Este fin de semana estuvimos en la feria literaria de Manchay, un evento promovido por el colegio público Monitor Huáscar de Pachacámac desde hace cinco años en su plaza principal. Presentamos La Niña del Azúcar, libro de Javi Velásquez, así como fuimos partícipes de las presentaciones de otros autores y publicaciones.
Lo que nos dejó particularmente emocionados y estimulados, a quienes estuvimos en la actividad (entre ellos, el cineasta Dorian Fernández) fue la gran organización y participación de los escolares del colegio Huáscar en su dinámica y éxito. Desde el día anterior, el sábado, los profesores y alumnos participan en la colocación de stands hechos básicamente con estructuras básicas y telas. Luego, colocan un mobiliario simple, adornan el lugar con diversas manualidades el lugar, colocan toldos y sillas para el público y aprovechan una suerte de concha acústica construida en la plaza para realizar las actividades, todo el domingo, desde muy temprano hasta antes que llegue la noche.
Si de por sí eso ya es un avance increíble, lo es más la participación y el entusiasmo de los involucrados. Desde la directora del colegio, una señora muy férrea y encantadora de más de ochenta años, hasta la profesora Gloria Idrogo, animadora de lectura, pasando por los docentes, se ha generado una verdadera emoción y pasión por la lectura y su transmisión hacia el público en general.
La profesora Idrogo motiva que los alumnos del colegio se dediquen a la lectura de libros de diversos autores, acordes con la edad y las inquietudes propias de los niños y jóvenes. Luego de la lectura, se trabaja en diversos productos creativos sobre la obra, desde trabajos en estructura, creaciones manuales, semblanzas, obras paralelas en audio, video (se presentaron dos cortometrajes sobre La Niña del Azúcar), hasta una obra teatral inspirada. Se preparan disfraces alusivos a los personajes. Se motiva a los padres a que participen no solo como meros espectadores, sino como generadores mismos de los contenidos de sus hijos.
La presencia de los autores de las obras que los chicos han leído y sobre los cuales se han inspirado para armar material extra es todo un acontecimiento. Javi Velásquez fue la estrella del día, firmando casi un ciento de libros de La Niña del Azúcar (que fue sugerido a los jóvenes de tercero, cuarto y quinto de secundaria). No solo fue recibido con cariño, sino con auténtica admiración, producto de la lectura.
Este evento me sugiere algunas reflexiones. Una de ellas es que existe un error en decir que los jóvenes no leen. Ellos no solamente lo hacen, sino se adentran tanto en la lectura que salen cosas increíbles como las que vi este fin de semana. Son ellos quienes pueden armar el recambio generacional en un país cuyos índices de comprensión lectora escolar son alarmantes. Pero hay que saber llegar a ellos, analizar, ensayar. La improvisación, tratándose de un tema tan delicado como el conocimiento impartido y la motivación, puede ser un riesgo de consecuencias lamentables.
Además, no es verdad que necesites demasiado presupuesto, necesitas sí imaginación y creatividad para sacar adelante un evento, con las obvias limitaciones que la condición económica puede generar, pero suplido con creces por voluntad e ingenio.
Finalmente, es demasiado importante tener cabezas visibles que no solo tengan visión y capacidad organizativa, sino también sepan generar confianza en sus interlocutores. Una feria del libro o un certamen es básicamente un acto de confianza y fe en sus impulsores. En Monitor Huáscar la figura de la profesora Idrogo, la directora y sus colegas mueve montañas y genera toda esa fiebre por un talentoso autor joven, debutante, de género, como Javi, y motiva que un evento cultural sea el acontecimiento del día en un distrito humilde pero entusiasta y deseoso por acoger y difundirlo.
Una lección para todos y una explosión de estímulos, sin duda.