A mí Madre le gustaba recordarme el día en que nací y a mí, me gustaba mucho más su relato de cómo me trajo a este mundo. Corría el mes de enero del año 1962 en Bretaña, que es un pueblo bastante bello a orillas del río Puhinaua; un curso alternativo del río Ucayali, frente a la reserva Pacaya – Samiria, en este lugar mi padre tenía una hacienda y se dedicaba a la extracción de madera y del caucho natural. Mi madre acababa de cumplir 8 meses de embarazo; el cual había transcurrido con normalidad, según sus propias palabras mientras me iba formando me gustaba jugar con un cordoncito, pero tuve que cesar el entretenimiento, porque le causaba cólicos a mi mamá. Ella también dice que en su barriguita, yo era el que : Pateaba pa’ qui, pateaba pa’ acá… patea pa’ allá, patea pa’ acá… patea pa’ allá, patea pa’ acá”…Tal parece que en la barriga de mi madre siempre me divertí mucho, creo que imaginaba como sería mi vida en el mundo exterior, pareciera que desde el primer momento en que empecé a formarme dentro de la barriga de mi progenitora, quise nacer para correr y sentirme libre. Pasaron los meses y cuanto más crecía más deseaba salir, por eso tuve una idea, di una patada un poco más fuerte de las regulares para que mi madre supiese que quería nacer ya.
Pero solo tenía ocho meses y me esperaban para el mes de febrero; quiere decir que de todas maneras quería ser un afortunado acuariano. Ya que estaba predestinado a ser de un signo fuerte con muchas cualidades que me distinguirían de los demás signos del zodiaco. Mis padres ya tenían previsto viajar a Iquitos la primera semana de ese mes. Cuando imprevistamente el día 24 a «Doña Nelly» y gracias a esa patadita ganadora, le empezaron las contracciones. Doña Ishuca (la nana de mis hermanos mayores), mandó a buscar a mi padre que se encontraba en el monte; tomó cerca de medio día que lo ubicaran y otro par de horas hasta que llegó corriendo. De inmediato ordenó al capataz que preparase su bote más veloz. Un deslizador de aluminio Starcraft, equipado con un motor fuera de borda marca Evinrude de 75 HP de dos tiempos y con carburador incluido (no como los actuales con inyección directa). Que llevaba el singular nombre de «Flecha Veloz»…vaya augurio!…Para esto mi madre continuaba sintiendo las contracciones que cada vez se hacían más intensas…y en una de ellas sintió algo de líquido que mojaba su pijama; la ingenua, no sabía que el gran día había comenzado, fue al baño, se cambió de ropa y al ratito volvió a estar mojada.
Las contracciones ya eran cada tres minutos, dieron las 3, las 4 de la tarde, hasta que mi «Nono» dijo: «Más vale que vayan rápidamente a Iquitos, el Dr. Gil los está esperando»; a quien ya habían avisado por radio, Mi «Nona» como siempre despistada señaló…Es una falsa alarma!, sin considerar que las contracciones ya eran bastante dolorosas para doña Nelly; por lo que mi padre se puso serio y dijo: No! Es hora de salir para el hospital de Iquitos¡…Ni bien zarpó de Bretaña el bote-motor de nombre Flecha Veloz!…Se divisaba hacia el horizonte una fuerte condensación de nubes negras que era el seguro aviso de un tremendo aguacero. Cosa nada rara porque estábamos en época de lluvias y de creciente en la Amazonía, y al poco tiempo se dejaron sentir las primeras gotas de la tremenda tormenta que se avecinaba, Mi madre acompañada de la matrona aguantaba el dolor mientras mi padre trataba de conducir lo más rápido posible con poca visibilidad y ocultando su nerviosismo ya que la frágil embarcación una vez adentrada en el río Ucayali sufría el embiste del caudaloso río y ya se había desatado una inclemente tempestad que tenía como fondo fuertes descargas eléctricas que generaban un panorama poco alentador.
