34 años después… Una historia conocida pero jamás contada en los diarios
FOTO DE TODO EL EQUIPO: Jair Márquez, un invitado de Lima, Otto Gonzales , Cueva, Esteban Ángulo, Hugo Barbagelata, Oscar Vera, Henry Perales, utilero. Ernesto Guillén, Ferrreyra, Waldir (brasilero que tiene en sus brazos al hijo de Jair, Waldir), Selane (brasilero), Oscar Calvo y Rafael «Candelita» Rengifo.
Humberto Vargas Pizango, Jair Márquez Freitas. José Zanetti, Silvino Treceño Ríos, Rafael Candelita Rengifo, Jacker Tello, Rony Valera, Manuel Fernández. Hugo Villaverde, Henry Perales, Ramón Quiroga, Miguel Company, Masho Salazar, Segundo Valera, Oscar Calvo. Ellos y más aparecen en esta crónica de aproximación a lo que fue el antes, durante y después del título de Hungaritos Agustinos.
Humberto Vargas Pizango había heredado suavemente los negocios de su padre, Humberto Vargas Pisco. Hugo Villaverde había salido de su puesto en el Banco Amazónico para trabajar con su contemporáneo Humberto. Años antes, Henry Perales, conocido como “el chejo Perales”, se había casado con la hermana del “Pato Villaverde”. Fue el pato quien convenció a Humberto de apoyar a Hungaritos Agustinos, pues Perales ya estaba como entrenador del equipo aquellas vacaciones de 1984. Jair Márquez, había asumido en 1976 la Presidencia de un club que estaba en segunda división y tenía que enfrentar la campaña, pero sólo tenía dos jugadores a pocos días de cerrarse la época de pases. Coincidentemente se amplía el plazo y logra inscribir más jugadores. Ahí comienza un periplo que no termina hasta conseguir el título de la Copa Perú y convierte a Hungaritos Agustinos en el único equipo que logra llevar el trofeo a Iquitos cuando era alcalde de Maynas Rony Valera Suárez, aprista que también apoyó laboralmente en ese logro. Silvino Treceño Ríos, creador del equipo, había emprendido una campaña terrible contra Hungaritos y sus dirigentes que sólo fue olvidada con la celebración de la que el curita agustino formó parte vistosamente.
En un libro inédito -del que también se prepara un guión cinematográfico- Humberto Vargas cuenta que decidió apoyar a Hungaritos luego que Henry Perales se reunió con ellos. Cuando estudiaba en el Colegio San Agustín su padrino era el padre Silvino Treceño Ríos y le puso a jugar en Hungaritos en 1970 y ese recuerdo influyó en su decisión. Pero, fundamentalmente, porque tenía plata para gastarla.
“Primero colaboramos comprando las gaseosas para los muchachos, luego entregamos los premios hasta que ya asumimos todos los gastos”, confiesa Humbero desde Pucallpa, ciudad donde radica actualmente. Desde ahí me recuerda que antes de entrar a Hungaritos apoyaba a CNI que presidía Pepe Zanetti. Fue él quien dio el dinero para contratar a Ramón “Chupete” Quiroga. Zanetti siempre le prestaba dinero pero nunca le devolvía, dice risueñamente. El dirigente de CNI no veía con buenos ojos el apoyo de Vargas a otro equipo. Será por eso que el día que lograron el título Jair Márquez casi se va a las manos con “el gringo”, quien se molestó porque el largirucho profesor le dijo “tendrás plata que te ha dado Vargas, pero no cerebro para campeonar”.
Los gastos aumentaban y luego de lograr el campeonato local de 1984, la participación en la etapa eliminatoria demandaba más dinero. Humberto Vargas, para manejar mejor los gastos, decide poner al papá de su esposa de esos años: Jacker Tello. Era el Presidente en la sombra. Luego Jair Márquez pasó a la Vicepresidencia y Tello asumió la Presidencia. Hungaritos tenía el mejor plantel y también el más numeroso. En cada puesto había dos jugadores, por lo menos. Así llegan a la finalísima de la Copa Perú. Humberto se fue a recibir al equipo en Lima, acompañado de Pepe Zanetti, quien un poco más y se ríe en la cara de los jugadores porque decía que con ese biotipo no ganarían ningún partido. “Son unos pichiruchis”, recuerdan que dijo. Entre risas y charla deciden que la empresa “Calvo” apoye con la vestimenta. Acuerdan que se confeccione varios juegos de uniformes. Humberto había comprado en Colombia cuatro juegos, así que a ellos se los agregó el logo de esa marca que por esos años era sponsor de moda. Hungaritos llegó a tener ocho juegos de uniformes y en cada partido intercambiaban polos. Años después varios dirigentes seguían en posesión de esos uniformes y los regalaban y vendían en Iquitos.
