Las historias de terror nos encantan y quién en Iquitos no ha escuchado alguna vez hablar de la tenebrosa historia de Azucena y sus apariciones en la carretera Iquitos – Nauta. Para algunos moradores de esa zona estas apariciones se convirtieron en sucesos casi cotidianos. Sin embargo, la mayoría de las personas se muestran escépticas ante este tipo de casos paranormales, hasta que lo viven en carne propia. En esta oportunidad trataré de contarles esta peculiar historia, que ya es casi una leyenda urbana. Ahí les va :
Aquel día, Iquitos tuvo una alta y sensible percepción térmica, el calor fue persistente, además de ello fue un día de perros para Antonio Vela Pizango de 29 años, el día pareció alargarse muchísimo más de lo previsto y comenzaba su ansiado viaje de vuelta a casa que se ubicaba en el asentamiento humano «Los Delfines» (Km 9.5 de la Carretera Iquitos – Nauta), ya era bien entrada la noche y su espalda estaba molida de manejar todo el puto día su bendito Motokar y le ardía la cabeza de todo el calor que tuvo que aguantar, los nervios acumulados durante el día y la engorrosa conducción por aquel peligroso asfalto le hacían sudar las callosas manos y la espalda. Antonio había realizado este trayecto muchas otras veces, pero aquella noche era un tanto diferente, la situación climatológica había cambiado bruscamente, estaba por llover, y esto no era una situación de lo más amigable. Debido a la escasa visibilidad tuvo que estar más alerta y reducir la velocidad sobre todo en los tramos dónde habían curvas pronunciadas. En ese instante del recorrido de regreso a casa, Antonio sintió un tonificante aire nocturno que le despertó un apetito voraz y el olor a comida fue particularmente bienvenido, en ese instante solo pensaba en la cena que le esperaba al llegar a su destino, percatándose que todavía, le faltaba un buen trecho de camino.
Cuando de repente, justo en frente de su vehículo, a unos doscientos metros, estaba una mujer quien lo observaba sin mover un solo músculo. La luz del faro del motokar le permitía ver que vestía una especie de camisón blanco con una manta amarrada y un bastón de apoyo. Por la oscuridad no llegaba a ver su rostro completo, estaba descalza sobre el pavimento con los brazos caídos en los laterales y la cabeza ligeramente agachada; lo que sí vio fue que era una chica alta, de piel muy pálida y cabello oscuro. Antonio le pegó un grito y levantando la mano le hacía señas para que se retire de la pista, sabía que ella lo miraba, pero fue lo primero que se le ocurrió hacer, esa mujer no se inmutó ante sus aspavientos; entonces Antonio que estaba muy nervioso, temblando, totalmente desbordado por la situación; optó por detenerse unos metros atrás y caminó hacia ella, quizá la pobre chica necesitaba ayuda; así que, un tanto acojonado por su espectral figura, se fue acercando, y mientras esto sucedía, se aclaraba su silueta y rostro; lucía particularmente con una lozana hermosura.
La parte baja de vestido parecía estar sucia, con barro y algo rojizo que no supo interpretar, tenía un rostro que le pareció agraciada. Era una mujer joven, mostraba signos de mucho cansancio tal vez. Se acercó un poco más…y lo que vio le heló el cuerpo de pies a cabeza, la chica tenía una mirada vacía. Sus ojos eran completamente blancos e inexpresivos, parecía no poseer pupilas. Antonio estaba totalmente aterrado, se paró en seco a escasos metros de ella, y en menos de un segundo, aquella mujer pasó de un estado de quietud a correr hacia él de una forma sobrehumana! Antonio sintió que ya no tenía control sobre sí; el miedo lo paralizó; e inmediatamente que ella lo tocó, lo invadió una rara sensación de tranquilidad. La joven mujer le suplicó que la llevase y Antonio sin mayor oposición accedió; en el camino, empezaron a conversar y le dijo que se llamaba «Azucena», y como hacía calor y la charla estaba amena acordaron ir a un bar a conversar, bebieron licor, fue un momento agradable, de la charla pasaron a los coqueteos y basados en alto nivel de alcohol consumido se dirigieron al hospedaje “Los Cocos”, donde pasaron un rato de pasión y desenfreno.
