La biblioteca que está cerca de la nueva casa es una mina a tajo abierto e intento explorarla todos sus vericuetos; en la segunda planta están los libros de filosofía, intentaré echarle un diente en uno de mis incursiones. Cada que puedo voy a prestar libros y me paseo por sus estanterías disfrutando del olor a folio impreso. Me quedó como paralizado por unos segundos. Busco algunas novelas que me interesan y hago una lista de los pendientes de sacar del préstamo bibliotecario. Las personas que la atienden hasta el momento son muy afables y ante una necesidad lectora te echan un cable como el préstamo interbibliotecario, por ejemplo. Hay jóvenes más cuando están en la época de exámenes y la biblioteca es un buen espacio y refugio para repasar los apuntes de clase. Así saque para leer el libro de Jean Echénoz la novela “14” que quiere significar el año del inicio de la primera guerra mundial. Cuenta la vida de un grupo de muchachos de un pueblo que ante la irrupción de la guerra todos sus sueños y expectativas cambian. Se pensaba que la guerra duraría solo quince días y llevó años terminarlas. En el grupo de muchachos también había una chica que sufre también los “efectos colaterales” de la guerra. Uno de los integrantes del grupo sufre la amputación de un brazo y es retirado del frente. Otro que muere en pleno frente. La chica estaba embarazada, de familia tradicional, de uno de los jóvenes que fue al frente y muere. La guerra descepa muchos planes. Y cuenta también las penurias y sufrimientos que se pasa en la primera línea de la guerra como los malos uniformes con el que pasan frío en el frente. Las guerras siempre son malas compañías. Llegué a Echenoz casi por intuición y seguiré explorando más sus novelas. Pero estas historias de la primera guerra mundial pergeñadas con magistral sutileza y en menos de cien páginas.