Primero lo primero. Rechazo las agresiones físicas –como rechazo las verbales- contra el colega –en todo el sentido de la extensa palabra- Carlos Vargas Rengifo y Raúl Ruíz Inuma, el camarógrafo del programa “En directo” que conduce la señora Nancy Alarcón. Como rechazo la agresión contra el profesor de aula Róger Taricuarima. A los dos primeros les quitaron la cámara de video que utilizan y al segundo le propinaron una patada que no sólo es repudiable sino debería ser suficiente prueba para que los agresores en ambos casos sean retirados de la entidad regional.
Todos los periodistas hemos sufrido agresiones en algún momento. Porque, vamos, nuestra actividad no es para agradar, solamente. No somos el muñequito de la torta. Por ejemplo, los colegas recordarán que hace algunos años la modelo Angie Jibaja con otra señorita trataron de agredir con sus carteras a Jorge “Potrillo” Carrillo y Gregoire Ross, de ATV Noticias y América TV respectivamente.
Pero también hay que decir que hace algunos años un señor llamado José Mamán, a la sazón gerente de Administración de la Municipalidad Provincial de Maynas, agredió pública e impunemente al colega Darwin Paniagua Yumbato, ante la mirada complaciente de su entonces subalterna –en todo el sentido de la amplia palabra- Nancy Alarcón Chong, jefa de Imagen Institucional de esa entidad edil y, luego, candidata a regidora en la lista reeleccionista de su alcalde JC Del Aguila. Ese doble discurso, esa doble personalidad, es decir a veces estar con el agresor y a veces con el agredido como que no es nada elegante. Por decir lo menos. Aquí rechazamos toda agresión contra la prensa. Y lo que hicieron contra Carlitos Vargas Rengifo es una agresión pura. Y debe provocar un rechazo puro y sincero. Como sincero es decir que el exalumno de la Universidad Científica del Perú es el mejor reportero de la televisión loretana contemporánea.
Y, por esa y otras circunstancias, cuando Carlitos me solicitó apoyo para recuperar la cámara la tarde de ayer no dudé en hacer lo que me manda la vocación: ponerme del lado del colega. Ahí no hay transigencia posible. Siempre del lado de los colegas. Siempre. Digo de los colegas. No de los otros. Porque los colegas debemos distinguir a quienes –como Carlitos y muchos más- han optado como oficio y profesión esta actividad maravillosa que es el periodismo y a quienes han priorizado la opción electoral por un determinado candidato y se han disfrazado a la hora nona de su existencia como periodistas cuando lo que hacen es todo lo contrario a lo que manda el principio elemental de esta locura totalizadora: pluralidad.
Hoy que me ha tocado vivir de una forma directa la agresión contra los periodistas por parte de unos empleados públicos que no entienden el oficio me he dado un tiempito para recordar las agresiones propinadas a otros y saber que algunos creen que de acuerdo al cargo que se ejerce hay que ponerse a un determinado lado cuando los periodistas –como los médicos o curas de vocación- nunca dejan de serlos y siempre tenemos que estar contra aquellos que nos agreden por decir lo que pensamos y contra quienes creyéndose periodistas agreden nuestra profesión e inteligencia.