Tánger 4

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Entre las razones para la inmersión en la Ciudad Blanca estaba el rastro de los beat generation. Cuando leí los poemas y novelas de estos escritores me dieron la sensación que anticiparon, el cansancio de la sociedad occidental, buscaban afanosamente nuevos horizontes que en los cánones de Occidente estaban caducos y Tánger por esa carga histórica podría ser uno de esos lugares. Aquí vivió Paul Bowles durante una larga estancia junto a su esposa, es por eso un paso obligado ir a la Delegación Americana, hay una habitación homenaje a este escritor norteamericano y allí se puede encontrar un testimonio del escritor Rodrigo Rey Rosas sobre este, Bowles y Yo, edición en castellano y en árabe. Está hasta la máquina de escribir donde pergeñó sus novelas y cuentos, se parecía a una máquina Olivetti que me regaló mi padre en el primer año de la universidad. Las referencias del vestigio beat además de ese mundo pluricultural que se palpa en Tánger estaban en los lugares donde ellos se reunían como es el caso del Hotel El Muniria – el hotel no pasa por su mejor momento, parece abandonado. Hay una palmera que nos sirve de referencia. Aquí se tomaron la célebre foto donde aparecen todos de pie y con miradas a diferentes lados. Así también se puede visitar el Hotel Continental, muy cerca del puerto y actualmente en rehabilitación. Y los diferentes cafés que frecuentaban como el Café Central, Café Paris. Tengo la sensación que entre la Medina y el espacio más occidental de esta ciudad es un espacio mangle, allí pervivían estos escritores con sus ingenios y locuras. Es un estuario de aguas dulces y saladas. Se nutrían bebiendo de esos mares de historias y leyendas como los bufeos colorados.