Jair Márquez Freitas llega circunstancialmente a Hungaritos en 1979. Y era Presidente cuando llegan los financistas. Le pido una foto en la que estén Pato Villaverde y Humberto Vargas y me dice: “Esos patas, no se tomaban fotos”. Pero a ellos se debe que Iquitos haya tenido un campeón en la Copa Perú. Sin la plata de ellos no se podía sostener la campaña desde 1984 hasta los primeros años en el fútbol profesional. Mucho dinero corrió por esos años, para la campaña en la Copa Perú y en el fútbol profesional. Humberto, recuerda que cada vez tenía que desembolsar más dólares. En esos años él viajaba constantemente a Leticia y cuando regresaba se ponía al día con los jugadores. Ausente por la naturaleza de su negocio, estuvo fuera de Iquitos más de tres meses y los jugadores estaban a punto de retirarse del club. De un momento a otro llegó y, junto con Pato Villaverde, pidió ingresar al camerino para hablar directamente con todo el plantel. Anunció que se cumpliría con los pagos atrasados y se daba un premio especial por la demora. Desde ese momento se haría la entrega puntual, anunció. Arrancó aplausos y al día siguiente, titulares y suplementes desfilaban por la séptima cuadra de Arica, donde se ubicaba el negocio de un familiar de Villaverde, para recibir el dinero.
Jair ha vivido esa historia. Cuando Hungaritos se desligó de su creador, campeonó y bajó de categoría, ya antes se había producido la reconciliación del cura Silvino. Esta es un poco de la historia. En 1979 Hungaritos casi baja de categoría y Jair propone a Silvino que se ingrese a un período de receso. La idea era que ExAlumnos, otra de las creaciones de Silvino, lleve a los jugadores que consideraba útiles. Como Silvino no había cuando defina, el propio Jair encontró unas personas que querían apoyar al equipo y logran la contratación de Edgar Ferreira y otros jugadores más. Cuando Silvino se entera de esa contratación monta en cólera y cita a una sesión de urgencia a Jair con la directiva de ExAlumnos Agustinos. Ahí el cura pide que le cedan los jugadores. Ante la insistencia le dicen que lo ceden si es que devuelve el dinero que se gastó en la contratación. Su cólera aumentó ante ese pedido y, literal, botó a Jair de la sesión. El profesor se reunió con la directiva de Hungaritos y decidieron no sólo seguir en el torneo sino contratar cuatro jugadores más de ExAlumnos. Así llegan el chino Lao, Truman Panduro, el chueco Lozano y Ramírez Púa. Para cerrar la faena contratan como entrenador a un exjugador emblemático de ExAA: Cañoncito Rengifo. “Eso fue su muerte”, me confiesa Jair algo risueño. Esa cólera le duró más de cinco años a Silvino. No sólo eso. Sino que desde el programa “Pórtico Deportivo”, que dirigía, comenzó una campaña contra Hungaritos y contra Jair, a quien llamaba abigeo y más cosas. Todos comentaban el lío porque el programa de Silvino era uno de los más escuchados. Quien leía los escritos de Silvino era Alfonso Yalta Gaviria, el popular Vaporito. Le recuerdo esos tiempos a Vaporito y sólo atina a decir que será por eso que “hasta hoy llamo Silvino a Jair, como una manera de bromear”. Le pido más detalles y me dice que los escritos del cura eran dinamita pura y él los leía con énfasis. Tanto así, me cuenta, que un día una familia entera le esperaba fuera de Radio Eco para golpearle.
Jair, después de 40 años, recuerda que el primer partido en el que se enfrentaron ambos equipos el mismo Monseñor Gabino Peral de la Torre, Vicario de Iquitos, llegó de blanco al estadio para observar que todo se desarrolle con tranquilidad. Jair es parte de la historia de ese club, pues desde 1976 lo dirigió y subió a segunda en 1978, el 79 casi bajan y el 80 fue el partido con ExAA, que acababa de participar en la eliminatoria de la Copa Perú. Monseñor acudió al estadio porque Jair le había informado de los insultos de Silvino. “Cuervo, abijeo, usurpador y muchas cosas más y era un maltrato a mi persona, así que decidí contarle todo a Gabino”, me dice. Hungaritos se formó para servir de semillero de ExAA. Pero luego del lío con Silvino logró mayor hazaña que “el equipo canario”. Cuando el equipo campeonó y la prensa nacional comenzó a indagar cómo se creó y el origen del nombre, se buscó a Silvino, quien no tuvo más remedio que contar una parte de la historia.
