Dos momentos dos situaciones

Un magistrado del Tribunal Constitucional de España calló que militaba con carnet en un partido político. No hizo pública su militancia en el actual partido de gobierno. Y gracias a unos papeles del mandamás de corrupción en el Partido Popular [actual partido de gobierno] se destapa que este magistrado es militante de ese partido. Todos callan porque la “repartija” de los partidos políticos en las instituciones del estado español es pan del día y por eso la democracia opaca que actualmente tiene España. Triste episodio de este capítulo político del tardofranquismo. Nadie se inmuta. Lo dan por sentado, esas son las reglas de juego torcidas y chitón, nadie comenta. El dictador lo dejó atado, bien atado. Al Poder Judicial o en el Tribunal Constitucional [con magistrados con lastre ideológico] nadie le cuestiona, todos bajan la cabeza y no están sujetos a control ciudadano – es la triste herencia del franquismo. Lo curioso es que éstos van dando clases de democracia por el mundo, que cruel. En Perú luego de una tortuosa y mal gestionada elección a miembros del Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo y el Banco Central de Reserva por el Congreso de la República mucha gente [especialmente jóvenes] salieron a la calle a protestar porqué los políticos traspasaron las líneas rojas, la elección de esos cargos fue un reparto cínico de partidos políticos. Eso no se puede permitir [en España a la ciudadanía los cargos públicos en instituciones tutelares les importa un pito]. Espero que no se baje la guardia porqué el mandante de la soberanía popular es el pueblo. Pero esta lección de civismo de la ciudadanía de Perú, allá en la periferia, pasa desapercibido aquí en la península, es más lo desdeñan por el narcisismo en este lado del charco. Seguramente que politólogos españoles con gafas y cabellos encanecidos [casi todos muy pocos originales] seguirán elucubrando que a las democracia de la periferia les falta un cuerpo de funcionarios de por vida, que las transición española es modélica entre otras sandeces. En dos situaciones y momentos muy similares de reparto en los cargos públicos tenemos dos reacciones diferentes. Como perulero me siento más que contento [llama mucho la atención que nuestro Nobel de Literatura calle en sus columnas de opinión lacerantes los casos de corrupción política en la península y de este reparto de cargos públicos a gente del partido gobernante, recordemos que el silencio puede ser cómplice].

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