A pesar de tener un rodaje de cuarenta años de período democrático, en este lado de la península, las ideas de la extrema derecha se blanquean con cierta facilidad. El pasado sangriento de la guerra civil poca importa en estas memorias usureras – están empeñados a reescribir la historia ¿acaso eso tiene tufo totalitarista? Lo increíble es que no hay resistencia o esta es muy débil en argumentos. Estos rancios pensamientos se apoltronan y están ya en la palestra sin ningún rubor (muchos de sus líderes practican poco la ejemplaridad pública, pero poco importa). Nadie pone reparo, navegan sin aduanas y a río revuelto. Es más, estas ideas tóxicas se promueven desde los púlpitos y los medios de comunicación, muy activos. La exhumación de Franco del Valle de los Caídos hizo emerger el franquismo que muchos españoles y españolas llevan dentro y en silencio. Al exhumar al caudillo pareciera que esas rancias ideas se desentumecieron súbitamente. Las ideas promovidas por estos caballeros y damas huelen a cierta nostalgia del imperio español ya fenecido, a naftalina. En la televisión día sí y día también estaban las ideas de sus promotores en la ventana pública y muchos de los que dirigen estos programas los promovían. Allí expelían y expelen sus ideas fuerza contra la inmigración, contra el feminismo, contra lo políticamente correcto (a ratos este discurso político se carga de testosterona) ¿esto es consecuencia de un proceso de transición mal cerrado y con cicatrices mal curadas? No lo sabemos. Pero estas ideas en la palestra son muy dañinas a la convivencia social, pero parece que eso poco importa. Estas ideas no creen en el sistema democrático (son como los partidos a favor del Brexit que tenían curules en el seno de la Unión Europea), la democracia o el debate de las ideas les estorba. Hay que encontrar medios como frenar esta anomalía que ya parece ser una normalidad.