COLUMNA: PIEDRA DE SOL                                                                      

   Por: Gerald  Rodríguez. N

¿Qué buscamos como sociedad civil en nuestra educación, educadores o enseñadores?, dos palabras enredadas y confusas en el significado educativo que busca logros diferentes, ¿cuál nos conviene? ¿Cómo aprenden nuestros niños?, solo lo pensamos al niño desde sus necesidades y no desde sus cualidades, ni cuáles son las necesidades nuestras como adultos. Los niños desde que nacen, poseen la necesidad de crear, de observar, de curiosear y la escuela muy bien puede aprovechar esos momentos ya sea para acompañar ese procesos y se propicia actividades para mejorar esa capacidad o que se le frustre. No es mérito en el ser humano aprender, sino propende aprender. El niño crea, fantasea, pregunta, se inquieta por querer saber por qué sucedes tantas cosas, y la función de la escuela es callarlo. A medida que van creciendo los niños, van perdiendo su curiosidad de aprender porque están hartos de que les digan qué deben hacer y que no deben hacer, bloqueando su curiosidad por aprender.  Cualitativamente, la mente de un niño es superior a la de un adulto, porque está naturalmente desarrollados para percibir lo que se le presenta y con ello crea su mente y se construye así mismo. Existen muy pocas cosas que en la vida cotidiana  necesitemos, podemos vivir sin saber logaritmos, pero no podemos vivir sin saber relacionarnos, o sin saber usar herramientas. Increíblemente, todas esas cosas el niño lo aprende mediante el juego.

Los niños absorben cultura, toman la cultura de los adultos, influyendo todo lo que le rodea en su aprendizaje, el espacio, el tiempo, las emociones, filosofía, argumentos, acciones, costumbres, creencias, estructuras, etc. Siendo todo esto parte del ambiente de lo que construyen los niños. Según estudios, un niño de cinco años puede ser considerado un genio, esto por tener la forma de pensar de forma diversa, creativamente y con curiosidad. Siendo la diferencia que a los quince años solo el 10 % pueden mantener esa capacidad. Y la escuela  no está orientando a que se abran esas puertas de esa mente para que descienda todo ese conocimiento, esa creatividad y esa genialidad que todos llevamos dentro. Todos los adultos, de niños, hemos sido grandes soñadores, ose, hemos tenido una imaginación enorme. Entonces, ¿cómo aprende el niño?, ¿acaso no aprende jugando, hablando, haciendo, descubriendo? En el niño lo vemos mediante el juego espontaneo, en el adolescente, mediante la rebeldía y la necesidad de transformar la necesidad. Entonces, ¿por qué la escuela insiste en matar su necesidad y matar su rebeldía, cuando son estas sus características las que manifiestan sus necesidades humanas internas buscando desarrollarse? La escuela busca crear niños creativos, cuando estos ya los son, debiendo ver de qué modo ayudar a manifestar esta creatividad, así logrando desarrollar aquella mente científica infantil y creativa que ellos mismos buscaron desarrollar. No  nos empeñemos que los niños consuman ideas, sino de que lo crean y que lo  recreen.