El autor de la nota con Javier Dávila Durand la noche del homenaje en la Prefectura.
Diversas personalidades acudieron la noche en que se rindió homenaje al poeta Javier Dávila.

ESCRIBE: Joaquín García Sánchez, osa

Regreso por la vía de los ríos a mis recuerdos en los primeros años de mi vida. Había, al borde de mi pueblo carbonífero, un pequeño arroyo, al que llamábamos “Riachín” que, corriente abajo, vertía su pequeño caudal al río Esla, y, al final, entregaba sus aguas al caudaloso Duero que llevaría su corriente al inmenso Atlántico. Allí, a mis trece años, escribiría el primero de mis poemas: Corre mi Esla, corre sin aliento, por la gallarda y sin par tierra leonesa…

Al repasar el curso de mis días, y escudriñar el fluir de los tiempos que se perdieron en la nebulosa, y repasar día tras día mis quehaceres poéticos y periodísticos, no me queda otro remedio que volver a Javier Dávila Durand, que no sé si por casualidad, o por búsqueda pertinaz o, tal vez, por mero acaso, se unió a mi vida, de un modo progresivo y simbólico a través de Ruth, la mujer de una profunda ternura femenina, que había de crear en mí una nueva forma de mirar y entender el mundo y las estrellas que veía en las oscuras noches.

El autor de la nota con Javier Dávila Durand la noche del homenaje en la Prefectura.

Recojo, de pasada, los tiempos de mi infancia. Y vuelvo a repetir lo que escribí por vez primera en el HORTENSIO: Es francamente consolador, editorial que en éste modo de información colectiva hice para la primera y modesta publicación periódica donde escribí. Recuerdo a CASICIACO, donde, después de haberme ensayado co-mo colaborador y secretario pasé a ser Director. Y, cómo no, me vienen a la memoria cada una de las páginas que escribí para el diario LA REGIÓN de Valladolid y cómo acompañé a las monjitas Agustinas del Sancti Spiritus que habrían de cambiar las insta-laciones del Paseo Zorrilla hasta los términos del mismo trayecto a la salida a La Ribera.

COLOMBIA: NUEVO DESTINO

Los destinos siempre son inverosímiles. Siempre hay nuevas razones para enriquecer la vida. Recuerdo aquel 15 de octubre de 1965 en que puse la planta de mis pies en el aeropuerto de Bogotá. En un reducido espacio cedido por las Sras. Vecinas se había instalado una comunidad de frailes agustinos cercanos a uno de los templos más clásicos de la ciudad virreinal. Allí hice de todo: desde transmitir la consagración de un Obispo Agustino Recoleto, hasta dirigir canciones, hacer retiros espirituales, montar Escuelas para Muchachas de Servicio y ocupar el cargo de Prefecto del Colegio de Cervantes en la Sección de Primaria. De una u otra forma, me había caracterizado por estar fuera de los límites establecidos hasta entonces en mi agrupación.

NUEVOS HORIZONTES

Pasó por allí Gabino Peral de la Torre, ya consagrado Obispo, y me invitó a venir a acompañarle en la responsabilidad de la nueva gestión. Acepté de  modo reflexivo y responsable. Tendría nuevas y complicadas tareas a mi cargo. Pero, al final, decidí volar hacia Lima un 27 de enero. Después, un bendito 8 de febrero, en un DC-6 de Faucett volé en muy tempranas horas. Me asombra aquel sueño, pasmado como entonces: espumas blancas sobre el ancho mar costeño, ascender por las cuestas a las alturas andinas, los nevados  y las estribaciones hacia las primeras corrientes que vertían sus aguas hacia el oriente. No podría describir la emoción que me produciría experiencia tan deliciosa. Y, ya antes de aterrizar, en aquel vuelo de casi tres horas, interiormente me había ilusionado: ESTO ES PARA MÍ. Llegar, mirar al cielo azul del sol de mediodía y, saludar después a quienes me esperaban, confirmé que mis sueños se habían convertido en realidad.

RECUERDOS IMBORRABLES

A los tres días, no sé por qué inspiración, se me ocurrió llevar   al diario EL ECO, tres artículos que marcarían mi futuro. Entre ellos recuerdo con precisión: IQUITOS, UNA ISLA BLANCA EN MEDIO DE UN MAR VERDE; IQUITOS, LA JUVENTUD Y LA ESPERANZA; IQUITOS, CIUDAD ABIERTA. Salió a recibirme un periodista que trabajaba en una vieja linotipia que imagino sabría de tantas aventuras, magias y sombras que habían pasado por ella. Después  de haber entrado a no sé qué trasfondo, regresó, confesándome la falsificación de su identidad. Era ni más ni menos que el Róger Rumrrill, que con el paso del tiempo alcanzaría notable renombre.