Pero a pesar de la fuerte tormenta eléctrica era noche de luna llena, lo que permitía a mi padre tener una mejor visibilidad con dirección norte (justo hacia donde estaba Iquitos), recordemos que en nuestra región los vientos corren fuertemente en sentido este a oeste (donde se encontraba la nubosidad). Mi padre un piloto de embarcación y bien adiestrado por mi “Nono”, para realizar el recorrido Bretaña a Iquitos conducía, con la mirada directamente de frente al norte, atrás de él estaba el sur, el oeste a su izquierda y el este a su derecha. Es así como don Sergio tenazmente y con los ojos bien abiertos pudo orientarse dentro la espesura de la noche, para ir esquivando las palizadas. Para acortar tiempo optó por atravesar sacaritas, tipishcas y tahuampas, para finalmente poder surcar en el Amazonas, que es muy diferente a navegar por algún otro rio, mar o lago. Ya que está plagado de “muyunas” (remolinos), que son cuerpos de agua que giran rápidamente sobre sí mismos. Normalmente giran alrededor de una depresión central y, a veces, alrededor de una cavidad vertiginosa que arrastra los objetos del entorno hacia el centro, lo cual hace que esta cavidad aumente su tamaño cada vez más. Mi padre mientras bogaba por el río Amazonas, tuvo que afrontar enormes vorágines, en una noche de furiosa tormenta y poca visibilidad a pesar de la luna llena; lo que fue realmente escalofriante.
Para esto es bueno recordar la fábula: Cuenta la leyenda que en las noches de luna llena no solo aparece el hombre lobo, además las urgencias de los hospitales se llenan de parturientas a punto de dar a luz a sus bebés. En la misma línea, existe la creencia de que los días de tormenta, se producen más roturas de bolsas amnióticas que en los días soleados; las tormentas suponen que la presión atmosférica influye para que llueva y lo hace también sobre la mujer provocando rotura en la fuente. Yo he hecho la comprobación con las fechas de nacimiento de mi amplia familia. De las 27 fechas de nacimiento que he mirado únicamente 2 coincidieron con luna llena. Por curiosidad el resto ha sido: 13 nacimientos en fase menguante, 7 con luna nueva y 5 en fase creciente. Lógicamente no es una estadística válida, pero sería mucha casualidad que mi familia se saliera tanto de la media. Si a mis lectores les apetece comprobarlo, puede mirar las fechas en este calendario lunar; y fácilmente así puedes ir comprobando si hay más casos que den la razón a la ciencia o a la leyenda. Ni en el caso de la luna ni en el de las tormentas, hay evidencia científica alguna que las confirme. Sí hay, por el contrario, multitud de estudios que han demostrado la falsedad de esta creencia.
En el momento que el bote-motor “Flecha Veloz” venía surcado durante 4 horas en plena tormenta el caudaloso río Amazonas; y era cerca de las 3:30 AM del día 25 de Enero. Todo ese moviendo del deslizador, y yo dentro de la barriga de mi Mamá, me causaba náuseas y la estaba pasando muy mal. Así que Justo en ese instante tuve la idea de dar otra patada para poder salir. En ese instante se escuchó la voz firme de mi madre, que exclamó: Sergio detén el bote (en ese momento estábamos a la altura del poblado de Aucayo); las contracciones aumentaron, había llegado el momento; la matrona pidió un último esfuerzo pujando. Di otra patada, pero vi que algo no iba bien. Empezó a salir el agua del que yo estaba rodeado, y me asusté un montón; en ese instante el agua que salía me estaba arrastrando y empecé a ver una luz. En ese instante en el exterior mi padre y doña Ishuca, pudieron alcanzar a ver la cabecita del bebé a punto de nacer. ¡Ese era Yo! Mi padre me levantó y me dio una palmadita, mientras que doña Ishuca cortaba una tripa que me ataba a mi madre. En un santiamén me llené de la ilusión que me hacía haber nacido después de tantos meses en la barriga de mi mamá; y empecé a llorar de alegría.
