ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel
La presentación de la colección conmemorativa de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua de “Los ríos profundos” de José María Arguedas en Cadiz hace once días ha tenido sólo 450 vistas en Youtube. Cualquier edición dominical de “Hablando huevadas” en la misma plataforma supera el millón de vistas. Se entenderá, entonces, que una sociedad que consume productos con esas estadísticas no sólo tiene suciedad en las calles sino, sobretodo, en el alma. Dirán que la gente busca diversión y que hace muchos años se repite “eso es lo que le gusta a la gente” pronunciada inicialmente por Pocho Rospigliosi y establecida casi como un axioma para explicar la popularidad de programas y hechos peruanos.
Dos intelectuales, en el sentido estricto de la palabra y todas sus extensiones, brillaron en Cadiz. Marco Martos y Alonso Cueto, además de Sergio Ramírez. Breves, elocuentes, enterados y entendidos sobre la obra de un escritor inmortal como Arguedas que, vaya ironía, se mató con un tiro en la sien. Martos, como es su costumbre, hizo de una anéctoda antigua que en su momento pasó inadvertida un motivo para resaltar la humanidad de José María. Arguedas expuso durante el Congreso de Escritores Jóvenes en la Universidad de Ingeniería y al narar “El cuento del pongo” derramó lágrimas auténticas que marcaron la vida de Martos porque uno de los personajes relame las heridas del protagonista. Ese hecho marcó la intelectualidad de Marco, veinteañero aún. Además de resaltar el nivel de Arguedas al escribir en quechua y español, comparable solo a otros grandes como César Moro que lo hacía en inglés y francés. Característa infrecuente en la literatura y que lo tenía aquel autor que escribió “la novela más hermosa” y resaltó tanto la cultura ibérica como originaria. “Es imposible sentir a Arguedas si uno no siente también amor por la naturaleza”, dijo en una parte de su intervención Martos. Amazónicos, escuchad. Alonso Cueto recordó pasajes familiares que podrían ser intrascendentes por la relación de su padre con el novelista suicida y que, sin embargo, pronunciadas con la maestría verbal del autor de “La hora azul” adquieren vital importancia para entender la biografía de Arguedas. Saber, reiterar que uno de los novelistas más recordados entre los lectores peruanos asistía al mercado y al estadio de toda ciudad que visitaba porque ahí estaban los rostros y vivencias que le permitían entender a los pobladores es una reiteración inevitable que José María Arguedas encontraba alrededor, no dentro necesariamente, de los estadios y mercados la verdadera situación social con las humaredas llenas de olor a cebolla y huevos fritos donde estaba “el corazón de un pueblo”. “La novela de Arguedas es un ejemplo de la prosa lírica más brillante que se ha escrito en lengua española”, ha expresado Alonso sobre “Los ríos profundos” con su visión integradora de lo occidental con lo andino.
Con diez minutos como tiempo límite para cada uno, Martos y Cueto nos han dado una lección magistral no solo sobre la vida de José María Arguedas sino de la importancia de “Los ríos profundos” y por qué ha sido un acierto publicar nuevamente esa obra con una pulcritud envidiable. Uno se deslumbró a los 20 años y el otro aún niño. Ambos han hablado del autor y su obra de manera tan concisa como precisa. Claro, ni siquiera se ha comentado como se debería en los medios llamados masivos, porque todos estamos más preocupados y pendientes de otros genios, de otras lecturas, de otros videos. La maravilla de Youtube, sin embargo, nos permite disfrutar, adelantando, retrocediendo, deteniendo, de la sabiduría de dos genios que los tenemos caminando por las calles limeñas. Preferimos zambullirnos hablando huevadas y obviando a quienes, como Marco Martos y Alonso Cueto, han hecho de la lectura un modo de alcanzar la genialidad.
P.D. Se puede ver el video aquí https://www.youtube.com/watch?v=fCDFncLTqdM&t=86s