ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

José María Arguedas, el escritor universal que nació en los Andes, no se cansaba de recomendar a sus amigos que cuando una ciudad visitaran no dejen de ir al mercado y al estadio. Ahí está la gente vendiendo, sonriendo, comprando, conversando. Añada los gerundios que usted desee. A los mercados y estadios, donde se reúne la gente, añado un lugar donde escasea la gente: las bibliotecas. Claro escasea la multitud pero está llena de sabiduría, historia, libros, periódicos y más.

En Bretaña, capital del distrito de Puinahua, PETROTAL ha levantado una biblioteca que tiene, entre libros y más, tremendos televisores de última generación y tablets intactas que esperan un uso adecuado. Cuando la empresa petrolera entregó a la Municipalidad para administrar la biblioteca, la autoridad edil destacó al lugar a una profesora que tenía poco conocimiento bibliográfico pero derrochaba entusiasmo. Quería hacer muchas cosas, pero sin decisión política ni recursos el entusiasmo queda allí. En Iquitos, se inauguró hace algunos años una biblioteca virtual. Comenzó bajo la dirección del periodista Luis Tafur Rengifo, ya fallecido. Desde su funcionamiento tuvo directores que mostraban entusiasmo, poco conocimiento bibliotecario. En estos días, se ha cambiado al personal, se ha enviado gente de diversas áreas. Esas personas tienen un denominador común: atienden con cordialidad y se entusiasman porque en las últimas semanas diariamente visitan las salas más de 250 personas, cuando históricamente no pasaban de 50. Ese entusiasmo, sin embargo, se contrapone con el desorden bibliográfico y la nula organización de actividades alrededor de una biblioteca.

La biblioteca municipal de Yurimaguas, administrada por la Municipalidad Provincial de Alto Amazonas es una de las más antiguas de la región. Conserva en su interior tesoros históricos, documentos que incluso sólo están redactados en máquina de escribir. Arnulfo Rengifo ha sido nombrado director hace menos de un mes. Don Arnulfo, cual decorador empírico, se entusiasma porque su objetivo es ordenar los libros, digitalizar los documentos y, lo más importante, juntar a los escritores que viven en Yurimaguas, los que están muertos ya no me dice en su amazónico inevitable e inconfundible, para la fiesta patronal y que todos ellos conversen sobre sus obra, sus vida y más. Su entusiasmo aún no es acompañado por el mejoramiento urgente de los ambientes.

Hay una ley, de las tantas que no se cumplen ni aprovechan en el país, que promueve, incentiva y premia a las municipalidades distritales y provinciales, para que mejoren las bibliotecas y, de ser el caso, construyan lugares donde los libros tengan bibliotecarios. Las bibliotecas no sólo guardan libros. Lo que se hace alrededor de ellas es fundamental para incentivar el amor a la lectura. Hoy que las nuevas administraciones tienen un semestre, de los ocho que permanecerán los alcaldes en sus sillones, sería pertinente que se disminuya el déficit de bibliotecas y se tenga dentro de cuatro años 53 bibliotecas distritales y ocho provinciales que sean un ejemplo de gestión. En algunas solo falta programar actividades porque infraestructura tienen. Lo que sucede en Bretaña, Yurimaguas es Iquitos debería ser un impulso para que Loreto sea conocido por tener las mejores bibliotecas del Perú.