En la parroquia San José Obrero, ubicada en Jenaro Herrera, el padre Antonio Soriano Belert y su equipo realizan una destacada labor. De lunes a viernes, distribuyen 150 raciones de comida a los niños de la comunidad, y dos veces al mes, brinda alimentos a 50 ancianos. Esta labor es posible gracias a las hermanas franciscanas del Rebaño de María y al apoyo financiero de una ONG vinculada al vicariato de Requena y la diócesis de Valencia.
El padre Soriano destacó la importancia de esta ayuda en una comunidad con muchas necesidades. Sin embargo, señala que el número de colaboradores es limitado. «Solo contamos con dos hermanas y tres frailes españoles. Si no viene más gente, especialmente peruanos, no sé qué nos va a pasar», comenta preocupado por la falta de vocaciones,
A pesar de los esfuerzos, el padre Soriano mencionó que la vida en esta área es dura, lo que desanima a muchas personas. «Aquí no hay carreteras, solo podemos movernos por el río, y eso asusta a muchos. Otros vicariatos, como el de San Ramón, tienen carreteras y más facilidades», explicó. Aun así, la fe sigue viva en la comunidad, aunque dividida entre la iglesia católica y las 10 iglesias evangélicas presentes en Jenaro Herrera.
Además de la labor alimentaria, la parroquia también se enfoca en la educación. Gestiona el CEO «Nuestra Señora de la Selva», donde se imparten cursos de carpintería, informática e industria del vestido. Aunque el padre Soriano no maneja los detalles financieros de estos cursos, destaca la importancia de esta formación técnica para el futuro de los jóvenes.
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