Después de tener relaciones íntimas la joven le pidió que la regrese al lugar donde lo había conocido, le pareció extraño que le pidiese que regresen al mismo lugar, sin embargo sin preguntar lo hizo, ya en el motokar, Antonio comenzó a sentir un frío muy extraño, y percibía un olor muy desagradable, que por momentos lo hacía perder el control del vehículo; a pesar de ello, continuó manejando mientras ambos charlaban. Durante la conversación nunca se miraron a la cara. Una vez que llegaron a la zona donde las curvas son más pronunciadas, empezó a sentir un olor de carne en estado de putrefacción; Antonio pensó que habrá muerto algún animal; sin embargo, el olor comienzo a sentirse cada vez más intenso en cada curva. Ya no le pareció normal, pensó que se estaba sugestionado, intentó preguntar a la joven, pero no se armó de valor, cada vez que quería hablar sobre ello cambiaba de tema y prefería preguntar por su vida durante su juventud y qué hacía para vivir. Volvió a sentir el olor, pero esta vez no era en una curva, sino cuando Azucena se movió en el asiento del motokar. En ese momento pensó que estaba transportando a una mujer con ropa mojada y seguro le faltaba secar.
Hasta que llegaron al lugar dónde inicialmente la había recogido; era el ingreso al asentamiento humano Las Brisas, donde la bella joven una vez que bajó del motokar, lo despidió apasionadamente para luego caminar a paso lento hacia el cerco que rodea el cementerio y traspasando el alambre de púas, se convirtió en un terrible espectro, fue en ese momento que se dió cuenta que la manta de Azucena estaba debajo del asiento; tuvo una enorme curiosidad, abrió la manta y había un pedazo de hueso de fémur fracturado. Antonio trató de continuar su trayecto durante unos instantes, pero enseguida se le cruzó en la mente la imagen de Azucena, invadiéndole un frio atroz a todo su cuerpo; quedándose Antonio tan impresionado de lo que estaba viviendo, que entró en Shock y se cayó al piso convulsionando mientras a su cuerpo lo seguía invadiendo ese frío extraño que se hacía más intenso y sentía que se le impregnaba cada vez más ese olor tan desagradable.
Vecinos del lugar, acudieron tras el hombre agonizante quien felizmente volvió en sí, y sin más, se dirigió a su vivienda donde sus familiares lo socorrieron llevándolo al hospital, sin embargo luego de contar con lujo de detalles lo que le había sucedido les pidió que oren por él, pero la familia asustada lo llevó por carretera a la localidad de Nauta (que está a orillas del Marañón), y luego se adentraron por el río Amazonas, hasta la localidad de San Joaquín de Omaguas; donde recibió sesiones de un famoso curandero o brujo que con cánticos, bailes y brebajes invocó al espíritu del «Yacuruna» (Magia Negra) a quien se invoca durante las ceremonias y rituales de Ayahuasca, comentaba el brujo con cierto placer que su cuerpo ya estaba poseído por el demonio y que trabajaría en ello bajo sus propios términos. No dando tregua alguna a los familiares, pocos días después se supo que Antonio murió, nadie conoce su paradero, dicen que los familiares mantienen en reserva su final por la terrible amenaza del curandero – Brujo, quien no perdió la oportunidad y desde que Antonio fue puesto en sus manos tenía la intención de utilizar sus restos para hacer más brujería negra; lo cual aparentemente consiguió.
Antonio fue una víctima más para Azucena, quien según cuentan su historia, luego de llegar de su pueblo San Joaquín de Omaguas en busca de trabajo en un restaurante ubicado en la carretera Iquitos – Nauta, falleció en un extraño accidente de tránsito producido por un motocarrista en el kilómetro 7, habiendo sido enterrada en el campo santo de dicha carretera donde yace su tumba. Muchos la ven, muchos la sienten y a muchos otros tratará de enamorar, pues se sabe que «Norma Azucena» ronda entre los árboles del cementerio esperando captar a su próxima víctima, cobrándose así la muerte violenta que le tocó vivir; los lugareños dicen que Azucena se venga de los hombres porque en vida le hicieron mucho daño. También cuentan que Azucena deambula, porque su cuerpo fue hallado en estado de putrefacción cuatro días después de sufrir el accidente, en la soledad, a un costado de la carretera. Según los comuneros, es por ello que puede transformarse en el cuerpo de su víctima. Pobre, por qué estaría sufriendo, los apus no quieren acoger su alma en vida, seguro hizo algún daño, pero dicen que era una mujer muy solitaria, casi no tenía contacto con la gente, entonces comentan que estaría pasando por la antesala del dolor espiritual.
