En caso de Keiko, Humala o el mismo Charles
La ciudadanía es un ejercicio de derechos y responsabilidades. Cuando uno adquiere la mayoría de edad y por ende la ciudadanía, entonces debe asumir los beneficios y libertades y también los costos de sus decisiones que para eso vive en una sociedad democrática. Al igual que exigimos a los políticos que cumplan con sus promesas electorales, nosotros, los de a pié, también tenemos que bancarnos lo positivo y lo negativo de nuestras decisiones.
Si Ollanta Humala ofrece la pensión 65, la reducción del precio del balón de gas, y la nacionalización de algunos servicios que ahora brindan los privados (con los bemoles de su actual hoja de ruta), pues debemos ser implacables – en caso de salir elegido – y exigir que esos ofrecimientos se cumplan, incluso esas promesas más gaseosas para unos como el cumplimiento de los valores democráticos. Así mismo si Keiko Fujimori, textualmente ofrece generalidades sobre la política y la economía nacional entonces debemos ser también exigentes sobre donde no hay precisiones. ¿? Claro, bancarnos los compromisos pero también las omisiones para que luego no nos quejemos.
Si la tortilla se voltea y estos dos candidatos- cualquiera sea el ganador – cambian de rumbo intempestivamente, entonces también debemos asumir la responsabilidad de haberlos elegido ciudadanamente con nuestros votos. Independientemente de los argumentos legales y constitucionales de respuesta ante un régimen que intenta ser ilegal, hay una culpa directa entre los que votamos por tal o cual candidato.
Si el voto fue nulo o viciado porque ninguno de los dos que participó me gustó y por ende esa carga no es mía, entonces también cabe una responsabilidad por no actuar más comprometidamente con el personaje que nos hubiera gustado que llegue, es decir practicar la democracia desde los círculos más pequeños. Esos son valores que nos gobiernan, no hay otros.
No sólo se trata de echar barro y esconder la mano cuando las cosas se ponen de color marrón, la ciudadanía implica “tragarse el sapo que elegí” porque en ese momento pensé que sus antecedentes y su misma biografía no valían para tener una idea de lo que en el futuro podría pasar. Claro que el Estado es el principal formador de ciudadanía y en sectores analfabetos u olvidados por el sistema, no podemos pedir los mismos criterios o variables para medir esta responsabilidad que en ciudades mayoritariamente alfabetas donde si existen los medios y herramientas para poder realizar una mejor elección.
Esos pretextos que se alude en campaña como por ejemplo, “sólo los cholos e ignorantes votan por Humala” o “todos los que votarán por Keiko les gusta la corrupción o son ricos”, no genera responsabilidad y sí polarización basada en un desconocimiento de la formación social del país.
La misma responsabilidad deben asumir aquellos que quisieron votar por Alan García en la última elección, o bien para reflexionar y ese aprendizaje sea perdurable (y no pasajero o amnésico como sucedió en el país tras su gobierno del 85 – 90), o bien para cambiar de posición como parte del rol de la democracia electoral.
Similar consecuencia deben asumir los que eligieron alegre y convencidamente de sus actuales presidentes regionales o alcaldes. Por ejemplo, lo que sucede con el burgomaestre de Iquitos, Charles Zevallos, es una prueba de lo que se veía venir, es decir, que tome el gobierno municipal con una banalidad y ligereza que no sólo puede ser sinónimo de la huachafería sino limítrofe con el delito moral sino legal. ¿La culpa lo tiene él susodicho que hizo de los besos un valor electoral? No, porque bendecía desaforadamente esta actitud, la culpa es de esa gente (un poco más del 30%) que lo eligió pese a que estaban informados de lo que ya había pasado en su distrito cuando fue él alcalde. Ahora que asuman sus responsabilidades y justos pagan por pecadores, caballeros nomás, cuñao.
Me parece un poco desacertada su comentario respecto a la falta de personalidad y de seriedad de estos sinverguenzas.El pueblo escucha las prouestas de estos sinverguenzas y pensando en un futuro mejor para la ciudad,sus hijos y ellos mismos abren sus esperanzas a esas ideas y quieren creer en lo mejor y dar la oportunidad al candidato que creen es la mejor opcion.Desafortunadamente en la mayoria de los casos resultan engañados y estos pillos no cumplen sus promesas.Y con el cuento de la «democracia y justicia » que existe en nuestro pais nadie puede hacer nada y estos pillos se rien en la cara de todos.Pero si la ciudadania se pone los pantalones y exige lo que es justo y si es posible ir mas alla para lograr lo que se nos ha prometido, el pillo de turno va a pensarlo mejor y los futuros pillos tambien van a ver que el pueblo ya no esta dispuesto a seguir siendo burlado.
Se que hay muchos que van decir que este tipo de reacciones no es de una sociedad civilizada,para eso esta la democracia,justicia y todas las estupidas excusas que siempre salen.Que es de animales pensar asi,pero a las animales hay que tratarlos como se merecen como animales.
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