Conservar una amistad es una tarea hercúlea de ambas partes. Hablo de las verdaderas amistades. Aquellas que se cosechan en la vida y que duran después de ella. Es más, hay tratados sobre la amistad desde tiempos inmemoriales. Bajo esas premisas leía con mucha atención a Gershom Scholem “Walter Benjamin. Historia de una amistad”. La tapa del texto tiene la pintura de Paul Klee “Angelus novus” (propiedad de Benjamin) que era un lóbrego anticipo de lo que vendría después con el nazismo y el genocidio en los campos de concentración (su infeliz colofón) donde murieron hombres y mujeres, judíos, gitanos y homosexuales. Este mismo pensamiento está brotando por estos tiempos con escandaloso éxito ante la complicidad de todos para no combatirlo con las ideas y las acciones. Sholem ha escrito un libro sobrio que registra la historia de la amistad entre él más inclinado a los estudios del judaísmo y Benjamin sobre las preocupaciones de su tiempo. Me interesaba seguir de cerca a este pensador teutón que iluminó en su tiempo y hasta ahora con sus análisis sobre la sociedad. Voy nutriéndome poco a poco, despacio, saboreando sus textos. Es un pensador que tocó varios palos: reflexiones sobre el arte, la filosofía, la literatura, fue ensayista, traductor entre otras actividades para vivir y sobrevivir. No la tuvo fácil mientras vivió. Ante todo Benjamin era un fisgón del momento. Un viajero impenitente y gran flaneur esta última cualidad lo demuestra Benjamin a lo largo de sus escritos y su vida errante. Se dijo de él, “Un desplazado, alguien condenado a la movilidad”, quizás sea por eso que ideó un artefacto para portar libros en los largos viajes. Su vida no de rosas lo registra muy bien Scholem. Sus discusiones amicales de las cuales se nutrían. Recordar que este pensador berlinés se topó, circunstancialmente, con el vate de Santiago de Chuco, César Vallejo en una de las reuniones del grupo literario de los shandy. Ese cara a cara, si lo hubo entre estos dos artistas de su tiempo es lo que me más me atrae ¿Cómo habrá sido ese encuentro?, ¿Qué se dijeron? Preocupaciones personales aparte, el libro de Scholem es un testimonio de una gran amistad.
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