandonó su filosofía de galpón o gallinero, renunció a sus piantes polluelos, canceló el alquiler del antiguo cine Belén, desmovilizó su minúsculo partido provinciano y todo, fundó otra agrupación eleccionaria con el mismo nombre y se lanzó en picada a la alcaldía de Punchana. Su símbolo era una monumental avestruz, su lema derivaba de la diosa romana de la limpieza, Higea, y sus armas de difusión de sus avanzadas ideas fueron los 3 camiones recogedores de los desperdicios. Antes del canto de los gallos meristas o no, del cacareo de las gallinas, él mismo en persona y calzado conducía una de las unidades de higiene pública.
El mayor inconveniente de ese candidato moderno y de avanzada era comenzar con su faena. Había tanta basura por todas partes que no atinaba a encontrar el flanco apropiado, el lugar exacto, para iniciar su tarea bajopoliciáca. El otro problema, una vez recogida la cochinada diaria, era hallar el sitio donde dejar los elementos del desastre. Como no había relleno sanitario, ni agujero en el monte, ni orilla de los ríos, ni huerta despoblada, devolvía lo recogido a su lugar de origen. Evidentemente no estaba limpiando la ciudad, como él suponía. Lo estaba ensuciando. Pero no importaba. Peor era nada. La situación se complicó cuando surgió un colectivo, financiado obviamente por los envidiosos opositores, que le reclamaron el caldo de costumbre, la sopa de siempre.
Es posible que el señor citado hubiera continuado en campaña, esperando los esquivos votos. Pero cierto día la tombería recepcionó la denuncia de que los carros recogedores habían desaparecido. Ocurrió que en ese entonces había tanto desperdicio entre las calles, las esquinas, las veredas, los corredores, los jardines, los pasadizos de las casas, los cuartos, las huertas que esos 3 camiones se extraviaron entre tanto cerro, tanta montaña, acaso para siempre.