Y esa es la historia de cómo nací yo, será tal vez por eso que nací con alma de marinero; era de esperarse naciendo en pleno «río Amazonas». Por eso mi naturaleza, sin categorías, con poco para enseñar pero con ganas locas de aprender, eso si! intento frenar un poco mi espíritu aventurero. No nací para ser protegido, sin embargo cuando me cuidan lo disfruto tanto. No nací para ser dependiente, nací para decidir por mí. No nací hijo, crecí siendo nieto, pero desde siempre me he sentido padre, me parezco mucho a mi «Nono», que fue padre de todos!…No nací para sentir vergüenza por ser auténtico, estoy orgulloso de ser loretano. No nací frágil, nací fuerte, persistente, pero jamás inquebrantable, porque es natural romperse a veces…cómo ocurre en las tormentas. No nací para quedarme con quien cree que tiene mil opciones, nací para quedarme con quien ante mil opciones se quiere quedar conmigo también. No nací para preocuparme por mi edad, nací para valorarla. No nací para sentir miedo de quedarme solo, nací para estar en compañía sin sentirme solo, sin olvidar que para eso no hay edad, nací para fluir como el río.
Dicen que el rio siempre llega a su cauce y las leyes de atracción existen; la verdad es que ni siquiera he apelado a ellas para que ese río me lleve a reencontrarme con alguien dentro de estos últimos 4 años y sentirme feliz! Asimismo es emocionante recordar cómo fue mi nacimiento, me recuerda quien estaba al mando de este timón…Quien fue el valiente piloto del bote-motor “Flecha Veloz” en esa noche de tormenta. Para mi papá. Don Sergio, porque me enseñaste a ser como soy, te envío un beso fuerte; y te doy las gracias. A lo largo de mi vida siempre intenté imitarte, ojalá lo haya logrado en parte; siempre estarás en mi corazón. Ese 25 de enero de 1962, fue mi primer día, el más importante de mi vida. Lo esencial es que ahora está presente para siempre, gracias a doña Nelly” que me enseñó todo lo que sé; estoy orgulloso por la mujer valiente que me enseñó este mundo y sobre todo, agradecido por haber sido parte de su vida, mamá. Muuuuuaaaa, un beso que llegué hasta al cielo.
Si bien es cierto nací en pleno rio Amazonas, pero dentro de la jurisdicción de Iquitos. Y en esa época este caudaloso río pasaba a orillas de esta hermosa ciudad, será tal vez por eso que los loretanos somos un poco (bastante) complicados y orgullosos. Pues sí, es imposible no sentirse orgulloso y de inflar el pecho por haber nacido en medio del río Amazonas, alrededor de la hermosa floresta. Donde todo extranjero queda fascinado, no sólo por los lugares turísticos o la comida, sino que se dan cuenta que a pesar que el “Charapa” puede ser un poco complicado, es buena gente, es buen amigo, leal y sobre todo es vehemente en lo que cree. Lo importante de esto es que, a pesar de tantos cambios, seguimos teniendo tradiciones y una hermosa cultura para mostrarle al mundo. En Iquitos no sólo cambió el curso del río Amazonas, cambiaron muchísimas cosas más que a muchos iquiteños nos molesta y duele, ya no es la misma “Isla Bonita” de antes. Han pasado por este pueblo, innumerables historias, personas y personajes, que han enriquecido tanto nuestra historia, nuestras costumbres y cultura. Amo el luminoso sol de su hermoso amanecer loretano, amo las diversidad de aves que cantan al ver al astro rey; me llena de orgullo ver a mis coterráneos a pesar de todo, trabajar día a día en medio de esta recesión económica a la que nos llevaron nuestras autoridades mediocres por falta de capacidad de gestión. Amo su maravillosa y humilde gente; amo las estrellas que se ven al llegar la noche…y por supuesto, amo la lluvia y las tormentas, fue una de ellas la que me recibió y es cierto, mi «Isla bonita» es pobre, pero con gente muy unida y trabajadora, me siento muy orgulloso de haber nacido en pleno río Amazonas.