El señor K en “El proceso” de Franz Kafka es una buena alegoría de la modernidad o de la tardomodernidad según el mapa. Si, de la modernidad en la que estamos envueltos en procesos judiciales incomprensibles, farragosos y en los que finalmente hay una sentencia cruel. Muchas veces pasa que durante el proceso uno entiende muy poco. Esos procesos están en manos de profesionales y como ciudadano o ciudadana uno está al margen de esa lógica judicial tan poco apegada a la tierra. No se entienden los códigos y el lenguaje [tan poco transparente] es un galimatías de la mano de estos/tas profesionales del Derecho. Se trae a colación esta metáfora kafkiana acerca de la denuncia/queja contra el juez San Martín por el hecho de consultar a abogados para redactar su sentencia contra Fujimori. Se parte de la idea (falsa y sin sentido) que un juez o jueza tiene un conocimiento ciclópeo, vana ilusión. El juez o la jueza como cualquier mortal tiene limitaciones y sostener lo contrario es una estupidez. En el sistema judicial anglosajón por ejemplo, el juez de una determinada causa puede consultar públicamente a abogados especialistas en la materia en litigio, obviamente, ajenos en intereses a la causa y para ellos hacen una declaración; por ejemplo, en el derecho de propiedad intelectual que es un ámbito muy especializado. Ese proceso de consulta se llama Amicus curiae, que puede traducirse como el amigo del juez, quien aconseja porque finalmente quien decide es el juez o jueza. En los casos de derechos humanos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos se usa también esta institución procesal, la Defensoría del Pueblo de Perú la ha usado muchas veces para esclarecer ciertas situaciones jurídicas (también se ha regulado en la ley del Tribunal Constitucional de Perú) y pedir opinión es un caso de lo más normal. Lo que se quiere conseguir a través de este consejo es un fallo más justo y me parece razonable para administrar justicia más aún en un caso difícil como el Fujimori. Pero para el abogado del exmandatario y sus huestes cualquier situación y argumentación absurda sirve para apedrear al juez San Martín. Así andamos con la lógica extraída de la caverna como la usada contra el señor K quien terminó muerto y sin entender el proceso en el que estaba envuelto.