Y es que muchas veces algunos espíritus, extrañamente, recurren a los seres humanos para usarlos como intermediarios y resolver alguna misión que no pudieron completar a lo largo de su vida, lo que aparentemente los mantiene “atrapados” en el mundo de los vivos, hasta completar su tarea pendiente. Lo cierto es que muchos son los motocarristas que dicen haber observado la figura de una mujer parada o caminando por uno de los laterales de la carretera Iquitos – Nauta, a altas horas de la noche. Aunque la situación les parece extraña dada la hora, al principio no les llamó mucho la atención, y no le dieron mucha importancia. Pero desde la muerte de Antonio los recorridos por la carretera cambiaron, pues siempre, al llegar a la altura del Asentamiento Humano las Brisas, los conductores dicen sentir la necesidad de buscar a la mujer. Y los que tuvieron la oportunidad de volverla a ver, aunque no pueden ver su rostro totalmente, saben que es la misma que anteriormente habían observado y otros animados por la curiosidad, buscan encontrarse nuevamente con ella.
En otra oportunidad ocurrió un hecho parecido cuando un joven de 19 años regresaba de la zona de Los Delfines (inmediaciones del kilómetro 9 y medio de dicha vía), y cuando circulaba por inmediaciones de Las Brisas su motokar sufrió un desperfecto en el sistema de arrastre. Al parecer el adolescente detuvo su unidad y mientras colocaba una de las cadenas sintió la presencia de una persona detrás. Al girar la cabeza observó la silueta de una mujer vestida de blanco al pie del vehículo por lo que sufrió convulsiones de forma inmediata siendo auxiliado por moradores del lugar. Cuando vieron al joven que era cargado por un grupo de personas imaginaron que había sido atropellado y luego abandonado sin embargo tras indagar dijeron que vio a la famosa Azucena al lado de la carretera. El muchacho gritaba que le dolía la cabeza y además aseguraba que vió al fantasma de Azucena por lo que fue ingresado a una iglesia evangélica de la zona. Una vez dentro de la Iglesia Movimiento Misionero Mundial el pastor sometió al agraviado a oraciones y rezos para luego de más de una hora finalmente fue liberado de la supuesta posesión para luego ser llevado a su domicilio.
En el transcurso de mi vida laboral en la empresa CSJ, los camiones tienen que transportar mercancía para tiendas minoristas de Nauta. Y tuve oportunidad de conversar con choferes qué hay oportunidades que regresan a Iquitos en horas de la noche, y me dicen que para evitar largos tramos de soledad recogen algunas veces pasajeros en el camino. También me comentan que conocen la historia de cada curva y los lugares encantados donde quedaron atrapados las vidas de muchos conductores. Las versiones que escuché durante este tiempo tienen la misma trama. Siempre dicen mantenerse dubitativos cuando les toca pasar a la altura del km 7 de la carretera. Ya que no se trata de cualquier espectro con apariencia pálida o envuelto en una sábana blanca, sino de una joven mujer con atuendo humilde y porte amable que pone a prueba la buena voluntad de quien va al volante. Pobre del conductor que la ignore porque no vivirá para llegar a su destino, o quizá viva pero con trauma de por vida.
El enigma o misterio de este caso, se vuelve más intrigante; cuando notamos la coincidencia del origen de «Norma Azucena» y el «Curandero – Brujo»; ya que ambos resultaron ser de «San Joaquín de Omaguas». Interesante detalle, ya que eso quiere decir que al menos, que se conocían ?…que eran parientes ?…que Azucena está al servicio del brujo ?….etc, etc, etc. Lo cierto es que hace algunos años una chica en la carretera Iquitos – Nauta, había tenido un horrible accidente, algunas personas dicen y rumorean que solo fue un choque, otras dicen un homicidio, pero nada se acerca a la verdad, la verdadera y verídica historia es que esta chica con no más de 2 semanas después de una ruptura amorosa, tuvo la mala suerte de ser atropellada por un motocarista; que huyó abandonándola desangrándose al costado de la carretera. Ahora volvamos a Antonio. Él no sabía que en esa carretera había muerto esta chica, la cual deambulaba por aquella carretera. Antonio sin saberlo una noche en su motokar tuvo la desdicha de encontrarse con esta extraña sombra blanca, la cual le condujo a este horrendo final. Este es un cuento muy simple aunque hubiera podido ser muy complicado. También es un cuento inconcluso, porque este tipo de historias no tienen final…siempre habrá una nueva noche y una nueva víctima para Azucena.