De esperanzas no vive un pueblo! y muchos dirán que se realizan proyectos con buena voluntad y que no hay que ser pincha globo!, pero, no señores, no estamos para desperdiciar ni un solo sol de esos millones que “buenamente” nos consiguió el congresista figureti. Digo esto porque ayer desayunando me doy con la sorpresa de que en varios medios de comunicación de nuestra ciudad, salió la noticia que el GOREL entregó concesiones forestales maderables bajo la modalidad de “procedimiento abreviado” a 36 empresarios privados con el objetivo de reforestar 238,663 hectáreas. Que forma parte de un paquete total de 65 concesiones, que involucran un total de 426,155 hectáreas; con la supuesta finalidad de hacer de Loreto una economía productiva y emprendedora, por lo cual esperan exportar 30 millones de dólares al cabo de tan solo 3 años. Nunca sería tan cierta la tan conocida frase “el papel aguanta todo”, y es que en nuestra primera institución pública regional se acostumbraron a difundir noticias esperanzadoras; que luego en la práctica son complicadas de llevarlas a cabo. Son estos motivos, fundamentalmente, los que conducen al fracaso de muchos de sus proyectos que fueron promocionados con bombos y platillos desde que empezó la actual gestión. Ya que estos se bloquean solos, se retrasan o incluso son abandonados a medio camino; muchas son, como ya vimos, las causas que conducen a una situación de este tipo pero entre ellas destacan, por motivos propios, aquellas que vienen derivadas de demasiadas expectativas, con especificaciones amplias o incompletas, con metas que son excesivamente ambiciosas y análisis mal realizados.

Desde hace años en nuestra región existe un consenso sobre la poca eficacia de los proyectos del GOREL y esto se debe a que el principal obstáculo para la realización de estos es no la escasez de recursos sino la escasez en capacidad de gestión. Cualquier mecanismo que alivie esta escasez sería una contribución al progreso económico y social de Loreto. Entre los principales problemas se encuentran: poco personal capacitado, procesos ineficientes que obstaculizan la toma de decisiones y mecanismos de control inadecuados que desincentivan la toma de decisiones e impide que aprendan de los errores pasados. También es cierto que existe una gran oportunidad para mejorar la eficiencia de este tipo de proyectos, si se utiliza adecuadamente la capacidad de gestión del sector privado. En nuestra región ya se hace imprescindible la firme colaboración entre el GOREL y el sector privado. Haríamos bien en utilizar al sector privado para hacer más eficaz la gestión pública, lo cual no es abdicar de las responsabilidades del sector público. Es usar el sentido común. En mi humilde opinión : “Hasta los gobiernos más eficientes del mundo dejan al sector privado hacer el trabajo que se necesite para concentrar los esfuerzos públicos en aquello que el sector privado no puede hacer”.

De acuerdo con los especialistas en temas de “Negocios Forestales”, para que un proyecto de reforestación resulte rentable, se deben tener por lo menos 50 hectáreas de tierra que cuenten con condiciones mínimas y con un plan establecido de manejo forestal bien hecho. El terreno debe estar ubicado cerca de los demandantes de las maderas extraídas, y debe tener todas las condiciones para sembrar el tipo de árbol adecuado para satisfacer esa demanda. Ya que los cinco primeros años exigen la mayor cantidad de recursos, entre $3 y $5 millones por hectárea al año, estos costos incluyen tanto el mantenimiento de la plantación como la asesoría técnica de los expertos. Esto implicaría que para reforestar las 426,155 hectáreas, se necesitarían entre 1,280 y 2,130 millones de dólares anuales durante los primeros 5 años. Después del quinto año, los cultivos no demandan tantos recursos pues el cuidado de las plantaciones no es tan exhaustivo. Por lo que la inversión neta estaría entre $1,5 y $2,5 millones por hectárea al año. Esto implicaría que se necesitaría entre 640 y 1,050 millones de dólares anuales a partir del sexto año. Hay que aclarar que este rango de variación de la inversión está directamente relacionada con el tipo de madera a reforestar.

Evidentemente se trata de un buen negocio, pero a largo plazo; y para ello los inversionistas deben tener una espalda financiera muy ancha. La tasa de rentabilidad de las plantaciones forestales, si se administran de manera adecuada, puede llegar a estar entre el 16% y el 18% efectivo anual. Estos márgenes siempre pueden ser mejorados si los beneficiarios destinan la madera para darle un valor agregado y completar la cadena productiva tal como actualmente lo hace Chile, donde llegaron a sacar un beneficio directo y aseguraron un buen negocio, ya que tienen la materia prima a costos realmente bajos. Para que se puedan ver beneficiados estos 65 reforestadores, tal como pretende el GOREL, se les debe dotar de las condiciones mínimas para realizar la plantación, en 10 años ya estarán viendo los frutos de su inversión, pues requiere que los árboles se desarrollen adecuadamente para garantizar la calidad de la madera. La propuesta un poco gaseosa hecha por nuestro gobernador el día de ayer, adecuadamente manejada puede crear por primera vez en Loreto un acercamiento con el sector privado.

