(Por: Moisés Panduro Coral).
Yo no soy alanista, lo he repetido innumerables veces. Soy aprista. En uno de los tomos del libro “Coloquios de Haya de la Torre”, el autor, Ignacio Campos, reseña que en cierta oportunidad uno de los discípulos le hizo esta pregunta al fundador del aprismo: Maestro ¿usted es hayista?, a lo que Víctor Raúl respondió rápidamente: ¡No, yo soy aprista! Es que el aprismo no es, no puede ser un asunto nominal o de apelativos. El aprismo es convicción doctrinaria, continuidad histórica de un compromiso social afincado en el martirologio, defensa del legado místico de miles que dieron sus vidas por hacer del Perú “tierra de justicia, de libertad y de trabajo”, una fraternidad convocada por un ideal antropotelúrico.
Los apristas no podemos ser hayistas o alanistas, según creen con llaneza muchos de nuestros mejores amigos. No, los apristas somos apristas. Existen hayistas que no son apristas, no pertenecen al aprismo, son los que guardan una profunda admiración por la trascendencia de Haya de la Torre, por su biografía ejemplar, por su portentoso pensamiento, y, por eso mismo, respetan al Partido. Hallamos, igualmente, hayistas que son miembros de movimientos y partidos adversarios del aprismo, y he encontrado incluso gente antiaprista pero que increíblemente se proclama hayista. A estos últimos no es fácil entenderlos, pero creo que merecen nuestra mejor valoración.
Es cierto de que hay antialanistas a rabiar, éstos pueden ser antiapristas, hayistas, no apristas, nihilistas, desclasificados, travestistas políticos y hasta apristas poco prevenidos. Ahora, de que hay alanistas, también los hay, y no son pocos, los hay a montones, los conozco, los encuentro todos los días. No son apristas, algunos probablemente no lo serían, me han dicho, pero su alanismo brota a flor de labios. Lo es la jovencita de 19 años que estudia empeñosamente para ser antropóloga, cultiva danzas dispares como el festejo y el chimaichi, es nativa digital cien por ciento, tiene twitter y facebook, practica gimnasia y baile con “every body dance” y admira abiertamente la oratoria y la pasta de estadista de Alan con otros políticos y concluye que quisiera tenerlo nuevamente de Presidente. Lo es el motocarrista que mientras me transporta me va comentando sobre la chamuscada que ha sufrido la megacomisión al pretender dejar a “su Alan” fuera de carrera para el 2016. “¿Que dirá Cosito, ahora?”, dice en tono festivo -irrespetando flagrantemente la figura del Presidente- mientras se detiene frente a un semáforo. No es aprista, no sabe qué es el APRA, pero no se hace paltas cuando al final de su servicio me revela que su voto el 2016 será para “ése hombre” que les pondrá pena de muerte a los violadores y que nos hará grandes socios comerciales con China. Y así como la estudiante y el motocarrista hay cientos, miles.
Ése es pues el Perú nuestro, confrontacional, díscolo, respondón: al antialanismo que ya tiene unos 30 años le ha salido al paso el alanismo reciente, éste, tal vez, más efervescente, más ardoroso y más sociodiverso que su opuesto. Precisamente, uno de los desafíos actuales de los apristas es convertir ese alanismo de generación espontánea en un aprismo de principios y de convicciones.
¿Cuándo van a publicar nuestro comentario del artículo de Moisès Panduro? ¿O será que porque «es de casa» no quieren que se le toque ni con el pétalo de una rosa? Hay cosas perores que los pétalos de las flores que ustedes no conocen y que no deberían conocer.
jajajajajaja!!…buena Moises….. en pocas palabras le dijiste travestista político al de las grande ideotas!!!
El chatin ya no es aprista ni alanista ni hayista.. él es un MERCANTILISTA!!
¿De qué habla este señor Panduro, que desde que se hizo de un puestito en la Municipalidad de Maynas en la gestión de Juan Carlos del Águila y luego en el gobierno aprista, ha tratado por todos los medios de satisfacer sus ambiciones personales sin importarle dividir al partido de Haya De La Torre en Loreto? Quiere ser Presidente Regional sin darse cuenta que alguien como él con todos los «chicharrones» que tiene, aunque se las dé de muy culto no es más que un payaso que sólo jala para su molino. Ahora quiere quedar como siempre bien con Dios y con el diablo, pero los que lo conocemos sólo queremos que se regrese de donde vino y si fuera posible, más abajo. En su artículo se le nota lo hipócrita y rastrero que puede llegar a ser.
¿De qué habla este señor Panduro, que desde que se hizo de un puestito en la Municipalidad de Maynas en la gestión de Juan Carlos del Águila y luego en el gobierno aprista, ha tratado por todos los medios de satisfacer sus ambiciones personales sin importarle dividir al partido de Haya De la Torre en Loreto. Quiere ser Presidente Regional sin darse cuenta que alguien como él con todos los «chicharrones» que tiene, aunque se las dé de muy culto no es más que un payaso que sólo jala para su molino. Ahora quiere quedar como siempre bien con Dios y con el diablo, pero los que lo conocemos sólo queremos que se regrese de donde vino y si fuera posible, más abajo. En su artículo se le nota lo hipócrita y rastrero que puede llegar a ser.
Moisés Panduro no es alanista ni es aprista. es tan sólo un pobre diablo que está de secretario general por intrigante e infraterno. Qué podemos esperar los auténticos apristas de este sujeto mantenido años por el «negro» Del Águila en Contamana y que utiliza un verbo florido para confundir y hacerse el angelito cuando todos sabemos la clase de diablo que es tanto en su vida privada como pública. Ahora después de todas sus traiciones trata de congraciarse con Alan escribiéndole cosas bonitas, pero éste, como nosotros, no se chupa el dedo y sabe la clase de alimaña que es.
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