El mismo Jair recuerda que entre el 79 y 83 -aunque él fue elegido presidente en 1976 cuando Hungaritos estaba en segunda división- fueron años de sacrificio y sacaban dinero de lo poco que tenían. Hasta que Henry Perales llega al comando técnico y les convence que tienen que recibir el apoyo de Villaverde y Vargas. En realidad, Jair era jugador de básquet de ExAA y paraba en el local del club en la calle San Martín. Cuando se retira de presidente de Hungaritos Jaime Brisley Zumaeta, quien tenía el singular apelativo de “disparate”, le pide que asuma el cargo y acepta, sin imaginarse el rol que tenía en la historia del fútbol loretano.
En 1983, que es el año que comienza la etapa feliz del equipo, se formó un buen plantel. Pastor Paredes, coach top de esos años que había seguido cursos en España, fue el entrenador. Ya habían llegado Rafael “Candelita” Rengifo y otros. “Con Pastor no pudimos lograr nada y un dirigente, Aspajo, se hace cargo del equipo, pero casi al final hubo relajo y para poner orden le contrato a Henry Perales, famoso jugador de CNI”, recuerda Jair. Ahí comienza el camino al éxito. Ese 1983 el club no tenía plata, el 84 tampoco. “Teníamos buenos jugadores, buen entrenador y nos faltaba plata, Perales propone traerle a su cuñado Hugo y amigo Vargas a apoyarnos”.
Jair Márquez sostiene que el equipo vino formándose desde el 81 cuando se quedaban los mejores y los que no rendían o por indisciplina se iban. Si no llegaba Perales nada hubiera sucedido. Para comenzar la campaña del 84 se contrata a Oscar Calvo que llegó desde Lima. Estaban los mejores jugadores de Iquitos. Adriel Cardama, Robert Guzmán, Alejandro Orbe, Manuel Meléndez y demás. El delegado, hasta la finalísima de la Copa Perú, era Segundo Valera, ya fallecido. El delegado suplente era Manuel Fernández, el popular “gepeache”. Perales entrenaba y contrataba a los jugadores. Si faltaba algo en el entrenamiento, él compraba. En esos primeros días los jugadores no sabían de dónde llegaba la plata, a las semanas ya maliciaban y a los años tenían la certeza.
Luego del título en la Copa Perú, de la alegría se pasó a la división. Los manejos económicos eran motivo de controversia. El manejo deportivo era discutible. Así llegó el ocaso de un equipo que le dio momentos de alegría a un pueblo de la mano de dinero ilegal. “Eran los tiempos de los mecenas, que ponían dinero legal y también ilegal”, dice Humberto Vargas. Pero el dinero lejos de evitar las pugnas, a veces contribuía en las discusiones. Jair cuenta que al notar que Henry Perales sacó a la mayoría de loretanos para la campaña profesional, mostró su molestia y la situación se hizo insostenible hasta que renunció en junio de 1986. Por esos meses también “jalaron a los viejos de CNI y Henry manejaba a su antojo el club, así que decidí renunciar”, comenta mientras muestra la carta que presentó aquella mañana.
Tanto Humberto Vargas Pizango como Jair Márquez recuerdan el contexto en que se dio la campaña de Hungaritos Agustinos. Era alcalde de Maynas el ingeniero Rony Valera Suárez. Varios funcionarios de la MPM eran dirigentes del equipo y se contrató en la administración municipal a jugadores, a quienes se daba facilidades para entrenar. Estaban en la planilla del municipio y en la relación de Hungaritos. Algunos, como Orbe, aún siguen trabajando ahí. Consultado para esta crónica un antiguo trabajador municipal -que prefiere no ser nombrado- confirma que por lo menos una docena de jugadores eran trabajadores de la comuna. Le pido mayores detalles y me indica una anécdota: uno de los titulares -que aparece en la foto el día del recibimiento en Iquitos en diciembre de 1985- no tenía ni siquiera la Primaria completa y tuvieron que hacer malabares para contratarlo.
Ya conseguido el título se presentó un problema: qué jugadores se quedan y quiénes se van. Los que tenían trabajo estable, varios de ellos en las oficinas del Banco Amazónico, habían ganado el título. No querían perder el trabajo. Les dieron a escoger y se quedaron como “bancarios”. Varios de ellos, como Candelita Rengifo, siguen en ese trabajo y solo queda el recuerdo de haber sido pieza fundamental en ese mediocampo loretano de cuyo toque elegante ninguno de los que disfrutaron de sus jugadas quiere olvidar.
