Tertulias y tertulianos

Aquí en España no hay canal de televisión que se precie que no tenga un programa donde haya tertulianos y tertulianas vociferando, parecen que no se escuchan entre sí. Los temas van desde la política, la prensa rosa [es la más soez y tiene alto índice de audiencia, pareciera que el público salivara en cada programa de estos] y los deportes relleno de talibanes del Barza o del Real Madrid. Una de las características de estos programas son los gritos, los alaridos. Cuando más grite mejor – cree el muy tonto que gritando más alto él tiene la razón. Se arma un guirigay digno de una película de lo absurdo. Todos gritan a la vez y no hay quien lleve razón. Otro de los rasgos de estos programas es que son los mismos tertulianos o tertulianas, parecieran que van en moto de un lugar a otro porque observas las mismas caras, y casi todos son periodistas improvisados y con serios defectos de leer la realidad porque obedecen a consignas de los partidos o del productor del programa; pueden opinar de física cuántica o de las bragas o calzones de Paris Hilton con desparpajo. En las tertulias políticas hay de los dos extremos. Los de derecha que recitan un argumento zafio y torticero del partido [bustos parlantes los llama Lakoff, cuyo libro regalé a un político amazónico pero por lo visto ni siquiera pasó de la primera página], parecen lecciones de catequesis. Y los de la izquierda que van de buenísimos, todos son buenas gentes y entienden este grosero mundo en que viven], el mundo idílico [mucha de esta fauna está en el psoe, con minúsculas]; además entienden erróneamente a la tolerancia. En sus tertulias anidan comentaristas racistas, con apostillas machistas y ellos les permiten tener voz en esos cenáculos – el destierro del micrófono sería el mejor castigo. Porque son comentarios que lesionan la dignidad humana. Con todo este panorama no más queda apagar la caja boba.

 

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