Todavía está fresco en nuestra memoria el impactó sobre el sector forestal del decomiso de madera en la embarcación «Yacu Kallpa» en el año 2015 en la que intervinieron la fiscalía, agentes de la Sunat y del Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales (Osinfor), todavía se deja sentir sobre el sector maderero de nuestra región. Cuando hablamos de la Amazonía Loretana, nuestro conocimiento de su entorno es tan superficial como nuestra visión al experimentar cómo sus vastos bosques cubren toda su riqueza y potencial. Loreto representa el 28% de la geografía nacional, compuesto por un manto verde de árboles que incluso obstruyen el ingreso de la luz solar. Este territorio acoge una inmensa biodiversidad y reservas de agua dulce envidiables, recursos cada vez más importantes para el planeta y principales atributos del país. Estas características colocan a la Amazonía loretana como una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo, el 9° bosque tropical más grande del mundo y el 2° en América Latina. Después del estado del «Amazonas – Brasil». Por eso llama la atención el pequeño aporte económico para el país que tiene nuestra región, con un terreno lleno de riquezas y oportunidades. Este territorio alberga al 3.4% de la población nacional y su actividad aporta en 0.4% al Producto Bruto Interno (PBI). Asimismo, las exportaciones de este sector del país son menores al 1% de los más de US$ 30,000 millones que el Perú exportó en el 2018.

El sector de la industria forestal exportadora después del problema del “Buque Yacu Kallpa” llegó a su mínima expresión en nuestra Región Loreto, la producción de materia prima bajó de 700,000 M3 promedio producidos en el año 2008 a 73,000 M3 en el año 2016, de 254 concesiones autorizadas solo quedaron 31 vigentes, de 73 aserrados y plantas de valor agregado hoy solo laboran 11, de 03 triplayeras solo 01 está funcionando de 32 empresas con 104 cámara de secado y con capacidad para procesar 7. 5 millones de pies tablares cada 30 días, hoy solo funcionan 3 empresas con solo 14 cámaras de secado y solo procesan 0.7 Millones de pies tablares, de 62 empresas exportadoras hoy solo sobreviven 3, los niveles de producción se han reducido al 65 % con respecto al año 2008, existiendo una pérdida de la producción del orden de más del 90 %.

Por otro lado es preciso mencionar qué hay estudios que señalan que el 95% del área deforestada en la Amazonía peruana se debe a la agricultura migratoria, actividad en la que incurren poblaciones en situación de pobreza extrema para poder sobrevivir. Esta actividad de deforestación radica en la quema de los bosques con el objetivo de obtener un terreno llano y que sirva para cultivos, cabe señalar que el suelo amazónico no es apto para la agricultura por su naturaleza. Como resultado de la quema para cultivos se deja un territorio infértil con posibilidades de regeneración natural de 100 a 300 años. Debido a esta actividad se han perdido cerca de 8 millones de hectáreas. Existe un escaso conocimiento de la selva peruana…Un árbol de cedro toma cerca de 50 años en crecer y volverse aprovechable, un árbol de huayruro en 20 años ya es aprovechable. Un terreno con “rozo” si no lo mantienes en dos años se convirtió en una tupida “purma” de múltiples especies y sigue siendo verde y la fotosíntesis continúa.

No es posible aportar al PBI, sin carreteras, sin comunicación, sin servicios básicos, sin acceso a la red de energía eléctrica, con programas de cultivos alternativos que es pura demagogia…¿que nos queda?…Según estadísticas, la actividad forestal es una de las mayores generadoras de puestos de trabajo generando economías zonales y desarrollo. El Perú es uno de los países con mayor área certificada de bosques amazónicos para aprovechamiento de América Latina, cumpliendo estándares nacionales e internacionales para el aprovechamiento sostenible de sus recursos maderables y no maderables, esto permite que se cumpla el ciclo de regeneración natural del bosque con especies nativas (amazónicas). Todas las inversiones bajo este esquema ayudan a la conservación y perpetuidad de los bosques.

Tomemos en cuenta que el recurso más accesible en la amazonia es el sector forestal, nos referimos a cosechar productos maderables o no maderables. Para que sea viable se necesita la participación del Estado (normatividad, infraestructura, caminos, manufactura, valor agregado, y acceso a la exportación), todo esto bajo esquemas de aprovechamientos sostenibles y de bajo impacto, regulados y certificados (FSC). Es propicio recordar que una de las principales riquezas que posee el bosque es su biodiversidad, no se trata de sembrar árboles como si se tratara de un cultivo agrícola (una plantación de árboles es tan funesta como un cultivo agrícola si para ser instalado ha requerido la tala de un bosque natural), se trata de mantener la riqueza de la diversidad de especies que existen en la Amazonía de forma natural. En este sentido el manejo forestal de bosques nativos contribuye a perpetuar los procesos dinámicos propios del mismo al propiciar su regeneración natural. Conservar es evitar la pérdida de la diversidad biológica y no suplantarla por otras especies.

Sobre suelos totalmente degradados se podría implementar planes de agro forestería a modo de recuperación, dando valor a esto suelos y evitando la migración a bosques sanos. Según estadísticas, la actividad forestal es una de las mayores generadoras de puestos de trabajo generando economías zonales y desarrollo. Sin duda la meta de sostenibilidad es todo este conjunto (uno no puede existir sin el otro), la única forma de proteger los bosques es poniéndolos en valor, bajo un aprovechamiento responsable de los recursos. La capacidad del GOREL para cuidar tan extensas áreas es limitado y en este sentido la participación privada bajo estrictas regulaciones y cumpliendo estándares no solo nacionales si no también internacionales asegurarían la sostenibilidad de este BIOMA.