Jair Márquez es consciente, cuarenta años después, que sin la ayuda de Perales, Villaverde y Vargas no se lograba ningún título. “Cierto, nosotros no hubiésemos aguantado, si arriesgamos fue por ellos, pudimos haber campeonado el 82 pero no había plata y sin plata no se logra títulos”, afirma mientras se pierde en su mente la forma cómo dejó al equipo. Le pido una foto y demora en enviarme una que forma parte de esta crónica. Será que, me imagino, no quiere recordar esos momentos maravillosos que se vivieron en Iquitos gracias a unos dirigentes, unos jugadores y unos aportantes que, sin saberlo, habían provocado una alegría inolvidable en la población.
Muchos años después, consultado para esta crónica, Humberto Vargas recuerda que, en noviembre de 1985, tan solo un mes antes de lograr el título, en una calle de Leticia unos sicarios mataron a balazos a Hugo Villaverde, quien si bien es cierto no era un fanático del fútbol sí fue pieza clave para ese título. Eso le lleva a recordar, también, que él estuvo a punto de ausentarse de la fecha final en diciembre del 85. Al finalizar el partido con Bolívar FC, en la tercera fecha de la finalísima, unos agentes se le acercaron sigilosamente para secuestrarlo. Los plagiarios no se habían percatado que otros agentes policiales le resguardaban y, además, eran cercanos al Viceministro Agustín Mantilla. Unos testigos afirman que la intención era arrestarlo. Él dice que no, prueba de ello es que a los pocos minutos le dejaron en libertad. Aunque no quiere decir las circunstancias de ese hecho, lo cierto es que pudo ver cómo el equipo que financiaba daba la vuelta olímpica.
Ya estoy por concluir la crónica y es mi intención conocer la versión de uno de los jugadores. Humberto Vargas era el hombre de la plata y, finalmente, quien decidía los montos a pagar. Consulto a varias fuentes y me sueltan el nombre de Marcial Salazar Orbe. Es uno de los exjugadores de Hungaritos que más logros futbolísticos tuvo. El día que campeonó el equipo Iquitos era una fiesta y Masho se encontraba de vacaciones en la capital loretana, pues ese año viajó a Lima para realizar sus estudios universitarios. Con la algarabía que era general y persuadido por su hermano Carlos, fue a probarse. A pesar que han transcurrido 34 años, Marcial recuerda esa tarde en la que el profesor Dante Morales, decidía quiénes se quedaban para entrenar bajo las órdenes de Perales -luego ingresó como entrenador Miguel Company-. Hasta ese momento Masho no pensaba que viviría varios años del fútbol, pues hasta 1984 había jugado en Sport Loreto, también por la insistencia de uno de sus familiares que era hincha de ese club. Como en ese verano de 1986 es contratado por Hungaritos decide postular a la UNAP y también ingresa. “Era un campeonato raro por el sistema, había más de 60 equipos y en la Zona Norte estaba Hungaritos y CNI en la Metropolitana”, recuerda Masho. Jugó dos años bajo las órdenes de Company y Henry Perales, luego emigró a CNI el año 1988. Siguió una carrera profesional que lo llevó a ser convocado a la selección nacional y ser uno de los pocos amazónicos en jugar en Alianza Lima y Universitario de Deportes. El título de Hungaritos, su viaje vacacional, la insistencia de su hermano Cayo y, por supuesto, sus habilidades con el balón y la disciplina que mantiene hasta hoy le han valido un lugar en el fútbol nacional. Le preguntó quién le pagaba el sueldo y otros detalles. Me deja en visto, seguro porque siempre se caracterizó por su laconismo. Pues Vargas está seguro que él pagaba las mensualidades a todos y recuerda “al señor Marcial Salazar” como un correcto profesional.
Han pasado 34 años de esa hazaña. Pocos son los que dan el lugar que tienen los personajes en esta historia de Hungaritos Agustinos. Esta es una crónica de aproximación a los hechos y al contexto, por eso mismo no está completo el texto. Está en quienes quieran contarlo, brindar la colaboración para que los periodistas podamos contarlo, contarlo todo.
Dato: como colofón, varios personajes negaron todo tipo de apoyo antes del primer partido en la finalisima. Cuando el equipo disputaba la final todos deseaban subirse al coche. Tanto Vargas como Márquez recuerdan que el Club Loreto fue uno de ellos. Los dirigentes solicitaron una recepción y los negaron. Cuando campeonó organizaron una fiesta en el local de San Borja. Nadie de la Directiva ni los jugadores acudieron. Prefirieron ir a una casa particular a celebrar.