“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”, esta frase se atribuye en primera instancia a Napoleón Bonaparte pero también se dice que quien inició con esta evaluación del pasado, presente y futuro fue el filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana cuando dijo: “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo” y curiosamente encontramos también esta frase en polaco y en ingles escrita en las afueras de uno de los campos de concentración nazi de Auschwitz-Polonia: “Kto nie pamięta historii, skazany jest na jej ponowne przeżycie” y “The one who does not remember history is bound to live through it again”.
Al analizar este frase tan celebre, podemos concluir que aquellos países que no conocen su historia, están destinados a vivir día a día como lo han venido haciendo desde antes y la única solución para alejarse de esta realidad es tener ciudadanos informados, críticos, pensantes, que reflexionen sobre la situación actual que los ha llevado a estar en ese punto, para poder conjuntamente cambiar el país y no cometer los mismos errores. En ese sentido, en estas fechas es muy importante recordar nuestro pasado, ejercer un correcto control social que no solo sea control al gobierno sino también al camino y rutas de la nación peruana en su conjunto.
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Considero necesario recordar que hubo una “guerra” iniciada en el Perú por el grupo terrorista Sendero Luminoso, y que desde 1980 el país se vio asediado con coches bomba, paros armados, cortes de agua y luz, asesinatos selectivos, atentados contra organismos públicos y privados y contra la población.
En 1992 un informe de la Corporación Rand (Search and Development), que concluía que Sendero Luminoso tomaría el poder en el Perú, llevó al Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Bernard Aronson, a declarar ante la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, que era necesario evaluar una intervención militar multinacional en el Perú, para impedir el triunfo de Sendero Luminoso y el despliegue del tercer genocidio del siglo; es decir, el Estado venia perdiendo la “guerra” contra el terror propuesto por Sendero.
Sin embargo, el 12 de septiembre de 1992, en el marco de la denominada operación “Victoria”, en una residencia del distrito de Surquillo en Lima fue capturado Abimael Guzmán Reynoso, alias “presidente Gonzalo”, el líder genocida de Sendero Luminoso. Un golpe trascendental que definitivamente cambió el rumbo de nuestro Perú, pero la captura no fue suerte, sino el resultado de la ejecución de una estrategia, impulsada por un grupo de policías de investigación pertenecientes al Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), una unidad élite de la Policía Nacional del Perú creada el 05 de marzo de 1990 dentro de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DIRCOTE), que implementó y aplicó el método denominado la Inteligencia Operativa Policial así como diversos principios extraídos de la obra «El arte de la guerra» de Sun Tzu.
En este orden de ideas, es necesario recordar también que el GEIN, por sus prácticas y método operativo, se enfrentaba a la estrategia oficial impulsada por el ex presidente Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, quienes a través del grupo Colina y su líder, Santiago Martín Rivas, proponían combatir “terror contra terror”, lo cual conllevó a las matanzas de la Cantuta y Barrios Altos. Es necesario aclarar que no se debe la captura de Guzmán Reynoso a Alberto Fujimori o a su gobierno, pues el GEIN tuvo que trabajar a sus espaldas, debido a lo ya mencionado, por lo que ni Alberto Fujimori, ni Montesinos tenían conocimiento de la operación “Victoria” porque quizá hubieran interferido en la correcta diligencia de la operación.
Además de esto hay aún mucho que recordar, quizá las líneas queden cortas, pero lo importante es tener claro que, como ciudadanos, como Estado y población, no podemos permitir que la situación en la que nos encontramos hasta 1992 se vuelva a repetir y no nos dejemos sorprender por movimientos que se auto-atribuyen hechos y acciones que no son ciertas. Conozcamos la historia y continuemos por el correcto camino y no por un camino inventado. Es simple, Abimael Guzmán Reynoso no es un preso político, es un genocida que está preso lo cual es diferente y su captura se debe al trabajo paciente y efectivo del GEIN y todos sus miembros.
Miguel Angel Rojas Rios
Abogado
Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas
rojasr.miguel@pucp.edu.pe