Se iniciaba así una nueva etapa en la continuación de la permanente búsqueda de mi vida de peregrino, como el “Judío errante” de la novela.  Ya entonces, un poco antes de la alborada de los tiempos nuevos había escrito César Lequerica tal vez con entonación profética en su obra LA BÚSQUEDA DEL ALBA:

Es entonces que busco con mis manos

con mi paso furtivo,

con mi sudor cargado de cadenas,

un canto de bondad y de esperanza nueva,

un pedazo de tierra labradora

para tu reja triste

Esta generación representaba un nuevo descubrimiento: abría la mirada desde una visión más cercana a lo mestizo a una primera abierta a lo indígena. Mostraba una tentativa de emerger del fondo para la exportación. De aquella era nos ha quedado la revista TROCHA, dirigida por el maestro Francisco Izquierdo Ríos que por los años 40 al 60 significaban la apertura a una etapa desde la efervescencia de lo mestizo. Más adelante, ya entre 1960-1980 se abriría más profundamente COMO UNA FLOR QUE LLEVARÍA POR NOMBRE “LA ERA  BUBINZANA”.

No recuerdo cuántos meses más adelante llamaría a mi puerta Javier (alias “Pañuelito”) para invitarme a colaborar en su revista PROCESO que, como tantas otras, ha dejado sus huellas en el almacén de las cosas que van muriendo.

Lo primero que recuerdo era una incisiva entrevista que ha quedado escrita por el periodista Saavedra Andaluz. Me la hacía a partir de una actividad que tendría una cierta influencia en el quehacer de la  actividad cristiana en la región. Llevaba por título LAS CONFESIONES DE UN CURSILLISTA.

Un buen día, por su cuenta y riesgo, había estampado mi nombre en la página de créditos de la misma revista, como Jefe de Redacción. ¡Cómo no recordar aquella ocasión en que me sometí, como tantas otras, a los designios de aquel maestro a quien consideraba como un guía de larga trayectoria en los medios de publicación de la Lima antañona! ¡Cómo no sentir a tanta distancia  el tierno aporte de aquel ser humano que con  intensidad de poeta  se había asociado a mi vida!

Asocio aquellos encuentros con algunas páginas donde plasmé mi memoria sobre LA TRISTE PARTIDA DEL P. PASCUAL ALE-GRE. Recuerdo los escritos que salieron en la revista con el nombre de IMÁGENES PARA PENSAR. O la canción que después saldría interpretada en un LP CANTO DEL HOMBRE, LOS ÁRBOLES Y EL AGUA, de la que soy autor, interpretada por Raúl Vásquez como CANCIÓN TRISTE AL NAVEGANTE.  O el vuelo de las golondrinas huidas de Argentina y llegadas a los árboles de la Plaza de Armas que llevaban el mágico nombre de VIENEN DE LEJOS. O VIENTOS DEL PUEBLO  de BUBINZANA suplemento cultural de PROCESO. O PUENTES PARA SALVAR VIDAS. O APROXIMACIONES A LA PERSPECTIVA INDÍGENA. Y tantas cosas más que olvido. Nada de esto hubiera sido posible sin la compañía de este hombre llamado Javier. Y más detalles aún que sería demasiado prolongado relatar.

César Calvo Soriano, gran amigo de Javier, después de haber vivido transitoriamente en Iquitos, nombrado por la máxima autoridad de la cultura que, por entonces, era la Dra. Martha Hildebrandt (que no aceptaba en aquel tiempo presencia alguna   con olor a sotana), consiguió que me nombraran Asesor Cultural para Loreto. Que yo sepa, hasta ahora no he sido destituido.

ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS,

DEL 25 AL 30 DE SEPTIEMBRE DE 1986

La primera sorpresa con que me encuentro es que mi nombre aparece en una tarjeta elegante donde se me declara VICE-PRESIDENTE DE ESTE ENCUENTRO. Nos reuníamos en un lodge  de Explorama Tours antes de llegar a Indiana en la margen izquier-da del Amazonas. Yo viajaba hasta allí diariamente con su hermano Igor, recientemente fallecido, que a la sazón trabajaba en Petro- perú. ¡Cómo no voy a recordar con Dávila a César Calvo, Presidente; Thiago de Mello (Brasil), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Silvio Rodríguez (Cuba), Pablo Milanés (Cuba). Del Perú estaban, Antonio Cisneros, Alejando Romualdo, Marco Antonio Corcuera, Luis Nieto, César Miró, Mirko Lauer, Garrido Malaver, María Cristina Ribal, al Embajador de México De la Puente, etc., y tantos otros que con-virtieron aquellas noches en una hermosa fiesta de colores.

Recuerdo con particular emoción aquella noche que se convocó en el Salón de Actos del Colegio Sagrado Corazón, una reunión para todo el pueblo. Con un lleno completo me ha quedado grabada la actitud de los oyentes ante aquel espectáculo y la inesperada intervención del ya anciano autor-compositor CÉSAR MIRÓ que con su más clásica entonación de TODOS VUELVEN conmovió al auditorio con prolongados aplausos.

UNA FIESTA MÁS

Fue el último aliento del ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS.  Un pequeño grupo de asistentes se reunió en la residen-cia de la familia Dávila. Recuerdo a Javier, a su entrañable esposa Ruth, y a los amigos, allí unidos por vínculos de afecto. Se agregaron los hermanos César e Igor, el poeta cuzqueño Luis Nieto, la actriz María Cristina Ribal, el Embajador De la Puente, Thiago de Mello y otros que ya no recuerdo. Pasamos una noche de tertulia inol-vidable. De todos ellos hay muchos que han partido definitivamente, y no están entre nosotros.

RECUERDOS MÁS CERCANOS

Existen tres recuerdos hermosos que en esta velada no quisiera olvidar. Me parecería un hecho imperdonable no tener en cuenta en este homenaje al inefable Javier: el primero fue el hecho de haber llamado a mis puertas para abrir a mis escritos las páginas en su revista. Mencioné más arriba lo que significaba para mí aquel momento en que necesitaba de alguna manera decir mi palabra, utilizar mi voz y mi grito para que se me escuchara. Tengo especial aprecio al recordar la grieta que habían puesto en mi alma como heridas en un proceso de deterioro de tantos y tantos lugares inmuebles que desde hacía más de un siglo se habían levantado como bienes emblemáticos, aunque no por eso menos trágicos, del desarrollo de esta ciudad lejana. Con ello no puedo olvidar cuando Javier me incorporó a la vida de su revista en calidad de Director de Redacción.

No sería justo tampoco olvidar la acogida que recibí en aquella casa de la Tercera Cuadra de la Calle Napo, casi a una cuadra de la mía. Su esposa, Ruth, sus hijos Bico, Selva, Ruth-Ruth, me brindaron una ternura especial en aquella etapa de mi vida, después de haber leído los libros bellos de su quehacer poético. Y recuerdo con más cariño aún el día en que unieron legalmente sus amores en el Distrito de Punchana.

En fin, mi adorable amigo, no sé por dónde volará en este momento tu mente privilegiada. Pero en cualquier mundo en que te encuentres, más allá o más acá de las estrellas, no lo sé, siempre estaremos juntos en un alma y un solo corazón. Junto con tu esposa y tus queridos hijos que esta noche nos acompañan.

Para concluir, transcribo una parte de aquellas hermosas estrofas, que dejaste plasmadas en el NÚMERO 1400 (Tomo XXVIII del ya fallecido KANATARI), dedicado al COLOR EN LA VIDA DE LORETO:

SÍ, AHORA LO VEO AHÍ,

EN LOS CONTORNOS SIDERALES,

RESGUARDANDO Y CONTORNEÁNDOSE DE ALAS;

AHÍ, DE OLAS

SOBRE LA MESA DEL BILLAR DEL RÍO,

DE PLENA PLENITUD SOBRE LOS LAGOS

Y

DE RAMAJES  ÚTILES Y ÁVIDOS

POR MATIZAR SU SOMBRA

Y

LA DEL AIRE…

EN ESTA AVANZADA PROPIA DEL COSMOS,

INSURGE LA ARMONÍA SOLEMNE

BRINDÁNDOSE EN COLORES:

¡LA ESPÁTULA LINEAL DEL ARCO IRIS!

¿Te acuerdas de aquello que algún día escribiste, hermano amigo?