La ocasión perdida
El señor alcalde de Punchana, don Juan Cardama, se durmió en sus laureles. No reaccionó como se esperaba ante el descomunal, vasto y feroz basural que denigró a la ecológica ciudad de Iquitos luego de la espirituosa Noche Buena. No cumplió con su extraña vocación bajopoliciaca. El burgomaestre, que inesperadamente acumuló la basura ante la puerta de la empresa contratada para mantener limpio su distrito, pudo entonces hacer dos cosas: primero, enviar con su escoba de pichana al antiguo alcalde Joyner Vásquez a barrer esas calles lamentables hasta cumplir con su condena. Segundo, remangar su camisa, ponerse ropa de deporte y comandar los camiones ediles a recoger tanta porquería iquiteña que dejó la Navidad alcohólica y parrandera.
El señor alcalde de Punchana, don Juan Cardama, imitando su propia cólera o impotencia ante el incumplimiento de un contrato firmado y cancelado, debió luego hacer de las suyas y arrojar toda esa basura recogida contra las paredes de la casa del propietario de la empresa basurera que cobra pero que no recoge nada, la casa de Charles Zevallos, las casas de los regidores, las casas de los asesores y los altos funcionarios. Como construir su propio relleno sanitario. Era esa la única manera de hacer que esos ineptos reaccionen o hagan algo. Nos parece que el citado burgomaestre perdió la ocasión de ser contratado luego por alguna empresa de baja policía o de ser elegido la autoridad del año en cuestiones barrenderas.
Es posible que el aguerrido don Juan Cardama no hizo como en Punchana con la basura acumulada por respetar el fuero edil de Maynas. Pero se equivocó. En Maynas, todo el mundo lo sabe y lo siente cada día, hace tiempo que el sillón consistorial está vacío y abandonado. El último alcalde que fue elegido era tan inepto que se dedicó a viajar, a volar en parapente, a vivir en el aire de sus deseos. Y cada vez que le preguntaban algo respondía pavadas, pavadas y pavadas.