La nueva clase media

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La nueva clase media en el país o mejor dicho, los denominados “emergentes”, pronto empezarán a tener demandas que se convertirán en las nuevas protestas sociales de gran intensidad que no pasará desapercibida y por ende será crucial para la decisión del gobierno y el que venga en todas sus instancias. Obviamente, esta nueva plataforma, que ya se empieza a sentir en algunos ámbitos, se agudizará más aún en tiempo de elecciones y si no es leída con atención por las diferentes agrupaciones estamos ingresando entonces a una etapa de desconcierto.

Para nadie es un secreto que la clase media en el Perú ha crecido. Los altos índices de consumo que muestran las más importantes ciudades es un indicativo. Aunque esto dice mucho del derroche y no necesariamente de una verdadera satisfacción de todas las necesidades (pues ahora ya no son solo las primarias las que están en cuestión), lo cierto que en este crecimiento – ojo no es desarrollo- se pueden vislumbrar cifras que en otros tiempos serían impensables.

Por ejemplo, en el último feriado largo, se calcula que se gastaron más de 700 millones por turismo interno que realizaron los peruanos y el crecimiento de venta en los malles, en comparación a las mismas fechas del año pasado, superó el 12% y todo hace indicar que esto, por más que se anuncien recesiones a nivel internacional y haya disminuido la inversión mineral, no se detendrá en el corto plazo.

En un nuevo estudio, la consultora Arellano – Marketing ha estimado que la clase media en el Perú es ahora un significativo 39%, es decir la clase social más grande. Entendiéndose que este segmento gana entre 1800 y 2100 soles, es de suponer que pronto este presupuesto requerirá de mayores demandas a ser exigidas al Estado. Educación, Salud y otros servicios, sin duda, son los que más han crecido con estos nuevos parámetros de esta clase.

Sin embargo, estos no han ofrecido la calidad que debería requerir un nuevo gasto y más significativo en ellos. Uno de esos problemas se ha presentado hace algunos años en Chile y ahora en Brasil. A la par que sus clases sociales se potenciaron, estos servicios públicos se fueron deteriorando de tal manera que la poca oferta privada de buena educación y salud estaba dirigida a ciertos ámbitos de esta nueva clase social que cada vez pagaba más por mejores servicios sin ningún control ni asomo de competencia por parte del Estado, generando insatisfacción y un nuevo concepto de desigualdad.

Eso, sumada a la indignación que genera la corrupción y los ingentes recursos que manejan estas economías exacerbaron sectores que ahora decidirán a quién elegir y a quienes no. Tarde o temprano esto sucederá en el país. Aunque Arellano Marketing, señala que la nueva clase media en el Perú es diferente a la tradicional (es decir aquella que se hereda como sucede en Argentina, por ejemplo) y por ende construye sus propias modas y pone como ejemplo la cumbia, más temprano que tarde las demandas de consumo que podrían distraer a un nuevo clasemediero se irán asentando en exigencias por la calidad y es ahí donde nacería la protesta.

El estudio advierte también que hasta ahora, poco o nada se conoce de esta nueva clase social y las empresas están orientadas a buscar e identificar sus necesidades y preferencias, mal se haría enfocar este esfuerzo sólo en el consumo que es por donde más se suele estudiar estos grupos. Es en este sentido que las agrupaciones políticas, los movimientos sociales y analistas, deberían perfilar sus estrategias para involucrar estos nuevos grupos, pues pareciera que aún están pensando en los modelos y sectores que aparecieron en los años 70 y 80, que ahora, aunque existen rezagos y sobrevivencia de necesidades, ya no son la mayoría.

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